El fruto de la consulta que el Papa Francisco comenzó en octubre de 2021 ha visto la luz. El Documento final del Sínodo sobre la Sinodalidad consta de 155 puntos que Francisco ha decidido se publiquen y se distribuyan para todo el Pueblo de Dios.
Al concluir la votación de cada uno de estos 155 puntos, tras la intervención del Presidente Delegado, Ibrahim Isaac Sedrak, Francisco ha tomado la palabra. En su discurso final con el que ha concluir la última Congregación general de la Asamblea, el Santo Padre ha anunciado que no va a publicar una exhortación apostólica postsinodal.
«Basta con lo que hemos aprobado», anunciaba. «En el Documento hay ya indicaciones muy concretas que pueden servir de guía para la misión de la Iglesia, en los distintos continentes, en distintos contextos. Por eso, lo pongo ya a disposición de todos y, por eso, he dicho que se publique», aseguraba poco antes de las ocho de la noche.
Y así ha sido. Por parte de la Santa Sede, el texto oficial se ha hecho público, de momento solo en italiano y en inglés, en cuanto ha concluido el rezo del Te Deum con el que se ha puesto punto y final a los trabajos en el Aula Pablo VI.
El Documento final abarca un amplio arco de temáticas en sus puntos, algunos más discutidos que otros, aunque, en general, todos han obtenido un amplio consenso. Los 355 padres y madres sinodales han llevado a cabo «un acto de discernimiento comunitario» constando que durante el proceso «ha habido resistencias al cambio».
Diaconado femenino
Pese a que el Papa Francisco escindió ciertos temas de las reflexiones propiamente dichas de la Asamblea, la cuestión del diaconado femenino emerge de nuevo en el Documento final. Precisamente es el punto más contestado con 97 votos en contra y 258 a favor. No es una cuestión que el Sínodo haya zanjado por completo y Doctrina de la Fe ha asegurado que se sigue estudiando porque «no está madura». El punto en cuestión es el 60 y afirma que «sigue abierta la cuestión del acceso de las mujeres al ministerio diaconal. Es necesario un mayor discernimiento a este respecto».
El texto reconoce que «las mujeres siguen encontrando obstáculos para obtener un reconocimiento más pleno de sus carismas, de su vocación y de su lugar en los distintos ámbitos de la vida de la Iglesia, en detrimento del servicio a la misión común». La Asamblea también recuerda que hay mujeres en puestos de autoridad en la Iglesia e incluso la Curia y «hace un llamamiento a la plena aplicación de todas las oportunidades ya previstas en la legislación vigente en relación con el papel de la mujer, en particular en los lugares donde aún no se han realizado».
Porque «no hay ninguna razón para que las mujeres no asuman funciones de liderazgo en la Iglesia: lo que viene del Espíritu Santo no puede detenerse».
Corresponsabilidad y ministerios laicales
En ese sentido, el texto aboga «por una más amplia participación de los laicos y laicas en los procesos de discernimiento eclesial y en todas las fases de los procesos decisionales». Sobre los laicos, también se indica la posibilidad de que haya más ministerios a su disposición destacando que, «ni todos los bautizados deben ser ministros, ni todos los ministerios deben ser instituidos».
«En una Iglesia sinodal misionera, se pide la promoción de más formas de ministerios laicales, es decir, ministerios que no requieren el sacramento del Orden, no solo en el ámbito litúrgico», especifica. La Asamblea también propone que se impulse el diaconado permanente, todavía muy desconocido en algunas Iglesias locales.
El texto invita a obispos, presbíteros y diáconos a ejercer la corresponsabilidad «que requiere también la colaboración con otros miembros del Pueblo de Dios». «Una distribución más articulada de tareas y responsabilidades, un discernimiento más valiente de lo que pertenece propiamente al ministerio ordenado y de lo que puede y debe delegarse en otros, favorecerá su ejercicio de una manera espiritualmente más sana y pastoralmente más dinámica en cada uno de sus órdenes», destaca la Asamblea sinodal.
Transparencia a todos los niveles
Cuestiones tan diversas como ecumenismo, la plena participación de las personas con discapacidad en las comunidades, las desigualdades, la importancia de la formación, la soledad de los sacerdotes, el respeto por la vida humana, por los derechos de los trabajadores de la Iglesia o compartir los bienes de la misma, aparecen reflejadas en el texto final dando cuenta de lo variados que han sido los debates sinodales. El Documento final también aborda la dolorosa cuestión de los abusos sexuales y la rendición de cuentas: «Si la Iglesia sinodal quiere ser acogedora, la rendición de cuentas debe convertirse en una práctica habitual a todos los niveles».
Sobre la transparencia, el Documento indica además que «también concierne al estilo de vida de los pastores, los planes pastorales, los métodos de evangelización y el modo en que la Iglesia respeta la dignidad de la persona humana, por ejemplo, en lo que respecta a las condiciones de trabajo dentro de sus instituciones».
Competencia de las Conferencias Episcopales
El segundo de los puntos que más votos en contra ha registrado es el referido a la autonomía de las Conferencias Episcopales. 45 sinodales han votado contra la posibilidad de que tengan «competencia doctrinal y disciplinar», «sin poner en peligro la unidad y la catolicidad de la Iglesia». Probablemente haya sido contestado por remitir a algunas de las pretensiones del camino sinodal alemán.
Durante la rueda de prensa posterior a la votación y aprobación del Documento, tanto el cardenal Mario Grech, Secretario General de la Secretaría del Sínodo, como el cardenal Jean-Claude Hollerich, Relator general, han mostrado su satisfacción por el trabajo cumplido y han explicado que el método de la conversación en el Espíritu ha propiciado un consenso mayor entre los padres sinodales respecto a la Asamblea de 2023.
En cualquier caso, con el final de la Asamblea no concluye la profundización en la sinodalidad. Porque, como indica el propio Documento final, «el proceso sinodal no termina con el final de la actual Asamblea del Sínodo de los Obispos, sino que incluye la fase de implementación».