A propósito del debate recientemente abierto con ocasión de la presentación y galardones recibidos por dos filmes españoles que defienden la eutanasia, el Obispo de Huesca y Jaca, Mons. Jesús Sanz Montes, denunció el ?oportunismo? de quienes la promueven y buscan legalizarla y advirtió el serio peligro que conlleva pretender desplazar a Dios y tratar de ocupar ?imposiblemente? su lugar.
En su carta pastoral que lleva el título de la obra de Thomas Mann llevada a la pantalla gigante en los años ?70 por el cineasta italiano Luchino Visconti, ?Muerte en Venecia?, Mons. Sanz Montes calificó a las dos películas premiadas en el último festival internacional de cine de la ciudad italiana de ?mortales? y que ?se han llevado el aplauso interesado de cierta crítica y el apoyo inusual de algunos políticos?.
?Podemos decir que en Venecia, ha dado comienzo el rodaje de una muerte que puede tener como escenario no la playa de Venecia como en la película de Visconti, sino cualquier hospital, cualquier domicilio, y como está ocurriendo ya en Holanda, a cualquier edad.
Para el Prelado ?se ve que hay prisa en introducir este tipo de legislaciones al uso para poner una pica progresista más en el Flandes de la opinión pública. Es oportunista, es barato (y barato en muchos sentidos), pero es un juego peligroso que se vuelve contra sus jugadores cuando se pretende desplazar a Dios ocupando imposiblemente ellos su lugar.
Asimismo, el Obispo criticó la rapidez de ?las declaraciones de los políticos cinevidentes? y que ?con su presencia y con su palabra se iniciaba la precampaña a favor de la eutanasia?.
De la misma manera, el Prelado explicó que no sólo ?elimina? la vida a un ser humano para que ?no sufra? sino que también ?hay otras intenciones menos piadosas que no suelen confesar quienes practican la eutanasia o quienes quieren regularizarla legislativamente?.
Tras defender las bondades de la medicina paliativa, el Obispo criticó el oportunismo de aquellos que buscan aparecer ante la opinión pública como progresistas. ?Es oportunista, es barato (y barato en muchos sentidos), pero es un juego peligroso que se vuelve contra sus jugadores cuando se pretende desplazar a Dios ocupando imposiblemente ellos su lugar?, concluyó.