VATICANO, 21 Sep. 07 / 10:29 am (ACI).- El Papa Benedicto XVI hizo un serio llamado a los políticos a esforzarse en la no difusión y refuerzo de las ideologías que ensombrecen la verdad y el bien en las conciencias, a no excluir Dios del horizonte del ser humano y de la historia y a “dar cabida al deseo común de todas las tradiciones auténticamente religiosas de mostrar públicamente su identidad, sin verse obligados a esconderla o mimetizarla”.
Así lo señaló al recibir esta mañana en el palacio apostólico de Castelgandolfo a centenares de participantes en el encuentro promovido por la Internacional Democrática de Centro y Demócrata Cristiana (IDC).
En su discurso dirigido a los participantes del evento, el Pontífice reflexionó sobre los "valores e ideales que la tradición cristiana ha forjado o hecho más profundos en Europa o en el mundo", como "la centralidad de la persona y el respeto de los derechos humanos, el compromiso por la paz y la promoción de la justicia para todos".
Esos "principios fundamentales" –prosiguió– "están ligados entre sí, como demuestra la historia", porque "cuando se violan los derechos humanos se hiere la dignidad de la persona; si la justicia vacila, la paz peligra".
El Santo Padre exhortó a los políticos a seguir "sirviendo el bien común" y a esforzarse para que "no se difundan ni refuercen las ideologías que ensombrezcan o confundan las conciencias ofreciendo una visión ilusoria de la verdad y el bien", como "en el campo económico, donde existe una tendencia que identifica el bien con el beneficio”.
“Algunos piensan que la razón humana es incapaz de discernir la verdad y por tanto de perseguir el bien que corresponde a la dignidad de la persona" mientras, lamentó, otros legitiman "la eliminación de la vida humana en su fase prenatal o terminal". También es preocupante "la crisis de la familia, célula fundamental de la sociedad fundada en el matrimonio indisoluble de un hombre y una mujer".
El Papa habló después de la "defensa de la libertad religiosa, derecho fundamental irrevocable, inalienable e inviolable" y subrayó que "el ejercicio de esa libertad abarca también el derecho de cambiar de religión, que debe garantizarse no sólo jurídicamente sino en la práctica cotidiana".
"Hay aspiraciones y exigencias de todos los seres humanos que encuentran respuesta y comprensión solamente en Dios. No se puede excluir por tanto a Dios del horizonte del ser humano y de la historia. Por eso, hay que dar cabida al deseo común de todas las tradiciones auténticamente religiosas de mostrar públicamente su identidad, sin verse obligados a esconderla o mimetizarla".