
La información sobre san Pedro de Argos, obispo, es fragmentaria y procede de diversas fuentes, algunas hagiográficas y otras históricas. Su figura se perfila como la de un pastor celoso y caritativo, dedicado al cuidado de su rebaño y a la defensa de la fe.
Pedro nació en Argos, Grecia, presumiblemente en la segunda mitad del siglo IX. Vivió en una época turbulenta, marcada por las incursiones árabes y las luchas iconoclastas.
A principios del siglo X fue elegido obispo de Argos. Dirigió su diócesis con sabiduría y firmeza, mostrando gran preocupación por los pobres y los esclavos. Trabajó por su liberación y bienestar, convirtiéndose en un ejemplo de caridad cristiana.
Pedro fue también un incansable defensor de la fe ortodoxa. Se opuso enérgicamente a la iconoclasia, luchando por el culto de las imágenes sagradas. Su posición le enfrentó a las autoridades imperiales, que le persiguieron y exiliaron.
Pedro murió en el exilio hacia 922. Su memoria fue inmediatamente venerada por los fieles, que lo consideraban un obispo modelo y un intercesor ante Dios. Sus reliquias fueron trasladadas a Argos y colocadas en la catedral de la ciudad.
Traducido para ETF de un artículo de Franco Dieghi. Nota: el elogio de la versión española del Martirologio Romano trae "Pedro de Argo", pero parece simplemente un italianismo en la traducción; en nuestro idioma, siguiendo a la forma griega de la palabra original, el nombre de la ciudad es Argos, tradicional ciudad del Peloponeso.