Mis hermanas y hermanos en Cristo:
Si Dios está en favor nuestro, ¿quién podrá contra nosotros? Cuaresma es el tiempo para reconocer que Dios está en favor nuestro, siempre y en todas partes. Dios está en favor nuestro, no importa cuánto parezca sernos contraria una situación. Dios está siempre en favor nuestro.
La primera lectura de hoy, del libro del Génesis, es un verdadero desafío; con frecuencia leemos historias como la de hoy, y no nos detenemos a pensar en la angustia de Abraham o en el terror de Isaac. Estas historias hablan de situaciones humanas terribles, y de la necesidad de encontrar a Dios en esos acontecimientos. Hablan de la incidencia de Dios en nuestras vidas, y de cómo debemos permanecer atentos a la escucha de Él. La historia de Abraham es una historia terrible, y nos ayuda a comprender el amor que Dios nos tiene al enviarnos a su hijo como Salvador.
El evangelio de hoy, con la sugerencia de Pedro, es casi cómico. Obviamente algo ocurrió en la montaña que desorientó a Pedro, Santiago y Juan. Ellos tuvieron un pequeño vistazo de la vida de Jesús y de su angustia. también vieron un poco de Su divinidad brillando a través de él. ¡Es una experiencia increíble!
Estas meditaciones nos repiten el mensaje: Dios nos ama enteramente, Dios siempre nos perdona. Dios está dispuesto a dar a Su Hijo en favor nuestro. ¡Jesús está dispuesto a morir por nosotros! Esa es la buena noticia de la Cuaresma. Que es buena noticia sólo si podemos escucharla. Nuestros oídos están a menudo cerrados. Las penitencias cuaresmales son una ayuda para que abramos los oídos. Las penitencias cuaresmales no tiene nada que ver con castigarnos a nosotros mismos, ni con decirnos a nosotros mismos que no servimos. Son para que crezcamos en el deseo de tener oídos para Dios, ojos para ver a Dios, y corazones para amar a Dios.
Entonces, cuando comenzamos la segunda semana de Cuaresma, debemos caminar con alegría, incluso mientras continuamos con las penitencias. Permitámonos reconocer que queremos que nuestra vida cambie en todo lo que vivimos y esperamos, y ese puede ser el regalo de Dios, que nos ama.