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La Transfiguración del Señor

por Lic. Abel Della Costa
Nació en Buenos Aires en 1963. Realizó la licenciatura en teología en Buenos Aires, y completó la especialización en Biblia en Valencia.
Desde 1988 hasta 2003 fue profesor de Antropología Teológica y Antropología Filosófica en en la Universidad Católica Argentina, Facultad de Ciencias Sociales.
En esos mismos años dictó cursos de Biblia en seminarios de teología para laicos, especialmente en el de Nuestra Señora de Guadalupe, de Buenos Aires.
En 2003 fundó el portal El Testigo Fiel.
5 de julio de 2006
Originalmente presentado como exégesis preparatoria del retiro virtual del mes de agosto de 2006, el artículo muestra un modo de leer la Transfiguración desde los textos de la Liturgia de las Horas del día.

Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, Santiago y Juan, y los lleva, a ellos solos, aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos, y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, tanto que ningún batanero en la tierra sería capaz de blanquearlos de ese modo.

Se les aparecieron Elías y Moisés, y conversaban con Jesús.

Toma la palabra Pedro y dice a Jesús: "Rabbí, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías"; pues no sabía qué responder ya que estaban atemorizados.

Entonces se formó una nube que les cubrió con su sombra, y vino una voz desde la nube: "Este es mi Hijo amado, escuchadle."

Y de pronto, mirando en derredor, ya no vieron a nadie más que a Jesús solo con ellos. Y cuando bajaban del monte les ordenó que a nadie contasen lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos observaron esta recomendación, discutiendo entre sí qué era eso de "resucitar de entre los muertos." (Marcos 9,2-10)

Así, con estas palabras sencillas, y como si nos narrara algo muy cotidiano, el evangelista San Marcos nos acerca a un momento especialísimo de la experiencia de los discípulos con Jesús. ¿Qué fue lo que ocurrió en el monte? ¿un milagro portentoso? ¿una alucinación colectiva? ¿una aparición fantasmagórica?

Tendemos a creer que una modificación en la materia (una aparición en cuerpo tangible) es "más real" que una modificación en nuestra percepción de las cosas (una imagen sólo visible por algunos), por lo que muchas veces al leer la Escritura nos detenemos innecesariamente en discutir acerca de "cómo fue" que ocurrió tal hecho, en lugar de aceptar que simplemente "algo ocurrió", en lo que los Evangelios se detienen muy poco, para centrarse más bien en el significado que eso que ocurrió puede tener.

Tan parco como es San Marcos para contarnos lo que ocurrió (tanto que ni siquiera nos dice dónde fue, tan sólo una "montaña alta"), es a la vez de prolijo y detallado para extenderse en toda la densidad bíblica que tiene esta escena; leemos hoy palabras como "monte alto", "Elías", "Moisés", "tienda", "nube", "una voz", etc... y a la vez que nos hablan de la Transfiguración, parecen acercarnos a todo un mundo que ya hemos visitado otras veces.

¡Y es que realmente ya lo hemos visitado! se trata del mundo de la Biblia, girando permanentemente sobre sí misma, en un juego de espejos donde un relato nos habla de otro relato, una montaña son también otros montes donde han ocurrido cosas importantes, una nube evoca otras nubes igualmente protagónicas, y así en todo lo demás. Pero una vez que hemos aceptado que lo que el relato de la Transfiguración nos quiere contar no lo obtendremos imaginando la transfiguración sino buceando en la densidad de sus palabras... ¿quién podrá guiarnos por esa selva abigarrada de imágenes?

 

 

La liturgia de la Iglesia: "lugar teológico" privilegiado

Técnicamente se llama "lugar teológico" ("locum theologicum") a aquellas realidades que nos abren a la contemplación del misterio de Dios. Cuando, por ejemplo, leemos la vida de los santos no para enterarnos de tres o cuatro anécdotas o para buscar argumentos apologéticos, sino para contemplar en ellos la obra divina, estamos mirando esas vidas como "lugar teológico".

