Asumiendo que la misa en la que se celebrará el matrimonio es una misa de las normales de la parroquia, con asistencia de feligresía que no tiene relación con la boda, no deben cambiarse, se trata de una solemnidad. Así lo expresa el número 357 de la Ordenación General del Misal Romano:
"Para los domingos y para las solemnidades se asignan tres lecturas, esto es: del Profeta, del Apóstol y del Evangelio, con las cuales es educado el pueblo cristiano en la continuidad de la obra de salvación, según el admirable plan divino. Empléense rigurosamente estas lecturas."
Ahora bien, si es una misa exclusivamente celebrada para el matrimonio, y en la que los presentes serán en principio solo gente que viene a la boda, entonces cabría, por el bien pastoral, cambiar las lecturas, o al menos la segunda. Pero no es algo que pueda deducirse en abstracto, lo tiene que decidir en concreto el pastor de la parroquia.