Esta web utiliza cookies, puedes ver nuestra política de cookies, aquí Si continuas navegando estás aceptándola
Política de cookies +
El Testigo Fiel
rápido, gratis y seguro
conservar sesión
  • Por sobre todo, los miembros registrados dan forma y sentido a este sitio, para que no sea solamente un portal de servicios sino una verdadera comunidad de formación, reflexión y amistad en la Fe.
  • Además tienes ventajas concretas en cuanto al funcionamiento:
    • Tienes reserva del nombre, de modo que ningún invitado puede quedarse con tu identidad.
    • En los foros, puedes variar diversas opciones de presentación (color de fondo, cantidad de mensajes por página, etc.), así como recibir mail avisándote cuando respondan a cuestiones de tu interés.
    • También puedes llevar un control sobre los mensajes que leíste y los que no, o marcarlos para releer.
    • Puedes utilizar todas las funciones de la Concordancia Bíblica on-line.
registrarme
«Mira que estoy a la puerta y llamo,
si alguno oye mi voz y me abre la puerta,
entraré en su casa y cenaré con él, y él conmigo...»
formación, reflexión y amistad en la fe, con una mirada católica ~ en línea desde el 20 de junio de 2003 ~
Documentación: Oración de un pobre ante las adversidades
Salmo 86 (85)
Este poema contiene la oración confiada de un individuo -o mejor de un pueblo- que, hallándose en una situación crítica, experimentó la salvación de Dios: Tú, Señor, eres bueno y clemente con los que te invocan; tú me salvaste del [...]

abismo profundo
.
El salmista vive, nuevamente, un momento difícil de su vida: Una banda de insolentes atenta contra mi vida. Pero la experiencia antigua le hace pasar con facilidad de la súplica a la confianza y a la acción de gracias: Tú, Señor, me salvaste del abismo profundo; da, pues, fuerza a tu siervo y yo te alabaré de todo corazón.
Los acentos de súplica y confianza de este salmo pueden fácilmente ser el arranque de la oración de nuestro nuevo día. Como el salmista, llamemos todo el día y, si en algún momento de la jornada nos creemos sumergidos en el mal o descorazonados por las dificultades, recordemos las antiguas maravillas de Dios para con su pueblo -grande eres tú, y haces maravillas- y esperemos que el Señor nuevamente nos ayudará y nos consolará.
En la celebración comunitaria, si no es posible cantar la antífona propia, este salmo se puede acompañar cantando alguna antífona de súplica, por ejemplo: "A ti levanto mis ojos" (MD 841).
Oración I: Inclina tu oído, Señor, a nuestras súplicas y ten piedad de nosotros, tú que eres bueno y clemente; ten piedad, Señor, de nosotros, pues a ti estamos llamando todo el día; salva a los hijos de tu esclava, ayúdanos y consuélanos. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Oración II: Escúchanos, Señor, que somos unos pobres y desamparados; enséñanos tu camino y haz que nos mantengamos durante todo el día en el temor de tu nombre; que, aunque nos veamos sumergidos en el abismo profundo, sepamos confiar en tu grande piedad para con nosotros y bendecir tu nombre por los siglos de los siglos. Amén.
[Pedro Farnés]



sup>1Inclina tu oído, Señor, escúchame, que soy un pobre desamparado; 2protege mi vida, que soy un fiel tuyo; salva a tu siervo, que confía en ti. 3Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor, que a ti te estoy llamando todo el día; 4alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti; 5porque tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan. 6Señor, escucha mi oración, atiende a la voz de mi súplica. 7En el día del peligro te llamo, y tú me escuchas. 8No tienes igual entre los dioses, Señor, ni hay obras como las tuyas. 9Todos los pueblos vendrán a postrarse en tu presencia, Señor; bendecirán tu nombre: 10"Grande eres tú, y haces maravillas; tú eres el único Dios". 11Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad; mantén mi corazón entero en el temor de tu nombre. 12Te alabaré de todo corazón, Dios mío; daré gloria a tu nombre por siempre, 13por tu gran piedad para conmigo, porque me salvaste del abismo profundo. 14Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí, una banda de insolentes atenta contra mi vida, sin tenerte en cuenta a ti. 15Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad y leal, 16mirame, ten compasión de mí. Da fuerza a tu siervo, salva al hijo de tu esclava; 17dame una señal propicia, que la vean mis adversarios y se avergüencen, porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.

 

© El Testigo Fiel - 2003-2024 - www.eltestigofiel.org - puede reproducirse libremente, mencionando la fuente.
Sitio realizado por Abel Della Costa - Versión de PHP: 7.2.34