También la liturgia es, además de la alabanza de la Iglesia -la Esposa- al Novio, un lugar teológico por donde podemos entrar a la densidad, a "la anchura y la longitud, la altura y la profundidad" del misterio de Dios hablando al hombre, a nosotros, a cada uno.

La liturgia de la Iglesia, madurada en 2000 años de celebración, y hundiendo sus raíces en la profundidad de la liturgia judía, podríamos verla como el modo humano de responder a un Dios que nos habla, y hacerlo con sus propias palabras, por eso es también "divina liturgia", porque organizada y codificada por hombres, se atreve a sumergirse en el torrente de la palabra divina, y no hablar una sola palabra que no sea a la vez palabra de Dios.

Cualquiera puede hacer la prueba, con paciencia, de ponerse ante el texto de cualquier misa, y buscar sus frases en una concordancia bíblica: verá que no hay una sola que no sea bíblica, que no sea la palabra misma de Dios hablándole a Dios.

Lo que sí también podrá constatar, es que la liturgia parece como si mezclara esas palabras de maneras nuevas: una lectura que en el contexto bíblico dice una cosa, la liturgia la reubica junto a otros textos para que aparezcan nuevos sentidos...

¿Pero no es acaso esto lo mismo que constatábamos en el apartado anterior? ¡Sí! también la liturgia se mueve como en un juego de espejos, donde los textos adquieren dimensiones nuevas según se combinan de otro modo que en sus contextos originales.

Por eso la liturgia es un lugar teológico... pero privilegiado, porque ella habla no sólo las palabras de la Biblia, sino de su misma manera, con su mismo acento. La liturgia es el mayor exégeta -intérprete- de la Biblia.

 

El misterio de la transfiguración en la Liturgia de las Horas

Por eso nos dirigiremos a la Liturgia de las Horas para tratar de comprender esa escena - su misterio- a la luz de la densidad que adquiere a lo largo de las seis horas donde se evoca: Oficio de Lecturas, Laudes, Tercia, Sexta, Nona y Vísperas; ocasionalmente, cuando la fiesta cae en domingo –como este año-, se celebran también las Primeras Vísperas, pero por no ser, precisamente, de la naturaleza misma de la fiesta, sus elementos más bien pueden asimilarse a lo que diremos de las (Segundas) Vísperas.

Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que en todo el día litúrgico no se lee el Evangelio más que en la misa: la Liturgia de las Horas no contiene el texto del Evangelio. Eso la hace aún más evocadora: nos revelará el misterio de la transfiguración sin contarnos la escena de la transfiguración, más bien por alusiones, resonancias, ecos... como un instrumento que sonara por simpatía.

 

La transfiguración en el Oficio de Lecturas (leer los textos)

La lectura bíblica del Oficio es 2Corintios 3,7-4,6, es decir, de San Pablo. Sabido es que San Pablo menciona muy pocas veces hechos de la vida del Señor, no tanto porque él no haya estado allí (tal vez tampoco lo estuvieron los autores de los Evangelios), cuanto porque su predicación pone el eje casi con exclusividad en la resurrección de Jesús, y con ello, en lo que implica a Jesús como novedad absoluta, como “desconocido” de la historia.

¿Conoció San Pablo la tradición referida a la transfiguración? No lo sabemos; sin embargo, la liturgia ha escogido este texto de 2 Corintios, porque -aunque no habla de la escena de la transfiguración- hay en ella toda una mirada que ayuda a comprender un aspecto de la transfiguración.

En esta lectura se contrapone la persona de Moisés a la persona de Jesús… algo que no veríamos en la escena de la transfiguración si no nos ayudara la liturgia a verlo. Más bien, la escena nos dice que Moisés (y también Elías) conversaba con Jesús, por lo cual difícilmente se nos ocurriría contraponer su figura a la de Jesús. Sin embargo, San Pablo, que continúa meditando sobre “lo viejo y lo nuevo”, la Ley y la Fe, los contrapone, y lo hace a partir de una imagen visual que recorre toda esta hora litúrgica: la luz que despiden, tanto Moisés como Jesús.

