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El Testigo Fiel
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«Mira que estoy a la puerta y llamo,
si alguno oye mi voz y me abre la puerta,
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Domingo de Pascua de Resurrección, solemnidad
Oficio de Lecturas
Inicio
Hoy la Vigilia Pascual reemplaza al Oficio de Lectura. Los que no han podido asistir a la Vigilia lean, por lo menos, cuatro lecturas con sus cánticos y oraciones. Conviene usar las que aquí se ponen.
El Oficio de Lectura comienza directamente por las lecturas.
(rúbricas de la edición impresa de la Liturgia de las Horas)


Nota de nuestra edición:
Por las especiales características del Oficio de Lectura de este día, en la página de lectura bíblica se verá la primera lectura (Éxodo 14) y tres vínculos a la derecha de los que utilizamos para indicar lecturas alternativas. Esos vínculos conducen a las otras tres lecturas, que no son, en este día, optativas, sino obligatorias..

Hoy no se reza en el Oficio ninguna introducción, ni el Invitatorio (aunque Oficio sea la primera oración del día).
El Invitatorio se reza obligatoriamente en Laudes.
Lectura Bíblica
[lectura 1] [lectura 1] [o bien:] [o bien:] [o bien:] [o bien:] [o bien:] [o bien:]
V/. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza. Aleluya.
R/. Enseñaos unos a otros con toda sabiduría. Aleluya.

Los israelitas entraron en medio del mar a pie enjuto
Lectura del libro del Éxodo
Ex 14,15-15,1 (del lecc. único)
En aquellos días, dijo el Señor a Moisés:
-« ¿Por qué sigues clamando a mí? Di a los israelitas que se pon­gan en marcha. Y tú, alza tu cayado, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los israelitas entren en medio del mar a pie enju­to. Que yo voy a endurecer el corazón de los egipcios para que los persigan, y me cubriré de gloria a costa del Faraón y de todo su ejér­cito, de sus carros y de los guerreros. Sabrán los egipcios que yo soy el Señor, cuando me haya cubierto de gloria a costa del Faraón, de sus carros y de sus guerreros.»
Se puso en marcha el ángel del Señor, que iba al frente del ejército de Israel, y pasó a retaguardia. También la columna de nube de de­lante se desplazó de allí y se colocó detrás, poniéndose entre el cam­pamento de los egipcios y el campamento de los israelitas. La nube era tenebrosa, y transcurrió toda la noche sin que los ejércitos pudie­ran trabar contacto. Moisés extendió su mano sobre el mar, y el Se­ñor hizo soplar -durante toda la noche un fuerte viento del este, que secó el mar, y se dividieron las aguas. Los israelitas entraron en me­dio del mar a pie enjuto, mientras que las aguas formaban muralla a derecha e izquierda. Los egipcios se lanzaron en su persecución, en­trando tras ellos, en medio del mar, todos los caballos del Faraón y los carros con sus guerreros.
Mientras velaban al amanecer, miró el Señor al campamento egip­cio, desde la columna de fuego y nube, y sembró el pánico en el cam­pamento egipcio. Trabó las ruedas de sus carros y las hizo avanzar pesadamente.
Y dijo Egipto:
-«Huyamos de Israel, porque el Señor lucha en su favor contra Egipto. »
Dijo el Señor a Moisés:
-«Extiende tu mano sobre el mar, y vuelvan las aguas sobre los egipcios, sus carros y sus jinetes.»
Y extendió Moisés su mano sobre el mar; y al amanecer volvía el mar a su curso de siempre. Los egipcios, huyendo, iban a su encuen­tro, y el Señor derribó a los egipcios en medio del mar.
Y volvieron las aguas y cubrieron los carros, los jinetes y todo el ejército del Faraón, que lo había seguido por el mar. Ni uno solo se salvó.
Pero los hijos de Israel caminaban por lo seco en medio del mar; las aguas les hacían de muralla a derecha e izquierda.
Aquel día salvó el Señor a Israel de las manos de Egipto. Israel vio a los egipcios muertos, en la orilla del mar. Israel vio la mano grande del Señor obrando contra los egipcios, y el pueblo temió al Señor, y creyó en el Señor y en Moisés, su siervo.
Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron este canto al Señor:
(en lugar del responsorio se dice):
 
Ant: Cantaré al Señor, sublime es su victoria

Cántico: Ex 15,1-6.17-18

Cantaré al Señor, sublime es su victoria,
caballos y carros ha arrojado en el mar.
Mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.

Él es mi Dios: yo lo alabaré;
el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.
El Señor es un guerrero,
su nombre es «El Señor».

Los carros del Faraón los lanzó al mar,
ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes.

Las olas los cubrieron,
bajaron hasta el fondo como piedras.
Tu diestra, Señor, es fuerte y terrible,
tu diestra, Señor, tritura al enemigo.

