Entró a la Comunidad Marianitas de Santa Cruz en 1854. A través de su profundo conocimiento del ministerio del sacerdote y del alcance de su función, ella comprendió que él necesitaba colaboradores y colaboradoras. A través de eventos y dificultades, se convirtió en la fundadora de Las Pequeñas Hermanas de la Sagrada Familia para apoyar a los sacerdotes en sus tareas apostólicas a través de la oración y la acción. Pudo dar una sólida formación a sus hermanas, aumentando su espíritu de fe en Dios y su devoción filial a su Iglesia. Su carisma de servicio era tan contagioso que más de 2000 mujeres lo siguieron. Su apostolado ha estado floreciendo en más de 200 instituciones educativas y de evangelización en Canadá, Estados Unidos, Italia, Brasil, Haití, Chile, Honduras y Guatemala.

Había nacido el 12 de mayo de 1840 en L'Acadie, entonces de la diócesis de Montreal, ahora de la diócesis de Saint-Jean-Longueuil (fusionada en la actualidad con la ciudad de Saint-Jean-sur-Richelieu, Québec). Bautizada con el nombre de Virginie Alodie, en la familia la llamaban Élodie. Era la única hija mujer, y tercera de una familia de seis hijos, cuatro de los cuales sobrevivirán. Sus padres, Joseph Paradis y Émilie Grégoire, se ganan la vida en las zonas rurales. Ella hereda la bondad, la dulzura de su padre, así como la firmeza y la caridad de su madre.

A la edad de nueve años, fue interna en la Congregación de Las Hermanas de Notre-Dame en Laprairie. A los catorce años entró en el convento de las Marianitas de Santa Cruz en Saint-Laurent, Montreal, rama femenina de la Congregación de la Santa Cruz. El fundador, el Padre Basile-Moreau, la admitió el 22 de agosto de 1857, hacer los votos a pesar de su mala salud. Se llamaba Sor María de Santa Leonia.

Hasta 1862, enseñó en Montreal y luego fue enviada al Orfanato de San Vicente de Paúl en New York por ocho años. En 1870, decidió mudarse a la comunidad norteamericana de las Hermanas de la Santa Cruz en Indiana, pensando que cumpliría sus aspiraciones de dedicarse al servicio del clero. Allí enseñó bordado y francés en la Academia Santa María. Aquel deseo de dedicación permaneció latente, pero su estadía de doce años en los Estados Unidos le permitió dominar el inglés.

En el otoño de 1874, Sor María-de-Santa Leonia fue enviada de Indiana a Memramcook, New Brunswick, para hacerse cargo del equipo de hermanas y jóvenes acadienses que realizaban las tareas domésticas en el Colegio San José, entonces dirigido por el Padre Camilo Lefebvre, c.s.c.

Este lugar se convirtió rápidamente en una fuente de vocaciones y muchachas generosas se reunieron rápidamente en torno a Sor María Leonia, como era llamada normalmente.

Allí, en 1880, fundó oficialmente su Instituto: Las Pequeñas Hermanas de la Sagrada Familia para colaborar y apoyar a los Religiosos de la Santa Cruz en la obra educativa. El Capítulo General de los Religiosos de la Santa Cruz aceptó que estas Jóvenes, llamadas "Pequeñas Hermanas de la Sagrada Familia", se organizaran en un Instituto autónomo bajo la dirección de Sor María de Santa Leonia. Mientras se comprometían a través de votos privados, estas jóvenes se dedicaban al cuidado doméstico de los colegios de Santa Cruz en Canadá.

En 1895, a la muerte del Padre Lefebvre, que había ayudado a la comunidad, dejó esta obra llena de promesas sin aprobación canónica. Sigue siendo profesa de la Santa Cruz y lleva el hábito de la misma. En 1905, el Papa San Pío X la liberó de sus obligaciones para con su primera comunidad y le permitió vestir el hábito religioso que había dado a sus hermanas.

Poco a poco, el Instituto fue sirviendo a diferentes comunidades religiosas y al clero diocesano. 

En más de cuarenta casas trabajan sus hermanas, cuando Dios la llamó a él el 3 de mayo de 1912, a la edad de 72 años, después de haber dirigido su comunidad durante 32 años.

Esa misma mañana, tuvo la alegría de recibir el permiso para imprimir la "Pequeña Regla" de las Constituciones, que había sido esperada pacientemente durante veinte años. Al terminar la cena, murió repentinamente por la tarde después de decirle a una religiosa enferma: ¡Adiós hasta el cielo!

Mujer de gran corazón, de una sencillez encantadora, dejó a más de 600 Religiosas felices de seguir sus pasos, amando y apoyando el ministerio de los sacerdotes en su vida, en la oración y en la abnegación.

Fue beatificada por SS Juan Pablo II en 1984, y canonizada por Papa Francisco el 20 de octubre de 2024.

Con información del Centro Maria Leonia Paradis.