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El Testigo Fiel
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«Mira que estoy a la puerta y llamo,
si alguno oye mi voz y me abre la puerta,
entraré en su casa y cenaré con él, y él conmigo...»
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Oración: Lecturas de la misa
Domingo 29 de abril: Año litúrgico 2017 ~ 2018

Tiempo Pascual ~ Ciclo B ~ Año Par
Hoy celebramos:
V Domingo de Pascua, solemnidad
Hch 9,26-31: Les contó cómo había visto al Señor en el camino.
Sal 21,26b-27.28.30.31-32: El Señor es mi alabanza en la gran asamblea.
1Jn 3,18-24: Éste es su mandamiento: que creamos y que amemos.
Jn 15,1-8: El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante.
Hay videos para complementar la lectura: ver el video 1
Traducción de las lecturas de Misa: oficial CEE (España) - escoger Alonso Schökel y eq.
Independientemente de la traducción escogida, si la referencia de la lectura aparece en rojo, el texto está en la traducción del P. Alonso Schökel, que es la única que está completa en la base de datos.
Hch 9,26-31: Les contó cómo había visto al Señor en el camino.
En aquellos días, llegado Pablo a Jerusalén, trataba de jun­tarse con los discípulos, pero todos le tenían miedo, porque no se fiaban de que fuera realmente discípulo. Entonces Bernabé se lo presentó a los apóstoles.
Saulo les contó cómo había visto al Señor en el camino, lo que le había dicho y cómo en Damasco había predicado públi­camente el nombre de Jesús.
Saulo se quedó con ellos y se movía libremente en Jerusa­lén, predicando públicamente el nombre del Señor. Hablaba y discutía también con los judíos de lengua griega, que se propu­sieron suprimirlo. Al enterarse los hermanos, lo bajaron a Cesa­rea y lo enviaron a Tarso.
La Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaria. Se iba construyendo y progresaba en la fidelidad al Señor, y se multiplicaba, animada por el Espíritu Santo.
Sal 21,26b-27.28.30.31-32: El Señor es mi alabanza en la gran asamblea.
Cumpliré mis votos delante de sus fieles.
Los desvalidos comerán hasta saciarse,
alabarán al Señor los que lo buscan.
¡Viva su corazón por siempre! R.

Lo recordarán y volverán al Señor
hasta de los confines del orbe;
en su presencia se postrarán
las familias de los pueblos.
Ante él se postrarán los que duermen en la tierra,
ante él se inclinarán los que bajan al polvo. R.

Mi descendencia lo servirá;
hablarán del Señor a la generación futura,
contarán su justicia al pueblo que ha de nacer:
«Todo lo que hizo el Señor». R.
1Jn 3,18-24: Éste es su mandamiento: que creamos y que amemos.
Hijos míos, no amemos de palabra ni de boca, sino con obras y según la verdad.

En esto conoceremos que somos de la verdad, y tranquilizaremos nuestra conciencia ante Él,

en caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo.

Queridos, si la conciencia no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios,

y cuanto pidamos lo recibimos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada.

Y este es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros tal como nos lo mandó.

Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio.

Jn 15,1-8: El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».
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