BUENOS AIRES, 06 Abr. 09 / (ACI)- Un informe presentado el fin de semana por un grupo de 10 sacerdotes que trabajan en las zonas más pobres y conflictivas de la Arquidiócesis de Buenos Aires explica el drama de la drogadicción juvenil, y propone tanto líneas pastorales como de acción social para acabar con el flagelo que se ha instalado en las llamadas "Villas" porteñas.
Según el informe, las villas de Buenos Aires demuestra la pujanza del trabajo honesto y la práctica de la fe católica; pero "el lado oscuro de nuestros barrios, es la droga instalada desde hace años, quizás con más fuerza desde el 2001. Entre nosotros la droga está despenalizada de hecho. Se la puede tener, llevar, consumir sin ser prácticamente molestado. Habitualmente ni la fuerza pública, ni ningún organismo que represente al Estado se mete en la vida de estos chicos que tienen veneno en sus manos".
Los sacerdotes señalan que ante la confusión que se genera en la opinión pública con la prensa amarilla que responsabiliza a la Villa del problema de la droga y la delincuencia, "decimos claramente: el problema no es la Villa sino el narcotráfico". "La vida para los jóvenes de nuestros barrios se fue tornando cada vez más difícil hasta convertirse en las primeras víctimas de esta despenalización de hecho. Miles arruinados en su mente y en su espíritu se convencieron que no hay posibilidades para ellos en la sociedad", agregan.
Según el informe, "la despenalización de hecho generó inseguridad social". "A poco que nos pongamos a la luz de Palabra de Dios, descubrimos que como sociedad no nos hemos movilizado suficientemente ante el hecho dramático del hambre de los niños, que da lugar a adolescentes débiles física y mentalmente".
Por eso, "como sacerdotes y vecinos de estas barriadas humildes, sentimos la llamada evangélica de acompañar a aquellos niños, adolescentes y jóvenes que en gran cantidad se encuentran en este infierno de la droga y a la vez de exhortar a la conversión a los que pisotean la dignidad de los mismos de esta inescrupulosa manera, avisándoles que Dios y la Virgen les van a pedir cuentas".
Los sacerdotes agregan enérgicamente: "ahora escuchamos hablar de despenalizar en el derecho el consumo de sustancias. Nos preguntamos: ¿ministros y jueces conocen la situación en nuestros barrios?"
Al plantear propuestas, los sacerdotes de las Villas señalan que "apoyándonos en el Evangelio de Jesús nosotros creemos que cada persona es sagrada, cada una tiene una dignidad infinita, ninguna vida está de sobra. Por eso nos resistimos a mirar esta realidad social desde los papeles de las estadísticas, desde los fríos números".
"Sin ser expertos en la materia, aunque con cercanía diaria con esta realidad, acercamos algunas propuestas-intuiciones en base a las cuales estamos trabajando".
Los sacerdotes recuerda que "la tríada hambre-criminalidad-droga es demasiado fuerte. Frente a esta dramática situación tenemos que tomar conciencia de que hay que realizar un trabajo de prevención sistemático y a largo plazo".
Para ello proponen:
"Crear ámbitos de contención y escucha de nuestros niños, adolescentes y jóvenes". "Las adicciones son principalmente enfermedades espirituales, sin negar obviamente su dimensión biológica y psicológica".
"Generar en nuestros barrios líderes positivos que puedan trasmitir valores vividos por la fuerza de su testimonio".
"Más escuelas y mayor presupuesto para educación en los barrios más pobres de la ciudad"; donde se dicte "una materia específica de prevención de adicciones ya desde la primaria".
"Acercarse a los chicos, no esperar a que estos golpeen las puertas de nuestras instituciones".
"Adaptar nuestros programas e instituciones a la realidad y no la realidad a ellos".
"Pensar en el después del camino de recuperación"; tejiendo "una propuesta de real reinserción social".
"Ponemos bajo la protección y el cuidado de la Virgen de Luján, Madre de nuestro Pueblo, a las familias que en nuestros barrios sufren el flagelo de la droga", concluye el comunicado firmado por los 10 sacerdotes que trabajan en las villas de emergencia.