Lo introduces y lo plantas en el monte de tu heredad,
lugar del que hiciste tu trono, Señor;
santuario, Señor, que fundaron tus manos.
El Señor reina por siempre jamás.

Ant: Cantaré al Señor, sublime es su victoria

Oración

Oh Dios, que has iluminado los prodigios de los tiempos antiguos con la luz del Nuevo Testamento: el mar Rojo fue imagen de la fuente bautismal, y el pueblo liberado de la esclavitud imagen de la familia cristiana; concede que todos los pueblos, elevados por la fe a la dignidad de pueblo elegido, se regeneren por la participación de tu Espíritu. Por Jesucristo nuestro Señor.
Derramaré sobre vosotros un agua pura y os daré un corazón nuevo
Lectura del libro del profeta Ezequiel
Ez 36,16-28 (del lecc. único)
Me vino esta palabra del Señor:
«Hijo de Adán,
cuando la casa de Israel habitaba en su tierra,
la profanó con su conducta, con sus acciones;
como sangre inmunda fue su proceder ante mí.
Entonces derramé mi cólera sobre ellos,
por la sangre que habían derramado en el país,
por haberlo profanado con sus idolatrías.
Los esparcí entre las naciones,
anduvieron dispersos por los países;
según su proceder, según sus acciones los sentencié.
Cuando llegaron a las naciones donde se fueron,
profanaron mi santo nombre;
decían de ellos:
"Éstos son el pueblo del Señor,
de su tierra han salido.
Sentí lástima de mi santo nombre,
profanado por la casa de Israel
en las naciones a las que se fue.
Por eso, di a la casa de Israel:
Esto dice el Señor:
"No lo hago por vosotros, casa de Israel,
sino por mi santo nombre, profanado por vosotros,
en las naciones a las que habéis ido.
Mostraré la santidad de mi nombre grande,
profanado entre los gentiles,
que vosotros habéis profanado en medio de ellos;
y conocerán los gentiles que yo soy el Señor
-Oráculo del Señor-,
cuando les haga ver mi santidad al castigaros.
Os recogeré de entre las naciones,
os reuniré de todos los países,
y os llevaré a vuestra tierra.
Derramaré sobre vosotros un agua pura
que os purificará:
de todas vuestras inmundicias e idolatrías
os he de purificar.
Y os daré un corazón nuevo,
y os infundiré un espíritu nuevo;
arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra,
y os daré un corazón de carne.
Os infundiré mi espíritu,
y haré que caminéis según mis preceptos,
y que guardéis y cumpláis mis mandatos.
Y habitaréis en la tierra que di a vuestros padres.
Vosotros seréis mi pueblo,
y yo seré vuestro Dios."»
(en lugar del responsorio se dice):
 
Ant: Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío.

Salmo 41,2-3.5bcd;42,3-4

Como busca la cierva
corrientes de agua,
así mi alma te busca
a ti, Dios mío;

tiene Sed de Dios,
del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver
el rostro de Dios?

Cómo marchaba a la cabeza del grupo,
hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta.

Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada.

Que yo me acerque al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío.

Ant: Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío.

Oración

Oh Dios, poder inmutable y luz sin ocaso, mira con bondad a tu Iglesia, sacramento de la nueva alianza, y, según tus eternos designios, lleva a término la obra de la salvación humana; que todo el mundo experimente y vea cómo lo abatido se levanta, lo viejo se renueva y vuelve a su integridad primera, por medio de nuestro Señor Jesucristo, de quien todo procede. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos
Rm 6,3-11 (del lecc. único)
Hermanos:
Los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo fuimos incorporados a su muerte.
Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva.
Porque, si nuestra existencia está unida a él en una muerte como la suya, lo estará también en una resurrección como la suya.
Comprendamos que nuestra vieja condición ha sido crucificada con Cristo, quedando destruida nuestra personalidad de pecadores, y no­sotros libres de la esclavitud al pecado; porque el que muere ha que­dado absuelto del pecado.
Por tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también vivi­remos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él. Porque su morir fue un morir al pecado de una vez para siempre; y su vivir es un vivir para Dios.
Lo mismo vosotros, consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.
(en lugar del responsorio se dice):
 
Ant: Aleluya, aleluya, aleluya.

Salmo 117,1-2.16ab-17.22-23

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa.

