La adoración del Ssmo Sacramento y la exposición fuera de la misa se encuentran mencionadas detalladamente en el Código de Derecho Canónico, en los cánones 941 al 943 (aunque conviene ver desde el can. 934 en adelante). Allí se hace referencia a las "normas prescritas en los libros litúrgicos" (can. 941.1).
Dichas normas son las expuestas en:
-Ritual Romano: De la Sagrada Comunión y del culto del Misterio eucarístico fuera de la Misa, nn. 82-100
-Misal Romano, Ordenación General, n. 317 (conviene leer de 314 a 317)
Últimamente la Iglesia volvió sobre el tema de adoración de la Eucaristía fuera de la misa en su instrucción correctiva de algunos abusos "Redemptionis Sacramentum", del 25 de marzo del 2004, presentada por la Sagrada Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, en los nn. 134 a 139.
Normalmente dejaría estas referencias para la bibliografía posterior a la respuesta, sin embargo, me interesa poner por delante este fondo documental, ya que a través de él se ve claramente que la cuestión del culto a la Eucaristía fuera de la misa no es para la Iglesia algo menor ni de pura piedad personal, es parte del culto que ella misma, como Cuerpo de Cristo, brinda a su cabeza y fundamento.
La intrucción del 2004 mencionada lo reafirma citando un párrafo de la encíclica Ecclesia de Eucharistia, de SS. Juan Pablo II: «El culto que se da a la Eucaristía fuera de la Misa es de un valor inestimable en la vida de la Iglesia. Dicho culto está estrechamente unido a la celebración del sacrificio Eucarístico» (EdeE, 25)
De todo este conjunto documental aflora que el culto eucarístico fuera de la misa no es sólo deber de la Iglesia sino también, en cierto sentido, un derecho de los fieles, que no deben ser privados de esta posibilidad sin causa grave. ¿Cuáles podrían ser esas causas graves? por ejemplo, que el recinto de adoración carezca de la seguridad mínima como para poder evitar que la Eucaristía sea profanada, que no se pueda asegurar que va a haber fieles suficientes para adorar, es decir, que no vaya a estar la Eucaristía sola, y por supuesto, que el recinto sea lo suficientemente digno. Y agregaría también como una causa para evitar el culto fuera de la misa, que hay aun comunidades donde algunos grupos se sienten muy dispuestos a realizar actos tradicionales, como la veneración a tal santo, la novena a tal otro, la adoración en tal fecha y la procesión en tal otra... pero luego no aparecen por misa. Esto último debe ser especialmente objeto de trabajo pastoral y catequístico.
Dentro de este culto eucarístico, tiene especial relieve la adoración fuera del sagrario, ya sea con la exposición del copón o de la custodia, del cual dice el canon 942 del CIC: «Es aconsejable que en esas mismas iglesias y oratorios se haga todos los años exposición solemne del santísimo Sacramento, que dure un tiempo adecuado, aunque no sea continuo, de manera que la comunidad local medite más profundamente sobre el misterio eucarístico y lo adore; sin embargo, esa exposición se hará sólo si se prevé una concurrencia proporcionada de fieles, y observando las normas establecidas.»
El mismo papa Juan Pablo II decía, en la encíclica y número ya mencionado, que «corresponde a los sagrados Pastores animar, también con el testimonio personal, el culto eucarístico, particularmente la exposición del santísimo Sacramento y la adoración de Cristo presente bajo las especies eucarísticas».
¿Qué puede llevar a que un párroco sea reticente a la exposición del Santísimo? Por supuesto, no pretendo poder meterme en la cabeza de otro como para saber qué se le cruza a él, pero digamos que en términos normales no hay nada que justifique tal reticencia, al cotrario: la Iglesia quiere y promueve este culto; lo que está ocurriendo en su comunidad, entonces, obedece a razones que escapan a las normas litúrgicas, y posiblemente no gane Ud. nada recitándole al párroco los cánones que avalan el culto eucarístico.
Quizás quienes lo piden sea un grupo muy mínimo, y enfrentado al párroco. En ese caso lo mejor es primero tratar de volver a tener confianza mutua, limando asperezas, y recién después ir llevando a que vea que lo que pretende su grupo es algo que aportaría un gran bien espiritual a la parroquia.
A lo mejor se trata de alguna cuestión ideológica, es decir, para algunas posturas teológicas el culto a la Eucaristía fuera de la misa es un añadido medieval a la piedad bíblica. No falta razón a estos intérpretes en cuanto a que el culto eucarístico fuera de la misa es relativamente reciente, no más atrás que el siglo X. Sin embargo, una cosa es que un desarrollo del culto sea posterior, y otra que sea una mera excrecencia o algo prescindible. La misma Iglesia que aprobó este culto en sus orígenes, le ha ido dando un impulso más bien creciente, mostrando que, aunque posterior, va en la misma dirección que la piedad a la que lleva el Nuevo testamento.
Nuevamente cabe lo que sugerí en un párrafo anterior, no vale la pena un enfrentamiento de principios, no se gana nada con ello: recitar cánones no es nunca una buena estrategia, y posiblemente no haga justicia al reclamo de fondo.