jajajajja. Cura de curar.... las heridas... encuentre cura, remedio... lo que me he reído.
«Que el recuerdo de Jesús esté unido a tu aliento»
Glub, y... ¿de quién?
Chssst, calla, que como se entere Gerard....
Ni yo sé si tiene algún sentido lo que acabo de decir
que sí q lo tiene? ah, pues mejor. te queremos más aún.
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El mundo escucha de buen grado a los maestros, cuando son también testigos.
Benedicto XVI.
Yo tengo serios conflictos personales con esto del sentido...
Se supone que es el basamento exisencial, que es lo que nos sostiene.
Mi experiencia personal, es que lo que sostiene es ponerse en "piloto automático" (levantarse, lavarse los dientes, ir a la cocina...) en los períodos en que realmente lo que entran son ganas de mandar todo a la mierda.
Ni en las horas mas extremas, encontré eso que Frankl usó para transformar su paso por el campo de concentración, en el material del su bestseller y fundamento de un sistema de terapia. Que me perdonen los que hallaron en esas lecturas, respuestas. A mi me suena a cenicienta. A la necesidad de ponerle final feliz a todo, para que sirva de lección moralizante.
No hablemos ya de la abstacción dentro de la abstracción: la presencia de Dios en la ausencia de sentido. Hay momentos en que intentar un diálogo con Dios suena a herejía, a hipocresía.
Ni de su mediadora la Iglesia, que en esos instantes suele competir a ver quien te sugiere la solución mas destemplada, ignorante o poco útil.
Al final. Tengo cosas concretas, terrenales, mundanas, intrascendentes, que me han servido de asidero provisorio. Pero esas, solo me sirvieron a mi. No he logrado, ni una sola vez, explicarle a otro porque.
Parece que eso de "el sentido" también es un concepto fugitivo.
Yo creo que aceptar que Dios, que me supera infinitamente, es veraz, y no me miente cuando me promete que todo esto tiene sentido, no es opuesto a que uno, por sí mismo, puede atravesar larguísimas etapas en donde no lo ve. Una cosa no está reñida con la otra: es Dios el fundamento de la esperanza, no lo que yo percibo.
Yo puedo decir que no le veo sentido a esta vida (la mía, me refiero, la de los demás, cada uno sabe), pero eso no implica que no crea (en el sentido fuerte, que también es un saber) que lo tiene. Y lo creo pura y exclusivamente porque le creo a Dios. Sé que me fio de alguien fiable: no de este o aquel papa, no de este o aquel documento oficial, ni de este o aquel libro de espiritualidad, ¡ni siquiera de la Biblia tomada como letra! sino que a través de todo ello exteriormente, y a través de la gracia, interiormente, Dios me ha hecho la gracia de hacerme conocer su promesa y su veracidad, y eso es todo.
No puedo condenar a quienes no creen en esa veracidad de Dios, porque puede ser que no quieran oírlo, pero también puede ser que él -por motivos que yo ignoro- no los haya querido llamar todavía. Puedo entender que alguien que no ve sentido en su vida diga que la vida (así, en general, la de todos) no tiene sentido. Puedo entenderlo, pero eso no quiere decir que me pueda fiar de esa percepción.
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«Dios nos ordena hacer con torpeza y lentitud lo que Él podría llevar a cabo con perfección y rápidamente.»