Señor: las luces y el fuego de la fiesta fallera[1] me han llevado a meditar la presencia de José en tu vida. Un hombre santo y no por el cometido sagrado que le había asignado la Trinidad, sino porque a pesar de las dificultades, estuvo dispuesto a cumplir con la Palabra de Dios. "Hizo lo que le había mandado el Ángel del Señor," siguiendo la respuesta de Isaías :"Aquí tienes a tu siervo. Dispón de mí. Haz de mí lo que quieras".
Una vida que a pesar de la dignidad de la misión que el Padre le había asignado, de ser ante el mundo el padre del Nazareno y el custodio de la Virgen, pensó más en la obra de Dios que en la categoría de su persona. Esa dignidad la escondió en el silencio de su vida y bajo el titulo del "carpintero" resumió su paso por la historia. Quiso ocultarse para que fuera su Hijo el verdadero protagonista de la misión que el Padre le había encomendado.
No fue fácil su vida, continuamente probada para reafirmar su fe, ni tampoco fue exento del peso de la cruz. Acepta la virginidad de María porque se fía de la palabra del Ángel; sufre cuando solo pudo ofrecer a su esposa un pesebre como cuna, y debe dejar su casa y huir a tierra extranjera porque había que cumplir la voluntad del Padre. Se fió de la revelación que en sueños le hacia el Señor y cumplió lo escrito en el Cantar de los Cantares: "Yo dormía, pero mi corazón estaba vigilante".
San Bernardo afirma: "Aquel a quien muchos profetas desearon ver y no vieron, desearon oír y no oyeron, le fue dado a José, no sólo verlo y oírlo, sino llevarlo en brazos, guiarle los pasos y apretarlo contra su pecho". Un hijo, que siendo el Mesías "le estaba sujeto y le obedecía y tanto él como su madre estaban maravillados de los que decían de Él".
ALABADO SEA EL SANTÍSIMO SACRAMENTO DEL ALTAR.
Señor: que como san José te busque en el silencio y la humildad. Que te vea y te contemple en la Eucaristía con la fe y el amor que él te profesó, y que como él, perciba tu voluntad en todos los aconteceres de mi vida.
SEA POR SIEMPRE BENDITO Y ALABADO.
[1] El autor hace alusión a las "Fallas en honor de San José", que se celebran en Valencia, España, en estas fechas; fiesta de luces, color, fuego y mucha pólvora.
En el 2020 se cumplirán 150 años de la proclamación de San José como “Patrono de la Iglesia Universal”. Sería oportuno que quienes se dedican a estudiar, reflexionar y honrar al Santo Esposo de María, gestionen, ante “La Sagrada Congregación para el Culto Divino”, el establecimiento de una Celebración Litúrgica para honrar este Título de San José, así como recientemente se ha establecido una para conmemorar a la Virgen, como “Madre de la Iglesia”.
Guillermo Prendas