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El Testigo Fiel
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Un poco más

por Lic. Abel Della Costa
Nació en Buenos Aires en 1963. Realizó la licenciatura en teología en Buenos Aires, y completó la especialización en Biblia en Valencia.
Desde 1988 hasta 2003 fue profesor de Antropología Teológica y Antropología Filosófica en en la Universidad Católica Argentina, Facultad de Ciencias Sociales.
En esos mismos años dictó cursos de Biblia en seminarios de teología para laicos, especialmente en el de Nuestra Señora de Guadalupe, de Buenos Aires.
En 2003 fundó el portal El Testigo Fiel.
24 de octubre de 2022
Acerca de la presencia real de Cristo en la Eucaristía.

Un amigo y colaborador de este sitio, adorador nocturno, me pidió opinión sobre un escrito que planteaba una pregunta interesante "¿cuánto dura la presencia real de Cristo en la Eucaristía?" La respuesta del artículo es que esa presencia dura lo que duren las especies. En el sagrario, lo que tarde el pan en descomponerse y dejar de ser pan (pueden ser muchos o pocos días, dependiendo de la materia prima y del clima, principalmente); en nuestro cuerpo, una vez recibido, unos 15 minutos como mucho, lo que tarden los jugos gástricos en descomponer la sagrada forma.

El criterio es bastante obvio, y desde luego muy correcto, se trata de sacar las lógicas consecuencias de que Cristo decidió atar su presencia a la realidad física de unos elementos cotidianos.

Ahora bien, la pregunta esconde cierta dificultad de perspectiva: puesto que Cristo está por completo presente en cada una de las formas, es decir, no su cuerpo en el pan y su sangre en el vino, sino todo él, cuerpo y sangre, alma y divinidad, completos en cada una de las partículas en que podríamos dividir el pan y el vino, ¿podemos ceñir a una mirada fisicista el misterio de la presencia real?

A esto se suma algo que el mismo escrito plantea a continuación: ¿qué pasa cuando ya no está esa presencia real? "El que ya no esté en su presencia real y verdadera, no quiere decir que Cristo nos abandone. Sigue presente en nuestra alma, habita en nosotros, en unión con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo de manera real."

Parece plantearnos un callejón sin salida: si por ensalzar la presencia real en las especies eucarísticas desvalorizo la presencia real con la que la Stma. Trinidad habita en nosotros, parece que dejo de lado una verdad fundamental de nuestra fe: ¡somos templo inhabitado por el propio Dios! y eso es real.

Pero si me vuelco a esa consideración, parece no ser necesaria la presencia real de Cristo en la Eucaristía... ¡si de todos modos está y permanece con nosotros!

Diversos tipos de realidad

La presencia de Cristo en la eucaristía es real, pero también es real la presencia de Cristo en cada creyente por la inhabitación de la gracia.

Se me dirá que son dos clases de realidad distintas, ya que en la eucaristía lo está físicamente, mientras que en el alma lo está espiritualmente... Esa forma de responder esconde cierto dualismo, pero además ya hemos sentado que "físicamente" no significa al modo del cuerpo en el pan y la sangre en el vino, sino un "físicamente" muy peculiar: todo él en cada partícula.

Así que en los dos casos se está tomando la palabra "real" con un sentido distinto, más amplio, más profundo, que el sentido cotidiano y fisicista de la palabra "real"... ¿tiene entonces sentido hacerse un cuestionamiento fisicista para algo que de antemano está situado en un plano de realidad distinto, no evidente ni cotidiano?

La respuesta en este caso no es sencilla: si dijera que no cabe hacerse preguntas de tipo fisicista ("¿cuánto dura...?") fácilmente podría pensarse que la presencia real de Cristo en la eucaristía no es del todo real, pero si nos hacemos esta clase de preguntas, quedamos un poco encerrados en la trampa del lenguaje de lo obvio: pretender medir la realidad del misterio por la realidad de las cosas mensurables.

