Enric Gispert Domènech, de 57 años y natural de Riudoms (Tarragona), ordenado en 1904, era párroco de la Canonja (Tarragona) al estallar la guerra, que le sorprendió en su pueblo con dos primos sacerdotes. El 25 de julio sufrieron una inspección de milicianos y, ante el peligro que suponía, sus primos le propusieron irse a Barcelona, a lo que contestó: “Ustedes son jóvenes, hagan todo lo que pueda para salvaros. Yo me dejo confiadamente a los designios de la Providencia”. Al final, sí marchó a Barcelona.
Josep Gomis Martorell, de 42 años y nacido en Reus, ordenado sacerdote en Roma en 1918 por el cardenal Merry del Val, se doctoró allí en Filosofía y Derecho Canónico. Cada semana recorría cinco o seis colegios de Reus -cuando era párroco de San Pedro- explicando el Evangelio con diapositivas. Ya empezada la guerra, mostró su disposición para ser mártir diciendo: “¡Oh si Dios me hubiera escogido para serlo! Si es así nos pondremos plenamente en manos de Dios”. En Barcelona vivió en casa de unos familiares del sacerdote Gispert, donde todos los días celebraban misa y confesaban. Fueron detenidos el 6 de abril, precisamente cuando Gomis se confesaba con el otro sacerdote. Llevados a la cárcel-checa de San Elías, los mataron el 5 de mayo, aprovechando la guerra entre CNT y comunistas en Barcelona.
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