MADRID, 14 Mar. 08 / 07:41 am (ACI/Europa Press).- Carlos Morín, dueño de las clínicas abortistas intervenidas en Barcelona por practicar abortos ilegales hasta el octavo mes de gestación, admitió haber "realizado abortos a niñas de 13 años", y atendido en sus centros a "una gran población de menores".
En declaraciones a la jueza instructora del caso, Elisabet Castelló, el magnate abortista reconoció las prácticas de abortos a embarazadas de siete meses y medio, 29 semanas, en sus clínicas "el último mes" previo a su comparecencia, pero en los informes sobre escuchas telefónicas de médicos colaboradores de Morín figuran casos de abortos a mujeres embarazadas de "más de 30 semanas y hasta 33 semanas".
En su declaración, que forma parte del voluminoso sumario del caso de más de 4 mil páginas, Morín señaló que el 97% de los casos de aborto se practicaron por el supuesto de grave perjuicio físico o psíquico para la madre, que la ley del aborto permite más allá de la semana 22 de la gestación. El 2% de los abortos de estos centros se acogían al supuesto de malformación del feto y un 1% a casos de violación.
Respecto al método utilizado para deshacerse de los fetos tras el aborto, la investigación revela que las clínicas no utilizaban los sistemas reglamentarios a los que obliga la ley para desprenderse de los restos humanos y fetos, sino que los tiraban en los contenedores de residuos sanitarios como si se tratara de material sanitario y biológico.
Asimismo, la investigación indica que la empresa que realizaba el transporte de los restos de los niños abortados no estaba autorizada para la destrucción de restos humanos y fetos, como admitió el médico abortista.
También se supo que para realizar los abortos, los ginecólogos de las clínicas del grupo TCB-Ginemedex, utilizaban el método de la aspiración para los casos de menos de 12 semanas de embarazo, mientras que para los casos más avanzados utilizaban el método dilatación y morcelación. Además a partir de las 20 semanas de gestación estaba prevista la punción de dioxina en el corazón del bebé para parar el corazón y evitar el sufrimiento fetal.