=>8:20 «Hijo del hombre» es un semitismo enigmático con dos sentidos: el ordinario es una circunlocución por «hombre», «ser humano», que a menudo equivalía a «yo», como fórmula modesta de automención (piénsese en nuestro «un servidor»), por ej. , Ez 2,1; Sal 8,4 . Este es el caso aquí. El otro sentido, el teológico, se basa en Dn 7,13-14, donde el Hijo de hombre es un título que designa a un ser celeste, trascendental, quizá angélico o incluso divino, al que se le da el Reino de Dios. Este ser celeste adquiere un perfil mayor en los libros apócrifos, 1 Henoc 46-9 etc. y 4 Esdras 13, donde se le identifica con el Mesías. Se trata, pues, de una expresión que se refiere paradójicamente a la humildad y a la exaltación divina, lo que origina cierta confusión y, de otro lado, es una clave cristológica. En el NT la expresión sólo se encuentra en labios de Jesús (4 excepciones: Jn 12,34; Hch 7,56; Ap 1,13; Ap 14,14) como automención. En los Sinópticos se refiere: (a) a la vida presente, terrestre de Jesús (por ej. , aquí); (b) a las predicciones de su pasión, muerte y resurrección (por ej. , Mc 8,31; Mc 9,31; Mc 10,33-34); (c) a su venida como Hijo del hombre en un futuro glorioso (por ej. , Mc 8,38; Mc 13,26; Mc 14,62 y p).