El Papa Benedicto XVI reconoció oficialmente el martirio –y consecuente beatificación- del querido sacerdote Giuseppe "Pino" Puglisi, asesinado frente a su parroquia en Palermo (Italia) en 1993 por la mafia siciliana a la que enfrentó con gran valor.
El Padre Puglisi fue un férreo defensor de los niños de Palermo usados por la mafia siciliana para distribuir heroína y otras drogas. Don "Pino" organizó un hogar para salvar a cientos de niños del barrio Brancaccio de Palermo, donde él mismo nació.
Su compromiso obstaculizó los planes de la mafia. Fue asesinado por sicarios el 15 de septiembre de 1993, el mismo día en que cumplía 56 años.
Hijo de un zapatero, Carmelo, y de una costurera, Josefa Fana, Don Pino ingresó al seminario diocesano de Palermo a los 16 años de edad y a los 23 fue ordenado sacerdote.
Trabajó en varias parroquias de su ciudad, fue confesor de religiosas y maestro en varias escuelas.
En 1967 fue nombrado capellán de la escuela para huérfanos "Roosevelt" de Addaura y en 1969 fue nombrado vicerrector del Seminario Menor Arquidiocesano. En 1970 fue nombrado párroco de Godrano, un pequeño pueblo cerca de Palermo marcado por la mafia, donde se dedicó a reconciliar a las familias víctimas de la violencia.
Desarrolló centros de promoción vocacional y formación católica para niños y jóvenes y desde mayo de 1990 ejerció su ministerio sacerdotal en la "Casa de Hospitalidad de la Madre" en Boccadifalco, para ayudar a mujeres jóvenes y madres solteras en dificultad.
Ese mismo año fue nombrado párroco de San Gaetano, en Brancaccio, y en octubre de 1992, y tres meses después, en enero de 1993, inauguró el hogar para niños "Padre Nuestro" de Brancaccio, para rescatar a los menores de la mafia. En poco tiempo, el hogar se convirtió en el punto de referencia para los jóvenes y las familias en la comunidad.
Se enfrentó a la mafia con determinación, incluyendo el rechazo de cualquier donativo de procedencia dudosa y el retiro en las fiestas patronales de los puestos de honor de los que tradicionalmente se habían apropiado los líderes mafiosas. Logró establecer entre los padres de familia la esperanza de que podían aspirar a cultivar una sociedad de bien encarando las inercias siniestras y recuperando los espacios públicos para el bien de todos.
"Nuestras iniciativas –decía– y las de los voluntarios deben ser un signo. No es algo que pueda transformar Brancaccio. Ésta es una ilusión que no nos podemos permitir. Es sólo un signo para proveer otros modelos, sobre todo a los jóvenes. Lo hacemos para poder decir: dado que no hay nada, nosotros queremos remangarnos la camisa y construir algo. Si cada uno hace algo, entonces se puede hacer mucho".
La mafia lo declaró enemigo y lo ejecutó frente a su iglesia solo nueve meses después de inaugurar el hogar. Sus restos están enterrados en el cementerio de Santa Úrsula de Palermo.
En su visita a Palermo, en octubre de 2010, el Papa Benedicto XVI recordó a Don Pino y lo propuso como modelo para los sacerdotes de Sicilia.
"Tenía un corazón que ardía de auténtica caridad pastoral; en su celoso ministerio dio amplio espacio a la educación de los muchachos y de los jóvenes, y a la vez trabajó para que cada familia cristiana viviera su vocación fundamental de primera educadora de la fe de los hijos. El mismo pueblo encomendado a su solicitud pastoral pudo saciarse de la riqueza espiritual de este buen pastor (…) Os exhorto a conservar viva memoria de su fecundo testimonio sacerdotal imitando su ejemplo heroico", afirmó el Papa