VATICANO, 23 Sep. 07 / 07:35 am (ACI).- El Papa Benedicto XVI visitó esta mañana la diócesis de Velletri, al sur de Roma, donde tras haber rezado ante el ícono Crux Veliterna, celebró la Santa Eucaristía en la Plaza de San Clemente recordando en su homilía que los bienes terrenos deben ser medios que nos lleven a ganar las riquezas verdaderas y eternas del cielo.
“La vida del cristiano exige el valor de ir contra la corriente, de amar como Jesús, que llegó al sacrificio de sí mismo en la cruz. Por medio de las riquezas terrenas debemos procurarnos aquellas verdaderas y eternas: si en efecto se encuentra gente lista a todo tipo de deshonestidad con tal de asegurarse un bienestar material siempre aleatorio, cuánto más nosotros cristianos deberíamos preocuparnos de prever a nuestra eterna felicidad por medio de los bienes de esta tierra”, dijo el Pontífice.
Asimismo destacó la oración en cuanto “gran gesto de caridad”, sobre todo cuando se reza por las otras personas. La definió también como gran “aporte espiritual para la edificación de una Comunidad eclesial fiel a Cristo y a la construcción de una sociedad más justa y solidaria”.
En esa misma línea, el Pontífice recordó la centralidad del amor, afirmando que se trata de “la esencia del cristianismo, que hace al creyente y a la comunidad cristiana un fermento de esperanza y de paz en todo ambiente, atentos especialmente a las necesidades de los pobres y de los necesitados”.
Benedicto XVI enfatizó que la misión común del cristiano es la de “ser fermento de esperanza y de paz porque creemos en el amor. El amor hace vivir la Iglesia, y porque el amor es eterno la hace vivir para siempre”.
Retomando su reflexión sobre el recto uso de los bienes, el Papa dijo que “en el fondo se trata de la decisión entre el egoísmo y el amor, entre la justicia y la deshonestidad, en definitiva entre Dios y Satanás”.
Terminada la Eucaristía el Papa bendijo una columna conmemorativa de bronce que le fue regalada en ocasión de su viaje apostólico a Alemania y del cumplimiento de sus 80 años de edad. Seguidamente el Santo Padre se dirigió a la catedral, desde donde regresó a su residencia en Castelgandolfo.