
Las noticias que tenemos del primer obispo de Forlimpopoli (Forlì), San Rufilo, proceden de fuentes literarias tardías poco seguras, mientras que los testimonios de su culto en toda Emilia Romaña indican su existencia y la veneración que recibió a lo largo de los siglos.
Las fuentes medievales citan no menos de trece iglesias dedicadas a él en la región, en Bolonia, en Casola Valsenio, en Vitignano di Meldola, en Rávena, y aun más sitios. En la propia Forlimpopoli se halla la basílica funeraria del santo (Colegiata de S. Rufillo) que en el momento de su construcción se encontraba fuera de las murallas de la ciudad. Excavaciones recientes han datado el ábside en el siglo V, mientras que el resto del antiguo edificio de culto, tuvo varias destrucciones, reconstrucciones y remodelaciones, hasta la actual que data de 1378; es la única basílica paleocristiana de la ciudad y eminentes estudiosos creen que fue la primitiva catedral de Forlimpopoli.
Más allá de las incertidumbres hagiográficas sobre San Rufilio, la existencia de un culto tan vasto hace de él un santo muy venerado y, seguramente de vida santa y celosa labor apostólica entre la población.
Un antiguo sermón del siglo XI, recitado el día de la fiesta del santo, escrito en buen latín, nos da algunos datos sobre San Rufilo, dotado de las virtudes de un obispo.
El documento da como fecha de la fiesta el 18 de julio y narra el episodio de la victoria sobre el dragón: entre Forlimpopoli y Forlì, a 8 km de distancia, acechaba un monstruoso dragón cuyo solo aliento envenenaba el aire, causando la muerte de varias personas.
El obispo Rufilo exhortó a los fieles de la diócesis a ayunar y rezar, para que la zona fuera liberada del monstruo pestífero, invitando al mismo tiempo al obispo de Forlì, san Mercurial, a participar en la hazaña.
Ambos se dirigieron a la guarida del dragón, aquí le rodearon la garganta con sus estolas y lo arrojaron a un profundo pozo, cerrando su boca con un "memorial" (un monumento o una inscripción).
Muy probablemente el dragón representaba, en símbolo, a la idolatría, todavía muy extendida, a la que el protoobispo de Forlimpopoli luchó por erradicar junto con otros santos obispos de la región, contemporáneos suyos, como el mencionado Mercurial, León de Montefeltro, Gaudencio de Rímini y Geminiano de Módena.
A partir de los documentos relativos a los obispos mencionados y a san Pedro Crisólogo, obispo de Rávena, que también fue contemporáneo suyo, podemos situar el período de su episcopado en la primera mitad del siglo V. Según algunas fuentes, murió en la ciudad de Rávena. Según otros murió a la edad de noventa años en Forlimpopoli.
En 1362, tras la destrucción de la ciudad por las tropas favorables al Estado Pontificio, comandadas por el cardenal español Gil Álvarez Carrillo de Albornoz, sus reliquias fueron transportadas a Forlì, a la iglesia de S. Giacomo in Strada; desde allí, en mayo de 1964, volvieron a la Basílica Colegiata de Forlimpopoli.
Artículo de Antonio Borrelli, con escasos cambios, traducido para ETF.