Otra manera de pensar

Tal vez deberíamos pensar la presencia real de manera más dinámica:

A través de las especies físicas del pan y del vino, Cristo se abre paso en nuestra vida: está realmente presente en ellas, pero no por ellas mismas ni teniendo su fin en esa presencia, sino porque, al pertenecer a los alimentos más básicos de una vida que es humana ("de la tierra el hombre saca el pan, y vino que recrea su corazón", solo el hombre a la vez tiene nutrición y fiesta en el alimento), entra en nuestra vida por el acto más primario y fundamental, alimentarnos, para hacer lo que hace todo alimento en nosotros: darnos vida y crecimiento.

Pero una vez entrado en nuestro cuerpo por el pan y el vino, se queda, se funde un poco más con nuestra vida. La presencia trinitaria se acrecienta con cada eucaristía, tenemos "un poco más" de vida de Cristo en nosotros con cada eucaristía. Nuestra vida es configurada “un poco más” a él. Es un sacramento de santificación.

Por tanto ¿dura o no dura la presencia real? No dura, en tanto se descomponen las formas, dura, en tanto cumple su fin de que cada acto de comunión planta una pica en el Flandes de nuestra vida. ¡Qué bueno que las especies eucarísticas dejen de ser Cuerpo de Cristo al descomponerse en nuestro cuerpo! porque entonces somos nosotros “un poco más” presencia real de Cristo.

 

 

Comentarios
por mizales (200.105.189.---) - lun , 24-oct-2022, 12:47:04

bellisimo Abel
un abrazo
Miguel

por Maria Azucena Santos. (i) (98.13.144.---) - jue , 27-oct-2022, 00:07:18

Hola Abel, a mi parecer la presencia de CRISTO es permanente siempre y cuando
estemos unidos en el Espiritualmente; es decir por medio de la oración, por medio
de nuestras obras de misericordia. Cada vez que recibimos el cuerpo y la sangre de
Cristo, yo siento que CRISTO, permanece en mí, dentro de mi alma y mi corazon.Ayer que estábamos orando con la liturgia, me toco en mi corazón el salmo 36 primera parte, que nos
dice: Encomienda tu camino al Señor y el actuara. Descansa en el Señor y espera en EL, no
te exasperes por el hombre que triunfa empleando la intriga.
Esa mañana, yo conversaba con mi hija, y estábamos comentando la situación tan dura, en el mundo. Inflación, guerra, Pandemia, y los negocios que están muy malos.
Y da la casualidad de que DIOS entro en mi corazón y mi alma, y me dice Encomienda al SENOR Y EL ACTUARA; es decir, sentí que DIOS está conmigo, y me dice que tenga Fe en EL, que él no me abandonara. Por eso yo siento que CRISTO permanece en mí. Gracias Abel,

por Rosy (i) (187.142.151.---) - jue , 27-oct-2022, 03:09:34

Abel 2uerido algo que vivimos a diario La Presencia Real de Crist/o 2ue Dios esta en cada uno y 2uienes vivimos cercas de El mas en la Eucaristia se convive mas de cerca lo llevamos siempre dentro de uno mismo aunque la formas de Pan y Vino se hayan diluido su Presencia Real y Trinitaria permanecen . Aunque haya en nuestro Mundo quienes dicen No Hay Dios dime como lo puedes llevar dentro de ti y me digo : Si soy de Crist/o Recuerdo la Orden Sacerdotal que fundo padre Enrique Amezcua Medina Sacerdote de nuestro pueblo Tepalcatepec y son Los /Operarios del Reino de Crist/o y decimos 162/204 y precioso 220 dire 20 son 153+200 son 253+153/406/40X6/240X2/480 y 262 /104 y 262 son todos los Jose Maria 262/104 en este caso mi padre Jose Maria Bedolla /431+134/OCHOA igual que CRIST/o 162+431 y 162/204 y 4 cuatro igual 2ue 183 + 200 +253+183 son 436+634 son 1070 mismo 259 que identifica nuestras B/s Santa Maria Guadalupe y 40X6 son 240X2/480 y 4X80 /320+32/352 mismo 253 y DOSCIENTOS/200/166 y 66 311 y 343+100 /83 entonces 166/ igual 2ue 343+83 y 354+390 y son 744 y 7X44/308 y 343+83/426 y 261+359 son 620 igual 2ue 433 X 132X2/264 y 308+803 son los 11/11 cuatro Unos 2ue mi Lupita tenia a su derecha y que el puto la mato el 26 igual 2ue 92 de Marzo 3 de 2021 y 59/26 y 261+162/423 y 271+359 son 630 y 59/26/ son 598+634 son 12/32 y 384+483 y 867 y GONZALEZ SANDOVAL 483 MATEN ESTE PUTO y Thank you @uerido Abel por traer y escribir este tema precioso que todos lo llevamos a diario en nuestras vidas y R /315 y R tambien 432 Buenas Noches