En griego, la palabra “gloria” (doxa) es la misma que “fulgor”, “manifestación”, “aparición”; así que permanentemente esta luz que despiden los dos personajes en la lectura de San Pablo, se vuelve la luz de una gloria que cada uno de ellos alcanza de una manera distinta.

La escena de luz en la vida de Moisés se refiere a Éxodo cap. 34, es decir, en el contexto de la revelación de la Ley a través de Moisés a todos los israelitas: la gloria de Dios transfigura a Moisés, quien irradia luz en su rostro, de manera que debe taparse con un velo para andar por el pueblo.

Esto le sirve a San Pablo para contraponer la luz que despide Moisés, y que ilumina algo destinado a perecer, la Ley, con la luz que despide Cristo, que ilumina algo destinado a la eternidad: el perdón divino otorgado gratuitamente en Jesús. Pero el núcleo, a mi entender, de esta oposición entre la luz de Jesús y la de Moisés que señala San Pablo, no está tanto en ellos mismos, sino en lo que esa luz provoca en nosotros: quien se mueve en el horizonte de la Ley, no puede ver la luz, está velada, como el rostro de Moisés, y no puede, por lo tanto, apropiarse de esa luz, resplandecer; quien, en cambio, va “con la cara descubierta” dejándose guiar por el Espíritu, “nos vamos transformando en su imagen, con resplandor creciente”. La afirmación que hace es muy osada, aunque creamos que ya estamos acostumbrados a lo que dice la Biblia: se trata de la divinización de cada ser humano, por contacto con una fuente de luz imperecedera, y tan blanca “que ningún batanero en la tierra sería capaz de blanquearlos de ese modo”.

Pero estas afirmaciones de San Pablo pueden sonar a retórica, si no fuera porque donde hay verdaderamente luz en la vida de un hombre, y donde esa luz tiene su fuente en el Señor, su obrar es capaz de romper el yugo de la ley, de los intentos de salvarse a sí mismo, del miedo a creer y a crecer; donde hay luz transfigurada, el obrar del hombre respira libertad, porque “donde hay Espíritu del Señor hay libertad”.

 

La transfiguración en Laudes (leer los textos)

Nuevamente, la imagen central que recorre todos los textos es la de la luz resplandeciente (sin duda un aspecto muy destacado de la escena de la transfiguración), pero esta vez, no se contrapone esa luz a lo caduco-humano (la ley), como en el Oficio, sino que se celebra esa luz como anticipo de la gloria definitiva. Por eso, la lectura, que forma el centro de meditación de esta Hora, son dos versículos del Apocalipsis, muy queridos por la Liturgia, y muy repetidos: La Nueva Jerusalén no necesita sol, porque su sol es el propio Jesús.

Notemos que, tal como apuntaba ya San Pablo en el Oficio, la transfiguración es contemplada según su resultado en nosotros: es decir, según la luz que el Señor transmite a la Nueva Jerusalén.

 

La transfiguración en Tercia, Sexta y Nona

Estas tres Horas, como horas menores que son, apenas destacan un pequeño aspecto de toda la escena, un “bordado”.

En Tercia y Sexta, la imagen que se retoma es la de la nube: la nube en la que Dios mismo se muestra/oculta para afianzar la fe del pueblo (Ex 19,9), y la nube que quedaba en la puerta de la Tienda del Encuentro, como signo, mientras Moisés se encontraba con Dios cara a cara (Ex 33,9.11).

En la hora de Nona, se trae el núcleo central de la lectura del Oficio: “nos vamos transformando en su imagen con resplandor creciente…” (2Cor 3,18).

Hay como una progresión en estas tres horas, si las leemos “transversalmente” se pasa:

-de Dios mismo

-a su presencia

-a la transformación que ocurre en nosotros.

