ATICANO, 18 Ene. 05 (ACI).- La Santa Sede anunció esta mañana que el Arzobispo católico de Mosul, Mons. Basile Georges Casmoussa, de 66 años de edad, fue liberado luego de permanecer secuestrado por 24 horas.
El director de la Oficina de Prensa del Vaticano, Joaquín Navarro-Valls, aseguró que el Papa Juan Pablo II siguió el secuestro desde el inicio y "dio gracias a Dios por el final feliz de este episodio".
Navarro-Valls reiteró la "gran satisfacción" del Vaticano por la noticia y confirmó que no se pagó rescate alguno por la libertad del Arzobispo.
Mons. Casmoussa fue capturado por hombres armados en dos automóviles que lo cercaron en el distrito de al-Majmoua al-Thaqafiya mientras se dirigía a visitar a algunas familias de su comunidad.
Navarro-Valls dijo que el secuestro había "supuesto una gran sorpresa" porque Mons. Casmoussa es "muy querido" tanto por la comunidad cristiana como por la musulmana.
La puesta en libertad de Casmoussa fue confirmada previamente a la agencia Misna por el sacerdote sirio católico Petros Mouché, de la arquidiócesis de Mosul, quien aseguró que no se ha pagado rescate alguno.
El Padre Mouché agregó que Mons. Casmoussa regresó a casa en un automóvil enviado para recogerlo y dijo que aún se ignoraba la identidad de los secuestradores y los motivos del secuestro. Otras fuentes sostuvieron que los captores exigían el pago de 200 mil dólares por su libertad.
Según declaró el líder de los caldeos en Mosul, Paulos Rahho, a la agencia Misna, los secuestradores utilizaron el teléfono móvil del arzobispo para realizar la llamada y que hablaron con el sacerdote Tetrus Mosei, vicario general de la arquidiócesis de Mossul, también de rito sirio católico, como Casmoussa.
Rahho lamentó que en los últimos dos meses no se vean policías en la zona de Mosul. En las últimas semanas han continuado los ataques "y no tenemos serenidad alguna".
El Nuncio apostólico en Bagdad, Arzobispo Fernando Filoni, consideró que el secuestro de Mons. Casmoussa tuvo relación con el clima de tensión pre electoral en Irak y representaba el clímax de una estrategia contra las iglesias sirio católica y caldea, ambas en comunión con Roma.