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El Testigo Fiel
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«Mira que estoy a la puerta y llamo,
si alguno oye mi voz y me abre la puerta,
entraré en su casa y cenaré con él, y él conmigo...»
formación, reflexión y amistad en la fe, con una mirada católica ~ en línea desde el 20 de junio de 2003 ~
Oración: Lecturas de la misa
Viernes 9 de junio: Año litúrgico 2022 ~ 2023

Tiempo Ordinario ~ Ciclo A ~ Año Impar
Hoy celebramos:
Viernes, IX semana del Tiempo Ordinario, feria
o bien: San Efrén, diácono y doctor de la Iglesia, memoria libre
Las lecturas se toman de: Viernes, IX semana del Tiempo Ordinario
Tb 11,5-17: Si antes Dios me castigó, ahora veo a mi hijo.
Sal 145: Alaba, alma mía, al Señor.
Mc 12,35-37: ¿Cómo dicen que el Mesías es Hijo de David?
Traducción de las lecturas de Misa: Alonso Schökel y eq. - escoger oficial CEE (España)
Independientemente de la traducción escogida, si la referencia de la lectura aparece en rojo, el texto está en la traducción del P. Alonso Schökel, que es la única que está completa en la base de datos.
Tb 11,5-17: Si antes Dios me castigó, ahora veo a mi hijo.
En aquellos días, Ana estaba sentada, oteando el camino por donde tenía que llegar su hijo. Tuvo el presentimiento de que llegaba, y dijo al padre:
-"Mira, viene tu hijo con su compañero."
Rafael dijo a Tobías, antes de llegar a casa:
-"Estoy seguro de que tu padre recuperará la vista. Úntale los ojos con la hiel del pez; el remedio hará que las nubes de los ojos se contraigan y se le desprendan. Tu padre recobrará la vista y verá la luz."
Ana fue corriendo a arrojarse al cuello de su hijo, diciéndole:
-"Te veo, hijo, ya puedo morirme."
Y se echó a llorar. Tobit se puso en pie y, tropezando, salió por la puerta del patio. Tobías fue hacia él con la hiel del pez en la mano; le sopló en los ojos, le agarró la mano y le dijo:
-"Ánimo, padre."
Le echó el remedio, se lo aplicó y luego con las dos manos le quitó como una piel de los lagrimales. Tobit se le arrojó al cuello, llorando, mientras decía:
-"Te veo, hijo, luz de mis ojos."
Luego añadió:
-"Bendito sea Dios, bendito su gran nombre, benditos todos sus santos ángeles. Que su nombre glorioso nos proteja, porque si antes me castigó, ahora veo a mi hijo Tobías."
Tobías entró en casa contento y bendiciendo a Dios a voz en cuello. Luego le contó a su padre lo bien que les había salido el viaje; traía el dinero y se había casado con Sara, la hija de Ragüel:
-"Está ya cerca, a las puertas de Nínive."
Tobit salió al encuentro de su nuera, hacia las puertas de Nínive. Iba contento y bendiciendo a Dios, y los ninivitas, al verlo caminar con paso firme y sin ningún lazarillo, se sorprendían. Tobit les confesaba abiertamente que Dios había tenido misericordia y le había devuelto la vista. Cuando llegó cerca de Sara, mujer de su hijo Tobías, le echó esta bendición:
-"¡Bien venida, hija! Bendito sea tu Dios, que te ha traído aquí. Bendito sea tu padre, bendito mi hijo Tobías, y bendita tú, hija. ¡Bien venida a ésta tu casa! Que goces de alegría y bienestar. Entra, hija."
Todos los judíos de Nínive celebraron aquel día una gran fiesta.
Sal 145: Alaba, alma mía, al Señor.
Alaba, alma mía, al Señor:
alabaré al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista.

No confiéis en los príncipes,
seres de polvo que no pueden salvar;
exhalan el espíritu y vuelven al polvo,
ese día perecen sus planes.

Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en él;

que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.

El Señor liberta a los cautivos,
el Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.

El Señor guarda a los peregrinos,
sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.

El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad.
Mc 12,35-37: ¿Cómo dicen que el Mesías es Hijo de David?
En aquel tiempo, mientras enseñaba en el templo, Jesús preguntó:
-¿Cómo dicen los letrados que el Mesías es hijo de David?
El mismo David, movido por el Espíritu Santo, dice:
«Dijo el Señor a mi Señor: siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos estrado de tus pies».
Si el mismo David lo llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo?
La gente, que era mucha, disfrutaba escuchándolo.
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