 

De esa progresión dan cuenta también los tres responsorios breves que siguen a las lecturas, y que transcribo:

Tercia: Eres el más bello de los hombres./En tus labios se derrama la gracia.

Sexta: Contemplad al Señor y quedaréis radiantes./Vuestro rostro no se avergonzará.

Nona: En ti, Señor, está la fuente viva./Y tu luz nos hace ver la luz.

 

Notemos cómo se pasa de la belleza de Dios, a su efecto en nosotros.

 

La transfiguración en Vísperas (leer los textos)

Y precisamente ese efecto en nosotros, esa transformación nuestra será el centro sobre el que gire la hora de Vísperas, que tiene como punto de referencia en la escena evangélica la voz divina que proclama a Jesús como Hijo de Dios.

Los textos de Vísperas (especialmente la lectura breve, de Romanos 8) se moverán explícitamente en estos dos planos: Jesús es el Hijo; nosotros somos hechos hijos.

En esta Hora, que deja ya del todo manifiesto el sentido de la escena evangélica, cobra la plenitud de significación la oración final que se usa en todas la Horas y en la oración colecta de la misa de este día:

«Oh Dios, que en la gloriosa transfiguración de tu Unigénito confirmaste los misterios de la fe con el testimonio de los profetas, y prefiguraste maravillosamente nuestra perfecta adopción como hijos tuyos, concédenos, te rogamos, que, escuchando siempre la palabra de tu Hijo, el predilecto, seamos un día coherederos de su gloria.»

 

Conclusiones, perspectivas y un ejercicio

La Liturgia, como lugar teológico privilegiado, nos ayuda a entrar en otra manera de leer las escenas del Evangelio que ya conocemos, una manera que podríamos llamar “polifónica”, tratando de ver en ellas no tanto su significado obvio, cuanto las “voces” que se entrecruzan, y que provienen de otros lugares de la misma Biblia.

Pero la grandeza de la escena evangélica no queda agotada por ninguna de sus lecturas, por lo que hay allí aún tesoros de imágenes a recorrer y descubrir: por ejemplo, apoyándose en la exclamación de Pedro, “hagamos tres tiendas”, ir a la búsqueda de la imagen de la tienda como lugar de encuentro con Dios en el Éxodo, en Deuteronomio, en los conflictos para “armar una tienda” para Dios en el reinado de David, hasta desembocar en la contemplación de Aquél que “plantó su tienda entre nosotros”, como nos dice el prólogo de Juan.

Un ejercicio de sensibilización hacia esta lectura polifónica a la que la liturgia invita, sería poner en una misma serie las preces de Laudes y Vísperas, y ver qué aspectos de la escena del Evangelio se recogen en cada petición, y cómo esos aspectos se relacionan con las necesidades de los hombres que somos hoy.

Comentarios
por Maricruz (221.89.37.---) - lun , 07-ago-2006, 00:00:00

Abel, ni blanco ni negro, nadie te ha dicho nada de este excelente estudio bíblico! Pero te aseguro que me hace muy feliz leerlo y aprovecharme de todas los armónicos de la Palabra que hay en estos textos, y con los que el Señor nos invita a seguirle y contemplarle en su humanidad y en su gloria. A Él la gloria por los siglos. Amén

por Maru Court (68.8.28.---) - sb , 19-ago-2006, 00:00:00

Querido Abel, tuve que pedir ayuda porque no entendi muy bien al escrito, a ver si despues del Retiro lo entiendo mejor.

Nunca dejare de agradecer a Dios por permitirme haberte conocido y "aprovecharme" de todo lo que haces con tanto esfuerzo.

Que El Espiritu Santo nos ilumine a TODOS!

por ruben cortazar vinck (i) (189.216.150.---) - vie , 06-ago-2010, 04:05:06

Cuanta luz y entendimiento y dedicacion de quienes preparan La liturgia de las horas.
Como nos ayuda a profundizar el sentido de la Palabra.. y mejor vivir la celebracion eucaristica.

