Posiblemente quedó la costumbre desde la pandemia, en que no se decía por motivos sanitarios (para no hablar cerca de la cara del feligrés). En ese momento el sacerdote solia decirlo en el altar antes de ir a dar la comunión, todos respondíamos "amén", y luego se repartía en silencio, lo cual es perfectamente comprensible.
En mi parroquia decía el sacerdote en voz alta: "El Cuerpo de Cristo nos guarde para la vida eterna", y la asamblea respondía "Amén". Esta exclamación es síntesis de la oración que reza el sacerdote en voz baja mientras la asamblea reza el Cordero de Dios, así que realmente era muy apropiada para el momento. Por supuesto, puesto que no había nada reglado, no todas las parroquias hacían lo mismo, pero en general en las misas que he ido siempre el sacerdote decía algún tipo de identificación de lo que íbamos a recibir.
Pasada la pandemia, lo lógico sería volver a proclamar "El Cuerpo de Cristo" ante cada uno de los fieles que se acerca a comulgar. Pero lo cierto es que no hay nada prescrito al respecto, lo único que pide el Ordinario de la Misa es que el sacerdote, antes de ir a dar la comunión, invite al banquete de Cristo (nº 84 del OG del misal romano), cosa que hacemos con la exclamación "Este es el Cordero de Dios que quita....", seguida del acto de humildad correspondiente ("Señor, yo no soy digno...").
Por el modo de preguntar me da la impresión de que el lector piensa que si falta esa invocación individual pudiera carecer algo sí como de "validez" la comunión recibida: no, de ninguna manera. La comunión tiene su validez de estar correctamente consagrada, y recibida con la disposición adecuada y en gracia de Dios.