Versión del coro del King's College of Cambridge (Edición EMI, 1983).
Sobre esta obra circula una historia bastante conocida, que tomo tal como la narra el Blog de Titus (donde hay otra buena versión de la obra):
En el siglo XVIII sólo se ejecutaba en la Capilla Sixtina (cosa que se sigue haciendo), el miércoles y de nuevo el viernes santo, con una "puesta en escena" que la caracterizaba: se hacía a la luz de trece velas que representaban a Jesús y los doce apóstoles y que se iban apagando una a una hasta acabar en completa oscuridad. Las copias de la obra estaban prohibidas por el Papa, así que se había vuelto una obra mítica, que provocaba comentarios, sin que se hubiera escuchado fuera del Vaticano.
En 1768 o 1770 el joven Mozart viaja a Roma, y tiene la oportunidad de asistir al concierto. Posiblemente con premeditación, memoriza todo lo escuchado, y cuando regresa a su vivienda vuelca en el papel la obra entera, sus doce minutos de polifonía; y nuevamente el viernes asiste al concierto para controlar la calidad de la copia... y es así como la obra traspasa, a pesar de la prohibición papal, los muros de Roma. Aunque -todo debe decirse- el papa, lejos de enfadarse con Mozart, lo condecoró por el prodigio de haber realizado esa copia completamente de memoria. Esta copia de Mozart no se ha conservado. ... e se non è vero, è ben trovato.
Esta compuesta para dos coros, uno de cuatro voces y otros de cinco, que se alternan entre una melodía más sencilla y una más compleja. Su autor, Gregorio Allegri, sacerdote y músico, nació y vivió en Roma entre 1582 y 1652. El Miserere es obra de 1638, y utiliza, naturalmente, el texto latino del salmo 50 (51 en la numeración hebrea), conocido tradicionalmente como "Miserere", que se canta completo.
He aquí el poema y su traducción (en la versión litúrgica que utiliza la iglesia de habla castellana). Quien lo desee puede segir el canto también con la partitura (se abrirá en una nueva ventana):
Miserere mei, Deus,
secundum magnam misericordiam tuam ;
et secundum multitudinem miserationum tuarum,
dele iniquitatem meam.
Amplius lava me ab iniquitate mea,
et a peccato meo munda me.
Quoniam iniquitatem meam ego cognosco,
et peccatum meum contra me est semper.
Tibi soli peccavi,
et malum coram te feci;
ut justificeris in sermonibus tuis,
et vincas cum judicaris.
Ecce enim in iniquitatibus conceptus sum,
et in peccatis concepit me mater mea.
Ecce enim veritatem dilexisti;
incerta et occulta sapientiæ tuæ manifestasti mihi.
Asperges me hyssopo, et mundabor;
lavabis me, et super nivem dealbabor.
Auditui meo dabis gaudium et lætitiam,
et exsultabunt ossa humiliata.
Averte faciem tuam a peccatis meis,
et omnes iniquitates meas dele.
Cor mundum crea in me, Deus,
et spiritum rectum innova in visceribus meis.
Ne projicias me a facie tua,
et spiritum sanctum tuum ne auferas a me.
Redde mihi lætitiam salutaris tui,
et spiritu principali confirma me.
Docebo iniquos vias tuas,
et impii ad te convertentur.
Libera me de sanguinibus, Deus, Deus salutis meæ,
et exsultabit lingua mea justitiam tuam.
Domine, labia mea aperies,
et os meum annuntiabit laudem tuam.
Quoniam si voluisses sacrificium, dedissem utique;
holocaustis non delectaberis.
Sacrificium Deo spiritus contribulatus;
cor contritum et humiliatum, Deus, non despicies.
Benigne fac, Domine, in bona voluntate tua Sion,
ut ædificentur muri Jerusalem.
Tunc acceptabis sacrificium justitiæ,
oblationes et holocausta;
tunc imponent super altare tuum vitulos.
Misericordia, Dios mío,
por tu bondad,
por tu inmensa compasión
borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, oh Dios, Dios, Salvador mío,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.