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El Testigo Fiel
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Documentación: Pablo VI, papa
En Castelgandolfo, san Pablo VI, papa, que llevó a término el Concilio Ecuménico Vaticano II, convocado por su predecesor, y supo testimoniar, en años difíciles, la fe en Jesucristo. Su memoria litúrgica se celebra el 29 de mayo.

Eficacia pastoral del culto tributado a la Virgen

fuente: De la exhortación apostólica Marialis cultus (AAS 66[1974], 113-168)
Se utiliza en: Nuestra Señora del Pilar (lecc. único) (12/10)

La piedad de la Iglesia hacia la santísima Virgen María es un elemento intrínseco del culto cristiano. La veneración que la Iglesia ha dado a la Madre del Señor en todo tiempo y lugar -desde el saludo y la bendición de Dios hasta las expresiones de alabanza y súplica de nuestro tiempo- constituye un sólido testimonio de que la lex orandi de la Iglesia es una invitación a reavivar en las conciencias su lex credendi. Y viceversa: la lex credendi de la Iglesia requiere que por todas partes florezca lozana su lex orandi en relación con la Madre de Cristo. Culto a la Virgen de raíces profundas en la palabra revelada de sólidos fundamentos dogmáticos.

La misión maternal de la Virgen empuja al pueblo de Dios a dirigirse con filial confianza a aquella que está siempre dispuesta a acoger sus peticiones con afecto de madre y con eficaz ayuda de auxiliadora; por eso los cristianos la invocan desde antiguo como «Consoladora de los afligidos», «Salud de los enfermos», «Refugio de los pecadores», para obtener consuelo en la tribulación, alivio en la enfermedad, fuerza liberadora de la esclavitud del pecado; porque ella, libre de toda mancha de pecado, conduce a sus hijos a vencer con enérgica determinación el pecado. Y, hay que afirmarlo una y otra vez, esta liberación del mal y de la esclavitud del pecado es la condición previa y necesaria para toda renovación de las costumbres cristianas.

La santidad ejemplar de la Virgen mueve a los fieles a levantar los ojos hacia María, «que brilla ante toda la comunidad de los elegidos como modelo de virtudes». Virtudes sólidas, evangélicas: la fe y la dócil aceptación de la palabra de Dios; la obediencia generosa; la humildad sincera; la caridad solícita; la sabiduría reflexiva; la piedad hacia Dios, pronta al cumplimiento de los deberes religiosos, agradecida por los bienes recibidos, que ofrece en el templo, que ora en la comunidad apostólica; la fortaleza en el destierro, en el sufrimiento; la pobreza llevada con dignidad y confianza en el Señor; el vigilante cuidado hacia el Hijo desde la humildad de la cuna hasta la ignominia de la cruz; la delicadeza previsora; la castidad virginal; el fuerte y casto amor conyugal. De estas virtudes de la Madre se adornarán los hijos que con tenaz propósito contemplan sus ejemplos para reproducirlos en la propia vida. Y tal progreso en la virtud aparecerá como consecuencia y fruto maduro de aquella eficacia pastoral que brota del culto tributado a la Virgen.

Otras lecturas del mismo autor

El ejemplo de Nazaret - [Alocución en Nazaret 5-I-1964]
Rasgad los corazones, no las vestiduras - [Constitución apostólica «Paenitemini» (AAS t. 58. 1966, 178-179)]
María, Madre de la Iglesia - [De la alocución en la clausura de la III sesión del Concilio Vaticano II (21 de noviembre de 1964: AAS 56 [1964], 1015-1016)]
Estuve enfermo, y me visitasteis - [De la homilía pronunciada en la canonización (25 de enero de 1970; AAS 62[1970], 82-88)]
La gloria de los mártires, signo de regeneración - [De la homilía pronunciada en la canonización de los mártires de Uganda (AAS 56 [1964], 905-906)]
Es necesario conocer al hombre para conocer a Dios - [De las Homilías (en la última sesión pública del Concilio Vaticano II, 7 de diciembre de 1965: AAS 58 [1966] 53. 55-56. 58-59)]
Predicamos a Cristo hasta los confines de la tierra - [Homilía pronunciada en Manila 29 noviembre 1970]
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