¿Como hemos accedido a tantos bienes?
Que grande Abel, es la generosidad que podemos apreciar, sin mas, en tantos hombres de muchas epocas y de muchos lugares y vislumbrar asi la grandeza incomparable de Este Unico Señor.

Todas las reflexiones que nos compartes ayudan a estar mas concientes de la profundidad y riqueza cifradas y ordenadas con mucha presicion y acierto en la Liturgia

Abel,
Muchas Gracias.
Saludos
Ruben

por Teresa Corriols (i) (87.219.30.---) - vie , 06-ago-2010, 13:26:35

Los Escritos son excelentes, me ayudan mucho a discerir, y me causan Paz en mi Espiritu.
Doy las gracias a todos los colaboradores.

por IMIS (201.132.179.---) - lun , 09-ago-2010, 06:16:05

Abel:

Rara vez entro a El Testigo Fiel; debería entrar más seguido. Soy mexicano, seglar, casado hace ya casi 29 años (los cumplimos este 24 de octubre), misionero Ad Gentes aunque no he salido a misión más que en julio agosto de 1998 a Tegucigalpa, Honduras miembro del IMIS "Estrella de la Evangelización" Tenemos 3 hijos Pablo de 28, Martha Isabel de 26 y Ricardo de 25 años.

Platicando hoy con Ricardo le hacía ver este pasaje. Está siendo muy atacado por hermanos seoarados sobre el aspecto del catolicismo de la Adoración a los Santos y de las Imágenes. Independientemente de que no se adora a los santos le hice ver de la necesidad de tener parámetros de referencia sobre la fidelidad y el recto servicio a Dios. En este pasaje bíblico se tienen los dos parámetros de referencia de mayor peso para un judío: Moisés (La Ley) y Elías (Los Profetas). Este mismo pasaje sirvió para exponerle que la prohibición de imágenes a que se refiere el primer mandamiento según el Éxodo y el Deuteronomio no implica el prohibir tener imágenes o pinturas o esculturas referentes a los Patriarcas o los Grandes personajes bíblicos judíos. Si esa prohibición se hubiera extendido a ese nivel jamás habría podido Pedro reconocer en los dos personajes que estaban con Jesús a Moisés y Elías.

Tus escritos son profundos y te felicito por este paseo por la Liturgia de las Horas.

Ricardo del Corral Landeros

por rubén cortazar vinck (i) (189.216.127.---) - sb , 06-ago-2011, 21:27:43

Abel Della Costa,
Es muy elocuente este escrito sobre -el armado liturgico-, y es una manera pedagógica de mostrarnos con el ejemplo de los textos de La Transfiguración del Señor en la Liturgia de las Horas, la profundidad y riqueza que encierra cada día el oficio divino y como un texto esclarece otro texto.
Muchas gracias.

La pintura que aparece al final de esta hoja es muy hermosa, creo que es admirablemente sobria.
Nuevamente mucha gracia.

Saludos
Rubén

por ana diaz (i) (190.121.238.---) - mar , 30-ago-2011, 07:14:40

Abel, muchas grs.
Este espacio me permite seguir creciendo en la escruta de la palabra. Estoy comenzando en el camino y hoy preparamos la transfiguración y que regalo mas grande encontrar este trabajo tan maravilloso.
Que Dios les multiplique muchas bendiciones, salud, paz y amor.
Nuevamente grs. a todo el equipo de ETF.

por elpeje44 (189.215.56.---) - dom , 18-sep-2011, 02:31:16

bien ya entendi la relacion entre eucaristia y la liturgia de las horas en una solemnidad gracias

por Abigail (66.50.22.---) - vie , 04-may-2012, 13:23:54

Gracias por el servicio que ofreces al pueblo de Dios, mediante la liturgia de la Iglesia en estos tiempos tempestuosos. Alegrate,Hermano Abel. Bendiciones.

