Ha sido un año de gracia. Me gustaría expresar mi gratitud a todos los hermanos y hermanas de la diócesis, y a todos los fieles. Aunque ha habido dificultades de diversa índole, dentro y fuera de la Iglesia, he pasado un año de buena salud, tanto física como espiritual, se lo debo a las oraciones elevadas al cielo por todo el pueblo de Dios.
En primer lugar, el peregrinaje a pie, con motivo del “Día Mundial de Oración por la Santificación de los Sacerdotes”, hace un mes. Nos detuvimos en el santuario de los mártires de Seosomun, el más grande del país, donde se encuentran 44 de los 103 mártires canonizados en Corea. Los mártires son considerados pioneros que llevaron a Corea a convertirse en un país moderno, promoviendo la dignidad humana: por tanto Seosomun es un lugar muy importante en la historia de Corea, no sólo para los católicos.
En segundo lugar, recuerdo un encuentro con el clero diocesano, en febrero de 2013: La comunicación entre los sacerdotes de las diferentes regiones y diferentes áreas de trabajo pastoral, es para mí un punto muy importante. Recogí sus ideas y sugerencias sobre la vida de la Iglesia. Por último, me gustaría mencionar el trabajo pastoral realizado en el sudeste de Asia y en Corea del Norte: como Administrador Apostólico de Pyongyang, estoy triste por las disputas entre el Norte y el Sur. Sinceramente, creo que son necesarios el diálogo y las negociaciones. También espero que la Archidiócesis de Seúl pueda dar toda la ayuda posible a la Iglesia en el sudeste Asiático.
Me gustaría inspirarme en las palabras del Papa Francisco, cuando ha sugerido que la principal forma de evangelizar es actuar “como pastores que viven con el olor de las ovejas”. Tenemos la intención de llevar el poder sanador de la gracia de Dios a todos los que lo necesitan, sobre todo de estar cerca de los marginados. De esta manera, seremos capaces de tocar los corazones de la gente y de difundir la Buena Nueva del Señor.