Hoy Jorge publicó éste enlace en FB:
http://www.democresia.es/2016/10/robot-siri-nunca-sera-amigo/
Y me resultó alucinante. Por un lado, como al margen, ilustra la tendencia (¿necesidad?) humana de proyectarse en la creación. Humanizamos todo, proyectamos nuestro yo en todo: Las piedras, los animales, Dios, iglesia, el vecino... Y por el otro, muestra todos los mecanismos a los que recurrimos (estoy usando el plural porque pretendo hablar en nombre de la especie) para sobrevivir a la angustia que produce sabernos libres.
Esas proyecciones ¿serán una respuesta para manejar la angustia horrible de la conciencia de la libertad? De ser así ¿Qué sentido tiene esa libertad si tanto nos angustia? Me lo planteo desde el lado de lo religioso, de nuevo poniendo a Dios con la cara de un supremo pedagogo que hace todo por el bien de sus hijos. ¿Para qué nos da libertad y autonomía si eso nos condena a la soledad?
Quizás fue reflexionando sobre algo así (no serían robots, claro, pero la reflexión sobre nuestra libertad no la inventamos nosotros) que el hombre bíblico llegó a la conclusión de que el camino no estaba completamente trazado de antemano: que había un camino posible, pero también desviaciones, y que habíamos tomado una. Eso que con el correr de los siglos se va a llamar "pecado original", y que es difícil imaginar y conceptualizar, pero que experimentamos a cada paso: este no es, no puede ser el proyecto de Dios.
No se trata de imperfección, porque lo que es imperfecto a la siguiente generación puede mejorar, ya ves que aunque cuesta, la cuestión de la salud la vamos dominando colectivamente, de a poco y con ucho esfuerzo, es verdad, pero el camino es ascendente y sin interrupciones.
Totalmente distinto que la soledad, que el abismo entre yo y yo, entre yo y Dios. Allí hay un algo que es igual al del hombre de las cavernas, y que no es exactamente imperfección, sino un bloqueo de esos que no se puede salir solo, ni tiene ninguna lógica "ascendente".
No creo que consista en eso la creatureidad divina, pero me resulta perfectamente comprensible que, estando en las posibilidades de nuestro ser, estemos metidos en ello. Y que Dios se avenga a lidiar con ello y arremangarse y venir a compartir eso, y a morir por ello.
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«Busca a Dios, entonces hallarás a Dios y todo lo bueno.» (M. Eckhard)
Incluso hablando de un Dios humanado, la distancia es insalvable. Al menos desde éste lado del río.
Solo el depresivo con su tristeza. Solo el iluminado con sus luces. Sola la madre con su criatura. Solo el niño con sus descubrimientos. Incluso el enamorado con sus alegrías.
Se me ocurrió que así como el opuesto al amor es el poder, esa soledad fundamental es la cara (de nuevo, de éste lado del río) del anonadamiento que nos acerca al Amor.
Igual es algo que ocurre allá. Está en el horizonte como una utopía, que muestra un camino y da origen a la necesidad de caminar.
no sé si se puede incrustar aqui el video del monólogo al que hice referencia al principio:
Solo el que muere, y solo el que lo ve morir, sin posibilidades de dar consuelo.
Como en el tango de Discépolo, Ecazes:
http://www.todotango.com/musica/tema/346/Martirio/
"Solo, pavorosamente solo
como están los que se mueren
los que sufren,
los que quieren..."
Alguna vez me sirvió para meditar los misterios de dolor.
No recordaba Martirio, sí....
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«Busca a Dios, entonces hallarás a Dios y todo lo bueno.» (M. Eckhard)
No sé qué sentido tiene esa libertad que nos angustia, salvo quizá el ser una impronta que Dios pone en nuestro interior, una participación de su Ser que nos lleva a buscarle. Angustia porque es un abismo en el que no hacemos pie y por el cual caminamos a tientas, a ser posible asidos a algo que nos dé una cierta seguridad de no caer. Ese algo, la mayor parte de las veces, no es Dios.
Un abrazo.
Pero ese algo, que no es Dios, es también el recuerdo de que Dios no somos nosotros mismos, ni lo vamos a encontrar solo dentro nuestro, sino que hay que salir de sí mismo para verlo.
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«Busca a Dios, entonces hallarás a Dios y todo lo bueno.» (M. Eckhard)