por Abel (94.73.35.---) - jue , 27-oct-2022, 22:10:15

Sí, claro que Dios permanece, y no solo permanece, también crece con cada encuentro eucarístico con él, hasta "la madurez de la plenitud de Cristo", como dice Efesios 4,13. Que como es una plenitud que es la plenitud misma de Dios, no corre el peligro de aburrirnos, ni de llenarnos antes del tiempo de nuestra vida.

por Angel (i) (90.164.113.---) - sb , 07-ene-2023, 21:19:30

Es tan real la presencia real y creciente de Cristo que deja en nosotros cada Eucaristía que recibimos, que nos "eucaristiriza" y nuestro cuerpo, cuando muramos, pasará a ser Eucaristía de la tierra, que contribuirá a transformarla en cielos nuevos y tierra nueva. Así lo explicaba Chiara Lubich:

Con la Eucaristía es Jesús mismo quien entra en nosotros. ¿Y qué hace Jesús en nosotros? ¡Esto sí que es grande!: Nos transforma en Él.
¡Esto sí que es grande! Es algo extraordinario, extraordinario, pero es así, es así.
Santo Tomás dice: "El efecto propio de la Eucaristía es la transformación del
hombre en Dios": su divinización. (Sent. IV, disc.12, q.2, a.1).
La Lumen Gentium: “La participación del cuerpo y la sangre de Cristo no hace
otra cosa que transformarnos en aquello que recibimos" (26; ref. León Magno, Serm.63,7 -PL 549357).
No sucede como con los alimentos que comemos que se transforman en
nosotros; es otra cosa, sucede al contrario: nosotros nos transformamos en Él porque -dice San Alberto Magno-: cada vez que se unen dos cosas, vence la más fuerte, la más potente transforma en sí a la más débil. Por eso, como este alimento posee una fuerza más potente de quienes lo comen, este alimento transforma a quienes lo comen en sí mismo, en Jesús (Cf. Sent. 9,2-B 29,217).
Los Padres –esto es bellísimo- y los Doctores de la Iglesia hablan claro:
“...En figura de pan se te da el cuerpo y en figura de vino se te da la sangre para que, habiendo participado del cuerpo y de la sangre de Cristo, llegues a ser concorpóreo y consanguíneo con Él" (Cirilo de Jerusalén, Cat. Mist. 4,3 PG - 33,1100) Nos convertimos: "...en huesos de sus huesos, en carne de su carne, en miembros de sus miembros" (Alberto Magno, De Euch., 3,1-5 –B 38,257).
No se realiza una unión física, sino la unión de nuestras personas con el cuerpo glorificado de Cristo -presente en la Eucaristía-. Somos concorpóreos, realmente, pero en un sentido nuevo, místico. ¡Es algo enorme!
En un momento dado, esta carne divinizada por la Eucaristía (si recibimos la Eucaristía espiritualmente) va a parar debajo de la tierra. ¿Pero ustedes piensan que esta carne se quede inerte y se deshaga inútilmente en la tierra y que la tierra se la coma? ­Ah, no! Ustedes saben que quien vence es el más fuerte, como ya les dije. Ahora bien, ¿es más fuerte una carne divinizada, o una tierra?... no digo ni siquiera humanizada, porque es simplemente natural. Es más fuerte una carne divinizada.
Por lo tanto, es nuestra carne debajo de la tierra, nuestra carne bajo tierra, que come la tierra, que come el cosmos que absorbe el cosmos que imprime en el cosmos algo que yo no sabría explicar, pero que de todos modos tiene que ver con la divinización, de manera que logra que el cosmos se transforme de tierra vieja en tierra nueva, de cielos viejos en cielos nuevos. Nuestro cuerpo es la Eucaristía de la tierra. Jesús Eucaristía es la Eucaristía del hombre; el hombre es la Eucaristía de la tierra.

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