ATISBONA, 13 Sep. 06 (ACI).- En el quinto día de su estadía en Baviera, el Papa Benedicto XVI se dirigió a la recién renovada Basílica de “Nuestra Señora de la Vieja Capilla” de Ratisbona para bendecir el nuevo órgano del templo donde resaltó el valor de la música sacra y la necesidad de la activa participación en la liturgia para realizar la comunión eclesial y capacitarnos para la transformación del mundo en Cristo.
Basado en las enseñanzas del Concilio Vaticano II, el Santo Padre destacó que tanto la música sacra como el canto “son más que un embellecimiento del culto”, pues “ellos mismos son parte de la acción litúrgica”. “La solemne música sacra con coro, el órgano, la orquesta y el canto del pueblo no es un agregado que enmarca o hace agradable la Liturgia, sino un importante medio de participación activa en el culto”, dijo.
Al referirse al órgano, “el rey de los instrumentos musicales, porque retoma todos los sonidos de la creación y da resonancia a la plenitud de los sentimientos humanos”, el Pontífice señaló que este instrumento es capaz de “dar resonancia a todas las experiencias de la vida humana” y, trascendiéndola, “nos dirige a lo divino”, pues sus “múltiples posibilidades” nos recuerdan “la inmensidad y la magnificencia de Dios”.
Más adelante, Benedicto XVI hizo una analogía entre el instrumento musical y la comunidad eclesial. En aquel, “los numerosos tubos y registros deben formar una unidad. Si de una parte u otra algo se bloquea, si un tubo está desentonado, en un primer momento esto es tal vez perceptible solamente a un oído entrenado. Pero si más tubos no están bien entonados, entonces se obtienen desentonaciones y la cosa se vuelve insoportable. También los tubos de este órgano están expuestos a cambios de temperatura y a factores de agotamiento”.
“Es esta una imagen de nuestra comunidad”, apuntó el Papa. “Como en el órgano una mano experta debe llevar constantemente las desentonaciones a la consonancia, así nosotros en la Iglesia, en la variedad de nuestros dones y de carismas, necesitamos siempre encontrar de modo renovado, mediante nuestra comunión en la fe, la armonía en la alabanza a Dios y en el amor fraterno. Cuanto más, a través de la Liturgia, nos dejemos transformar en Cristo, tanto más seremos capaces de transformar el mundo, irradiando la bondad de Cristo, su misericordia y su amor a los otros”, explicó.
Finalmente, el Santo Padre expresó su deseo de que cuantos acudan a la Basílica, “experimentando la magnificencia de su arquitectura y su liturgia, enriquecidos por la solemne música y la armonía de este nuevo órgano, sean guiados al gozo de la fe”.
Después del acto de bendición, Benedicto XVI se dirigió en forma privada a la casa de su hermano, Mons. Georg Ratzinger, en la misma ciudad de Ratisbona.
Por la tarde, el Santo Padre visitará con su hermano el cementerio de Ziegetsdorf, donde están sepultados sus padres y su hermana María, y rezarán también en la antigua iglesia de San José. Posteriormente se dirigirá con su hermano a su casa de Pentling.