En sus palabras de esta mañana, el Santo Padre señaló que “la experiencia del compartir fraterno con los que sufren nos abre a la verdadera belleza de la vida humana, incluyendo su fragilidad. En la salvaguardia y la promoción de la vida, sea cual sea la etapa o el estado en la que se encuentre, podemos reconocer la dignidad y el valor de cada ser humano, desde la concepción hasta la muerte”.
“Es cierto -ha dicho el Papa-, que incluso en el sufrimiento nunca nadie está solo, porque Dios en su amor misericordioso por el hombre y el mundo abraza hasta las situaciones más inhumanas, cuando la imagen del Creador presente en cada persona aparece borrosa o desfigurada”.
“Así ocurrió con Jesús en su Pasión...Y aquí, en la Pasión de Jesús, está la escuela más grande para todo aquel que quiera dedicarse al servicio de los hermanos enfermos y que sufren”.
El Papa Francisco ha recordado, con ocasión de la fiesta de la solemnidad de la Anunciación del Señor que se celebra este martes 25 de marzo, cómo María acogió “la Vida” en nombre de todos.
“María ofreció su propia existencia, su total disposición a la voluntad de Dios, convirtiéndose en el "lugar" de su presencia, en el "lugar" donde mora el Hijo de Dios”.
Para concluir, el Santo Padre animó a los presentes a recordar siempre durante su trabajo: “La carne de Cristo presente en los pobres, en los que sufren, en los niños, también los no deseados, en las personas con discapacidades físicas o mentales y en los ancianos”.