Hacia fines del siglo VIII gobernó la diócesis de Toledo el obispo Elipando, quien había caído bajo la influencia del sutil resurgimiento de la herejía nestoriana, que sostenía que Cristo era sólo Hijo adoptivo de Dios Padre. Elipando propagó mucho esta doctrina, predicándola abiertamente. Pero Dios suscitó un nuevo David contra aquel Goliat, en la persona de un sacerdote llamado Beato, monje del convento asturiano de Liébana. Al enterarse de los errores de Elipando, Beato determinó contrarrestar el mal que hacía el obispo y le combatió de palabra y por escrito. En esta tarea le ayudó Eterio, quien fue más tarde obispo de Osma, en Soria. Los defensores de la fe tuvieron gran éxito y atrajeron a la ortodoxia a grandes multitudes. Esto llegó pronto a oídos del obispo, quien montó en cólera y escribió una violenta carta al abad Fidel, dignatario de gran importancia en Asturias. En dicha carta acusaba a Beato de no ser más que un campesino errante (y otras cosas peores), que osaba oponerse al arzobispo de Toledo y a la misma Iglesia. Eterio, según él, era un jovenzuelo que se había dejado engañar por la vana elocuencia de Beato. El arzobispo daba orden de hacer caer a Beato en la cuenta de sus errores y de castigarle, si no se corregía. El abad mostró la carta a Beato, quien para responder, escribió un libro con Eterio, en el que ambos se esforzaron por exponer, sin gran claridad, la doctrina ortodoxa. Alcuino, que había ejercido cierta influencia sobre Beato, dijo de él que era «un erudito de vida tan santa como su nombre».
Diez años antes de publicar el «Liber adversus Elipandum», en el 776, san Beato había escrito un «Comentario sobre el Apocalipsis», que fue muy leído durante todo el medioevo. Se conservan varios manuscritos con ilustraciones de gran valor artístico, que se conocen con el nombre genérico de «beatos». Es probable que san Beato haya sido también el autor de algunos himnos de la liturgia mozárabe. Nuestro santo ha sido confundido con el san Beato que fue sepultado en Valcavado. El monasterio en que vivió en Liébana, cerca de Santander, fue probablemente el de San Martín, que más tarde se llamó de Santo Toribio. Su nombre no figura en el Nuevo Martirologio Romano.
Ver Acta Sanctorum, febrero, vol. III; Florez, España Sagrada, vol. XXXIV, pp. 378-389; Gams, Kirchengeschichte von Spanien, vol. II, pte 2, pp. 275-281; y DHG., vol. VII, cc. 89-90. Ver igualmente Mateo del Alamo, Los comentarios de Beato al Apocalipsis y Elipando, en Miscellanea Giovanni Mercati, vol. II (Studi e Testi, vol. CXXII, 1946); y H. A. Sanders, Beati in Apocalipsim libri duodecim (American Academy in Rome, 1930). Puede verse en esta página algunas reproducciones de «beatos». En 2006, con el patrocinio del gobierno de la comunidad de Cantabria, se editó un «beato del siglo XXI», es decir, el texto del comentario del Beato de Liébana junto con iluminaciones realizadas por el artista cántabro José Ramón Sánchez, en la Biblioteca de ETF puede encontrarse una edición en pdf de esa obra.
Se cita aquí a Eterio, que se dice ayudó a San Beato de Liebana en la lucha contra la herejía del obispo Elipando.
Se añade que Eterio llegó a obispo de Osma de Cataluña.
No he oído hablar nunca de dicha población ni he sabido encontrarla. ¿Sabe usted algo más de ella, como en qué provincia y comarca catalana se encuentra o se encontraba en la antigüedad?
Gracias por señalarlo, se trata de un error del escrito original del P. Thurston, y que tanto al traductor del libro como a mí se nos pasó. Ahora ya ha quedado corregido: se trata de la antigua diócesis de Osma, en Soria (actualmente diócesis de Osma-Soria), una de las diócesis más antiguas de España, y de la que Eterio fue el noveno obispo.