por Maria a Aezquita (i) (24.139.120.---) - mar , 15-may-2012, 06:10:59

Gracias a Dios por darnos siervos como ustedes que nos llevan al conocimiento y a la contemplación .Dios los vendía y le siga iluminando para que mucos se beneficien de la liturgia

por Jenaro (190.143.227.---) - sb , 30-mar-2013, 15:05:03

magnifica discusion, buena para leerse y meditar varias veces al año. Su densidad es sorprendente, mucho más allá de lo que la descuidada lectura rapida tradicional nos puede aportar. gracias Abel,

por Rubén Cortazar Vinck (i) (201.141.121.---) - mar , 06-ago-2013, 06:42:06

No es sencillo poner en palabras lo que puede contemplar el alma, el entendimiento, el corazón, en la belleza de la celebración litúrgica, por ser tanta la riqueza ahí contenida; -la liturgia de las horas- es una ayuda grande para enfocar con más presición este "lugar teológico" al que refieres y profundizar en él, ya que mientras más se centra la mirada, en vez de que se reduzca el pasaje contemplado, ocurre lo contrario, lo podemos contemplar de forma tal que la celebración litugica ya riquísima de si, se agranda, se esclarece, siendo así que podemos ver con mayor claridad y así mientras menos vemos, vemos más.

Al contemplar algún pasaje bíblico mientras se meditan los misterios del rosario, los mieterios ilumunan el pasaje y el pasaje ilumina los misterios.

De ahí -creo yo- que el rosario sea una devoción tan querida por tantos.

De la misma forma si uno se centrara en el pasaje bíblico de la Transfiguración, por citar el mismo ejemplo, o alguna solemnidad: Pascua o Navidad y recorriera todo el año litúrgico llevando en mente este misterio para contemplarlo a la luz de todas las lecturas del Evangelio que se hacen, seguro que no sería un esfuerzo carente de frutos.

Decía un sacerdote muy querido: Por más que queramos, los misterios no los podemos alcanzar a comprender se deben contemplar como son y aceptar sin más. El comentario va en esa línea.

Saludos,
Rubén

por isidro13 (213.4.28.---) - jue , 06-ago-2015, 13:41:37

He leído este artículo en varias ocasiones a lo largo del tiempo y siempre descubro nuevos detalles...

Saludos y gracias.

por Selva (i) (200.104.173.---) - jue , 06-ago-2015, 16:29:59

La Transfiguración de El Señor, es uno de los textos Bíblicos que mas me impresionan, me siento parte cuando dice Estamos tan bien aquí, es como que yo estuviera tan cerca de Jesús y quisiera estar siempre con El, disculpa Abel, pero eso es lo que siento, no soy erudita en Biblia ni mucho menos pero ese es mi sentir, en los misterios luminosos en el cuarto donde se contempla el misterio de la Transfiguración me siento como si estuviera ahí ...

por SILVIA (i) (186.109.11.---) - vie , 06-ene-2017, 22:21:27

Hola Hnas / Hnos de Testigo Fiel, comparto con Ustedes la Alegra Inmensa que tengo de aber encontrado esta Pagina , por que Amo aser todos los Dias LAUDES , vISPERAS...EL 4 .1.17 ,entre a Internet buscando la Oración de Liturgia de las Horas y me encontré con esta Bendición , estoy feliz por que todos los Dias me levanto alegre y muy animada para aser estas Oraciones.. espero contagiarlos ... muchas Bendiciones para todos los que lean este comentario . AMENN

por Maite (83.33.20.---) - lun , 20-feb-2017, 21:34:59

Me lo he copiado, para la cuaresma y la semana Santa, ya lei más de la mitad, me encanta cuando hablas del "juego de espejos"; porque es algo que es totalmente cierto, la Biblia cuando la dejas libre, no lo que solía hacer yo, te lleva de una montaña a otra, de un valle a otro, de una situación a otra
Gracias Abel

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