El sábado 25 de octubre 2014 el Papa Francisco recibió en audiencia al Movimiento apostólico Schoenstatt en ocasión del centenario de su fundación, ocurrida en Alemania en 1914, hablando con sus integrantes y respondiendo a sus preguntas. El encuentro fue ocasión para una fuerte denuncia de los ataques a la familia y para algunas precisiones sobre el tipo de «renovación» que Francisco tiene en mente para la Iglesia.
No podemos negar, dijo el Papa «que la familia es golpeada, que la familia viene golpeada y que la familia viene bastardeada», reducida con frecuencia a una simple «asociación». Hoy «se puede llamar familia a todo», en nombre del relativismo: «en este momento, desde un punto de vista sociológico y desde el punto de vista de los valores humanos, como también del Sacramento católico, del Sacramento cristiano, hay una crisis de la familia, crisis porque la bastonean por todos lados y la dejan muy herida».
Hoy, son propuestas, ha dicho Papa Francisco, «nuevas formas, totalmente destructivas y limitativas de la grandeza del amor y del matrimonio». Pero «lo que están proponiendo no es un matrimonio es una asociación. Pero no es matrimonio! Es necesario decir cosas muy claras y esto lo tenemos que decir!».
Entre los mismos católicos el sacramento del matrimonio está «devaluado» a través de la «reducción del Sacramento a un hecho social». Ciertamente la celebración del matrimonio tiene también un aspecto social, pero es una desviación cuando «lo social cubre lo fundamental, que es la unión con Dios». Para evitar estos riesgos, es necesario proponer a los novios una preparación seria al matrimonio para entender ese «para siempre» que hoy es negado por la «cultura de lo provisorio», que es una «cultura de la destrucción de los vínculos».
Schoenstatt es un movimiento de evangelización, y el Papa les ha explicado nuevamente su sólita distinción entre proselitismo como modo impropio de presentar el Evangelio, buscando reclutar rápidamente el máximo número de personas y acercándolas en modo agresivo, no valorando las experiencias que están viviendo, y misión, que por el contrario atrae al interlocutor con paciencia y mansedumbre, anunciando el cristianismo a partir de una valoración de los aspectos positivos de su experiencia. El Papa ha enviado a acercar a las personas y a las familias heridas y lejanas de la Iglesia «acompañando y no haciendo proselitismo, porque esto no lleva a ningún resultado: acompañar, con paciencia».
Crecer por atracción y no por proselitismo significa sobretodo «testimonio, Vivir en modo tal que en los otros venga el deseo de vivir como nosotros! Testimonio, no hay otra cosa! Vivir en modo que otros se interesen y se pregunten: “¿Por qué?” Es el testimonio, al camino del testimonio no hay nada que lo supere…Testimonio en todo». Pero atención: no se trata de un testimonio silencioso, sino de un «testimonio que tenga la capacidad de movernos, de hacernos salir, de ir a misionar». El Pontífice repitió a Schoenstatt lo que ha dicho a muchos otros: «Una Iglesia, un movimiento o una comunidad cerrada se enferma: todas las enfermedades son un encerrarse…Un Movimiento, una Iglesia, una comunidad que sale, se equivoca… Se equivoca, pero es tan hermoso pedir perdón cuando uno se equivoca! No tengan miedo; Salir en misión; salir en camino».
Es necesario «no mirar las cosas desde el centro – hay un solo centro: Jesucristo – sobretodo mirar las cosas desde la periferia, no? Desde donde se ven más claras. Cuando uno se encierra en un mundo pequeño – el mundo del movimiento, de la parroquia, del arzobispado, o aquí, el mundo de la Curia – entonces no se aferra la verdad. Sí, tal vez es aferrada en teoría, pero no se aferra la realidad de la verdad en Jesús». La crítica del Papa se dirige también a las burocracias episcopales: «en algunas conferencias episcopales, en algunos episcopados que tienen encargados para cualquier cosa, para todos, nada se escapa… Todo funciona bien, todo bien organizado, pero fallan en algunas cosas que podrían hacer con la mitad de personal, con menos funcionalismo y más celo apostólico, más libertad interior, mas oración….Esta libertad interior es el valor de salir».
Papa Francisco ha concluido notando que muchos hablan de su pontificado como de una renovación, pero tal vez no han entendido lo esencial: «Renovar la Iglesia no es hacer un cambio aquí, un cambio allá … Es necesario hacerlo porque la vida siempre cambia y por lo tanto es necesario adaptarse. Pero esto no es la renovación. También aquí, entre le público, mientras decía: “es necesario renovar la Curia”; “Se está renovando la curia; el Banco Vaticano, es necesario renovarlo”. Todos estas renovaciones son externas: esto es lo que se dice cotidianamente…Es curioso, ninguno habla de la renovación del corazón: que es la santidad, renovando el corazón de cada uno». Y el corazón, dijo, se renueva volviéndose a María, porque sin la Madre los cristianos son «huérfanos».