ATICANO, 02 Nov. 05 (ACI).- El día de hoy el Papa Benedicto XVI meditó en torno al salmo 111, también conocido como ?Beatitudes del hombre justo?, haciendo un llamado a mirar la muerte con serenidad y esperanza, y ser concientes que la docilidad a Dios es raíz de armonía.
Al iniciar su catequesis Benedicto XVI recordó que ?iluminados por la fe, miremos el enigma humano de la muerte con serenidad y esperanza? agregando que según la Escritura, la muerte ?más que un fin, es un nuevo nacimiento, es el pasaje obligatorio a través del cual pueden alcanzar la vida en plenitud aquellos que modelan su existencia terrena según las indicaciones de la Palabra de Dios?.
Seguidamente afirmó que a quienes ?reconocen la trascendencia y adhieren con confianza y amor a su voluntad en la espera de encontrarlo tras la muerte?, está reservada una beatitud.
Sobre el temor al que se refiere el salmista al decir: ?Beato el hombre que teme al Señor?, el Santo Padre dijo que ?ese se manifiesta en la docilidad a los mandamientos de Dios. Es proclamado beato aquél que ?encuentra gran gozo? en el seguir los mandamientos, encontrando en ellos alegría y paz?.
Asimismo recordó que ?la docilidad a Dios es raíz de esperanza y de armonía interior y exterior. La observancia de la ley moral es fuente de profunda paz de la conciencia?.
?El corazón de esta fidelidad a la Palabra divina- dijo- consiste en una opción fundamental, es decir la caridad hacia los pobres y los necesitados?.
El Papa también hizo notar como el salmo ?al costado del retrato del hombre fiel y caritativo, presenta también el perfil del malvado. Este individuo asiste al éxito de la persona justa revolcándose de rabia y de envidia. Es el tormento de quien tiene una mala conciencia?.
Citando finalmente a Clemente Alessandrino, Benedicto XVI dijo que ?Jesús declara injusto por naturaleza todo poseso que uno posee para sí mismo como bien propio y no lo pone en comunión para aquellos que tienen necesidad?.
Terminada la catequesis en italiano el Santo Padre leyó resúmenes de la misma en diversos idiomas, entonó el Pater Noster y finalmente impartió la Bendición Apostólica.