24 Feb. 08 / (ACI).- Durante el rezo del Ángelus, que siguió a su visita pastoral a la parroquia romana de Santa Maria Liberatrice, el Papa Benedicto XVI señaló, comentando el Evangelio de este domingo, que Jesús tiene sed de la fe y el amor de los cristianos.
El Pontífice comentó con profundidad y entusiasmo el diálogo entre Jesús y la Samaritana, la lectura del Evangelio de este tercer Domingo de Cuaresma, recordó que San Agustín “de quien estoy ampliamente hablando en las catequesis de los miércoles, estaba justamente fascinado con este relato”; y señaló que “es imposible transmitir en una breve explicación la riqueza de esta página evangélica”.
Por ello, “es necesario leerla y meditarla personalmente, sumergiéndose en aquella mujer que, en un día como tanto otros, fue a sacar agua al pozo y se encontró a Jesús”, dijo el Pontífice.
“Pero el maravillarse de la mujer estaba destino a aumentar: Jesús habló de un ‘agua viva’ capaz de extinguir la sed y convertirse en ella en ‘fuente de agua que surge para la vida eterna’; y demostró además que conocía su vida personal; reveló que había llegado la hora de adorar al único Dios verdadero en espíritu y en verdad y finalmente le confió –cosa rarísima que era el Mesías”, explicó el Santo Padre.
Benedicto XVI destacó que todo esto ocurrió “a partir de la experiencia real y sensible de la sed”. “El tema de la sed atraviesa el Evangelio de Juan: desde el encuentro con la Samaritana hasta la gran profecía durante la fiesta de las Tiendas (Jn. 7,37-38), hasta la Cruz, cuando Jesús, antes de morir, dijo para cumplir con la Escritura: ‘Tengo sed’ (Jn. 19,28). La sed de Cristo es una puerta de acceso al misterio de Dios, que se ha hecho sediento para saciarnos, así como se ha hecho pobre para enriquecernos”.
“Sí –continuó el Santo Padre-, Dios tiene sed de nuestra fe y de nuestro amor. Como un padre bueno y misericordioso desea para nosotros todo el bien posible y este bien es Él mismo”.
“La mujer de Samaria en cambio representa la insatisfacción existencial que no ha encontrado lo que busca: ha tenido ‘cinco maridos’ y ahora convive con otro hombre; su ir y venir del pozo para recoger agua expresa un vivir repetitivo y resignado”.
Sin embargo, señaló el Papa, “todo cambió para ella aquel día, gracias al diálogo con el Señor Jesús, que la conmovió de tal modo que la indujo a dejar el balde de agua y correr para decirle a la gente de la aldea: ‘Venid a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será el Mesías?’”.
El Santo Padre concluyó pidiendo que todos “abramos el corazón a la escucha confiada de la Palabra de Dios para encontrar, come la Samaritana, a Jesús que nos revela su amor y nos dice: el Mesías, tu salvador ‘soy yo, el que te habla’”.