Gabriel Fauré fue compositor, pedagogo y organista; nació en Pamiers, Francia, en 1845 y murió en París en 1924.
Su Requiem es un modelo de equilibrio y serenidad. El texto corresponde al de la misa latina de difuntos, omitiendo la larga secuencia «Dies Irae», que le quita al conjunto su patetismo apocalíptico y lo acerca a la intimidad de la muerte personal.
Fue compuesta en 1888, y estrenada en una misa de difuntos de la «Église de la Madeleine» de París; posteriormente se ha ejecutado habitualmente, tanto en concierto como en la celebración litúrgica, incluyendo la misa de requiem del propio Fauré.
«Se ha dicho -escribe Fauré- que mi réquiem no expresa el miedo a la muerte y ha habido quien lo ha llamado un arrullo de la muerte. Pues bien, es que así es como veo yo la muerte: como una feliz liberación, una aspiración a un felicidad superior, antes que una penosa experiencia. La música de Gounod ha sido criticada por sus sobreinclinación hacia la ternura humana. Pero su naturaleza le predispone a sentirlo de esa manera: la emoción religiosa toma esta forma dentro de sí. ¿No es necesario aceptar la naturaleza del artista? En cuanto a mi Réquiem, quizás también he querido yo escapar del pensamiento más habitual, ¡después de tantos años acompañando al órgano servicios fúnebres! Me lo sé todo de memoria. Yo quise escribir algo diferente.»
La versión que presentamos fue grabada en 1976, para el sello británico Argo. El sello propietario actual es Decca Music Group Limited.
Benjamin Luxon, barítono
Jonathan Bond, voz aguda (Pie Jesu)
Stephen Cleobury, órgano
Coro del St. John's College, Cambridge
Orquesta de la Academia de St Martin-in-the-fields, Dirigida por George Guest
Requiem aeternam dona eis, Domine:
et lux perpetua luceat eis.
Te decet hymnus, Deus in Sion,
et tibi reddetur votum in Jerusalem:
exaudi orationem meam,
ad te omnis caro veniet.
Kyrie eleison.
Christe eleison.
Kyrie eleison.
Dales, Señor, el descanso eterno
y brille para ellos la luz perpetua
Se te deben himnos, oh Dios, en Sión,
y a ti se te cumplen los votos en Jerusalén:
escucha mi oración,
a ti viene toda carne.
Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
O Domine Jesu Christe, Rex gloriae,
libera animas defunctorum
de poenis inferni, et de profundo lacu:
libera eas de ore leonis,
ne absorbeat eas tartarus,
ne cadant in obscurum....
Hostias et preces tibi,
Domine, laudis offerimus:
tu suscipe pro animabus illis,
quarum hodie memoriam facimus:
fac eas, Domine, de morte transire ad vitam,
Quam olim Abrahae promisisti, et semini ejus.
Oh, Señor Jesucristo, Rey de la gloria,
libera a las almas de los difuntos
de las penas del infierno y del lago profundo,
libéralas de la boca del león,
no las devore el Tártaro,
ni caigan en la oscuridad.
Oblaciones y preces a ti,
Señor, con alabanzas te ofrecemos.
Recíbelas por las almas de aquellos
de los que hoy hacemos memoria,
Hazlos pasar, Señor, de la muerte a la vida,
como antiguamente prometiste a Abraham y su descendencia
Sanctus, Sanctus, Sanctus,
Domine Deus Sabaoth,
pleni sunt caeli et terra gloria tua.
Osanna in excelsis!
Santo, santo, santo,
Señor Dios de los ejércitos
llenos están el cielo y la tierra de tu gloria,
¡Hossana en el cielo!
Pie Jesu Domine,
dona eis requiem,
requiem sempiternam.
Señor Jesús, compasivo,
dales el descanso,
el descanso eterno.
V. Agnus Dei et Lux Aeterna
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi,
dona eis requiem.
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi,
dona eis requiem.
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi,
dona eis requiem sempiternam. Lux aeterna luceat eis, Domine,
cum sanctis tuis in aeternum,
quia pius es.
Requiem aeternam dona eis, Domine:
et lux perpetua luceat eis.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
dales el descanso.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
dales el descanso.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
dales el descanso eterno. Brille para ellos la luz eterna,
con tus santos, para siempre,
porque eres compasivo.
Libera me, Domine,
de morte aeterna,
in die illa tremenda:
Quando caeli movendi sunt et terra:
Dum veneris judicare saeculum per ignem.
Tremens factus sum ego, et timeo,
dum discussio venerit,
atque ventura ira.
Dies illa, dies irae,
calamitatis et miseriae,
dies magna et amara valde.
Requiem aeternam dona eis, Domine:
et lux perpetua luceat eis.
Líbrame, Señor,
de la muerte eterna,
en aquel tremendo día:
cuando los cielos y la tierra se conmuevan,
cuando vengas a juzgar el mundo por el fuego.
Temblando estoy, y temo
la destrucción
y la ira venidera.
Día aquel, día de ira,
de calamidad y misera,
día grande y extremadamente amargo.
In Paradisum deducant te Angeli;
in tuo adventu
suscipiant te martyres,
et perducant te
in civitatem sanctam Jerusalem,
Chorus Angelorum te suscipiat,
et cum Lazaro quondam paupere
aeternam habeas requiem.
Al paraíso te conduzcan los ángeles,
a tu llegada
te reciban los mártires,
y te conduzcan
a la ciudad santa de Jerusalén.
Coros de ángeles te reciban,
y con Lázaro, otrora pobre,
tengas descanso eterno.