El Dicasterio para la Doctrina de la Fe ha publicado en la mañana del 3 de febrero la nota Gestis verbisque. Es un texto discutido por los cardenales y obispos miembros del dicasterio en su última Asamblea Plenaria y aprobado por Francisco. En él, detallan que los sacramentos deben celebrarse con las fórmulas originalmente establecidas para ellos. De lo contrario, son inválidos.
El prefecto de Doctrina de la Fe, Víctor Manuel Fernández, explica al inicio del documento que su publicación se debe a «la multiplicación de situaciones en las que se había constatado la invalidez de los sacramentos celebrados» con modificaciones que «habían llevado después a la necesidad de localizar a las personas implicadas para repetir el rito del bautismo o de la confirmación». En estos casos, «un número significativo de fieles había expresado con razón su malestar».
El cardenal argentino pone como ejemplo de estas prácticas erróneas las fórmulas de bautismo en las que los propios padres dicen: «En nombre del papá y de la mamá, nosotros te bautizamos». Un equívoco por el que, años después, algunos sacerdotes «bautizados con fórmulas de este tipo han descubierto dolorosamente la invalidez de su ordenación y de los sacramentos celebrados hasta ese momento».
Los ministros no son «dueños de la Iglesia»
Víctor Manuel Fernández explica en Gestis verbisque que, «mientras en otros ámbitos de la acción pastoral de la Iglesia hay un amplio espacio para la creatividad», la invención e improvisación de nuevas fórmulas para los sacramentos «se transforma más bien en una voluntad manipuladora». Ha advertido de que «a los ministros se nos exige superar la tentación de sentirnos dueños de la Iglesia» y recordado que «los fieles tienen derecho» a recibir los sacramentos «tal como la Iglesia lo dispone».
La nota de Doctrina de la Fe subraya que «la Iglesia, desde sus orígenes, ha cuidado especialmente las fuentes de las que toma la linfa vital para su existencia y su testimonio». Aclara que estas fuentes son «la Palabra de Dios, atestiguada por las Sagradas Escrituras y por la tradición». Fernández añade que, por ese motivo, los cambios del magisterio en materia sacramental «siempre han estado motivados por la preocupación fundamental de la fidelidad al misterio celebrado». La Iglesia «tiene el deber» de «salvaguardar la unidad del cuerpo de Cristo en aquellas acciones que no tienen igual porque son sagradas».
«Observancia de la materia y de la forma»
Gestis verbisque explica también que al celebrar los sacramentos existe una materia y forma. La primera se presenta a menudo a través de «un elemento material» como «agua, pan, vino o aceite». Y otras, con «un gesto particularmente elocuente» como «la señal de la cruz, la imposición de las manos o la inmersión». Según el prefecto, esta corporeidad es «indispensable porque enraíza el sacramento no solo en la historia humana, sino también, más fundamentalmente, en el orden simbólico de la creación».
Pero la nota habla también de «la forma del sacramento». «Está constituida por la palabra, que confiere un significado trascendente a la materia, transfigurando el sentido ordinario del elemento material y el sentido puramente humano de la acción realizada». El cardenal Fernández matiza que «esa palabra se inspira siempre, en diverso grado, en la Sagrada Escritura, hunde sus raíces en la tradición viva eclesial y ha sido definida con autoridad por el magisterio de la Iglesia». Y que, por tanto, ni la materia ni la forma de los sacramentos «nunca han dependido ni pueden depender de la voluntad del individuo o de la comunidad individual».
«Para todos los sacramentos, en cualquier caso, siempre se ha exigido la observancia de la materia y de la forma para la validez de la celebración, con la conciencia de que las modificaciones arbitrarias de una o de la otra, cuya gravedad y fuerza invalidante deben comprobarse de vez en cuando, ponen en peligro la concesión efectiva de la gracia sacramental en evidente perjuicio de los fieles», sentencia el documento.
Finalmente, Gestis verbisque destaca la urgencia de «madurar un arte de celebrar que, manteniéndose a distancia tanto de una rúbrica rígida como de una fantasía desenfrenada, conduzca a una disciplina que hay que respetar, precisamente para ser auténticos discípulos».
Leer la nota completa (de momento solo en italiano en el web del Dicasterio)