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

Ant: Aleluya, aleluya, aleluya.
Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea
Proclamación del Santo Evangelio según san Mateo
Mt 28,1-10 (del lecc. único)
En la madrugada del sábado, al alborear el primer día de la sema­na, fueron María Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Y de pronto tembló fuertemente la tierra, pues un ángel del Señor, bajan­do del cielo y acercándose, corrió la piedra y se sentó encima. Su as­pecto era de relámpago y su vestido blanco como la nieve; los centi­nelas temblaron de miedo y quedaron como muertos. El ángel habló a las mujeres:
-«Vosotras, no temáis; ya sé que buscáis a Jesús, el crucificado.
No está aquí. Ha resucitado, como había dicho. Venid a ver el si­tio donde yacía e id aprisa a decir a sus discípulos: "Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis." Mirad, os lo he anunciado.»
Ellas se marcharon a toda prisa del sepulcro; impresionadas y lle­nas de alegría, corrieron a anunciarlo a los discípulos.
De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo:
-«Alegraos.»
Ellas se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron los pies.
Jesús les dijo: -«No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán.»
(en lugar del responsorio se dice):
 
Ant: Se continúa con el rezo del Te Deum, en el siguiente paso
Te Deum
[en Español] [en Español] [en Latín] [en Latín]
(sólo domingos, solemnidades, fiestas y ferias de navidad)
A ti, oh Dios, te alabamos,
a ti, Señor, te reconocemos.

A ti, eterno Padre,
te venera toda la creación.

Los ángeles todos, los cielos
y todas las potestades te honran.

Los querubines y serafines
te cantan sin cesar:

Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo.

Los cielos y la tierra
están llenos de la majestad de tu gloria.

A ti te ensalza
el glorioso coro de los apóstoles,
la multitud admirable de los profetas,
el blanco ejército de los mártires.

A ti la Iglesia santa,
extendida por toda la tierra,
te proclama:

Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo, Defensor.

Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.

Tú eres el Hijo único del Padre.

Tú, para liberar al hombre,
aceptaste la condición humana
sin desdeñar el seno de la Virgen.

Tú, rotas las cadenas de la muerte,
abriste a los creyentes el reino del cielo.

Tú te sientas a la derecha de Dios
en la gloria del Padre.

Creemos que un día
has de venir como juez.

Te rogamos, pues,
que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.

Haz que en la gloria eterna
nos asociemos a tus santos.


(lo que sigue puede omitirse)

Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice tu heredad.

Sé su pastor
y ensálzalo eternamente.

Día tras día te bendecimos
y alabamos tu nombre para siempre,
por eternidad de eternidades.

Dígnate, Señor, en este día
guardarnos del pecado.

Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.

Que tu misericordia, Señor,
venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.

En ti, Señor, confié,
no me veré defraudado para siempre.
(sólo domingos, solemnidades, fiestas y ferias de navidad)
Te Deum laudámus:
te Dóminum confitémur.

Te ætérnum Patrem,
omnis terra venerátur.

Tibi omnes ángeli, tibi cæli,
et univérsæ potestátes.

Tibi chérubim et séraphim
incessábili voce proclámant:

Sanctus, Sanctus, Sanctus
Dóminus Deus Sábaoth.

Pleni sunt cæli et terra
maiestátis glóriæ tuæ.

Te gloriósus Apostolórum chorus,
te prophetárum laudábilis númerus,
te mártirum candidátus
laudat exércitus.

Te per orbem terrárum
sancta confitétur
Ecclésia:

Patrem imménsæ maiestátis,
venerádum tuum verum et únicum Fílium:
Sanctum quoque Paráclitum Spíritum.

Tu rex glóriæ, Christe.

Tu Patris sempitérnus es Fílius.

Tu, ad liberándum susceptúrus hóminem,
non horruísti
Vírginis uterum.

Tu, devícto mortis acúleo,
aperuísti credéntibus regna cælórum.

Tu ad déxteram Dei sedes
in glória Patris.

Iudex créderis
esse ventúrus.

Te ergo quæsumus,
tuis fámulis súbveni,
quos pretióso sánguine redemisti.

Ætérna fac cum Sanctis tuis
in glória numerári.


(Hæc ultima pars hymni ad libitum omitti potest)

Salvum fac pópulum tuum, Dómine,
et bénedic hereditáti tuæ.

Et rege eos,
et extólle illos usque in ætérnum.

Per síngulos dies benedícimus te;
et laudámus nomen tuum in sæculum,
et in sæculum sæculi.

Dignáre, Dómine, die isto
sine peccáto nos custodire.

Miserére nostri, Dómine,
miserére nostri.

Fiat misericórdia tua,
Dómine, super nos,
quemádmodum sperávimus in te.

In te, Dómine, sperávi:
non confúndar in ætérnum.
Final

Oremos:

Señor Dios, que en este día nos has abierto las puertas de la vida por medio de tu Hijo, vencedor de la muerte, concede a los que celebramos la solemnidad de la resurrección de Jesucristo, ser renovados por tu Espíritu, para resucitar en el reino de la luz y de la vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.

(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V/. Bendigamos al Señor.
R/. Demos gracias a Dios
 
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