El salmo 110 podemos decir que es un buen colofón de la celebración del domingo. Meditado al final del día del Señor, nos ayuda a dar como una mirada retrospectiva a los grandes misterios que hemos conmemorado y vivido en [...]
este día: Grandes son las obras del Señor, dignas de estudio para los que las aman.
El domingo, en efecto, nos ha recordado que el Señor envió la redención a su pueblo: la resurrección de Jesucristo, que hoy hemos conmemorado, es el inicio de la resurrección universal. Lo que el hombre tanto deseaba, su más preciada heredad, la ha obtenido ya: la resurrección iniciada por Jesús es, más aún que la antigua posesión de Canaán, la heredad por la que la humanidad tanto suspira. Nos ha dado, pues, la heredad de los gentiles.
Recordando siempre su alianza, da alimento a sus fieles. La eucaristía, que hoy todos los cristianos hemos celebrado, ha hecho presente la alianza de Dios con los hombres, ha sido como el memorial de su promesa de resurrección universal: "El que come de este pan vivirá para siempre" (Jn 6, 52).
Podemos decir, pues, que este salmo, que ya para Israel era un himno de renovación de la alianza, es para nosotros como una nueva eucaristía vespertina que nos recuerda cómo el Señor ha hecho maravillas memorables para con nosotros. En compañía de los rectos, pues, en la asamblea, recordando cómo la obra de Dios es esplendor y belleza, demos gracias al Señor de todo corazón.
Oración I: Dios de ternura y de amor, gloria de la Iglesia y gozo de todos los santos, danos la primicia de la sabiduría que es tu temor y haz que sepamos admirar el esplendor y belleza de tu obra, para que, en compañía de los rectos, en la asamblea, celebremos en la eucaristía, el memorial de tus maravillas, ofreciendo, por medio de ella, nuestro sacrificio de alabanza, y encontremos en este alimento que tú das a tus fieles la prenda de nuestra esperanza. Te lo pedimos, Padre, por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Oración II: Haz, Señor, que, en compañía de los rectos, en la asamblea, te demos gracias por el esplendor y belleza de tu obra y, al participar en la eucaristía, memorial de tus maravillas, encontremos el alimento que tú das a tus fieles como prenda de su futura resurrección. Te lo pedimos, Padre, por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
[Pedro Farnés]