Hola, comprendo la pregunta, pero al mismo tiempo la veo muy amplia, porque el cap. 7 de 1Corintios trata muchas cuestiones acerca de la sexualidad y el matrimonio, y creo que el propio Pablo está tratando de establecer matices en los problemas. Esto lo digo porque no me gustaría que entendieras mi respuesta como acabada, sino que quisiera sentar algunas cuestiones de lectura, y luego las dudas que surjan en concreto, ya con un marco de lectura sentado, las podemos ir tratando de dialogar por medio de los comentarios a pie de página, si te parece bien.
Lo primero es tener presente el género del escrito: se trata de una carta, de una carta que además está dirigida a una comunidad que Pablo conoce y aprecia, con la que hay, por lo tanto, mucho lenguaje y muchas cuestiones que él las puede dar por supuestas. Además las cartas a los corintios son, según la mayor parte de los intérpretes hoy, el resultado de un proceso editorial, es decir, no son dos cartas unitarias, sino el resultado de mezclas de escritos, todos relacionados con los corintios, pero que no guardan entre sí necesariamente el orden que nosotros tenemos. Esto en realidad afecta más a 2Corintios que a la primera, que es más unitaria, pero es bueno tenerlo en cuenta, porque, por ejemplo, no podemos esperar la coherencia organizativa casi de tratado teológico que despliega el mismo Pablo en Romanos.
1 y 2 Corintios son verdaderamente cartas, y esto significa que cuando las leemos nos subimos a un tren en marcha, una metáfora que utilizo siempre para poder meternos mejor en el clima de la redacción paulina: esta carta proviene de diálogos previos, de preguntas que le han hecho (incluso por escrito, como veremos), de situaciones humanas que Pablo conocía de primera mano. Pablo, pero no nosotros. Nosotros no sabemos qué le preguntaron los corintios y responde en esta carta, no sabemos qué problemas matrimoniales había en la comunidad, no sabemos en concreto qué le escribieron. Por saber, ni siquiera sabemos la composición exacta de la comunidad, los solemos suponer mayoritariamente gentiles, pero el propio Pablo parece dirigirse a una comunidad mixta donde se nota la presencia tanto de judíos como de paganos (cfr. 1Cor 7,18-19).
A esto se suma que Pablo, el judío, responde muy judíamente a cuestiones que luego los Padres de la Iglesia, leyeron desde su óptica de cristianos de cultura completamente greco-latina. Así que al leer tenemos que tener presente cuánto estamos dando por supuesto en la lectura y de dónde provienen esos supuestos nuestros.
¿De qué trata el capítulo 7 de 1Corintios? Esto es un pequeño mapa temático
1-6: la cuestión de la abstinencia sexual en la pareja
7-9: el celibato voluntario de los no casados
10-11: No separarse, o permanecer célibes tras la separación
12-16: el caso especial de los matrimonios religiosamente mixtos
17-24: permanecer en la situación en que ha llegado a la fe: casados, circuncisos, esclavos, incircuncisos, etc.
25-31: el momento es apremiante y no es hora de ponerse a "hacer mundo"
32-33: el celibato voluntario agrada al Señor, pero al Señor no le desagrada el matrimonio, sólo que agrega preocupaciones "mundanas" en un mundo que acaba.
Recordemos algunos principios de lectura elementales, pero que a veces olvidamos:
-La división en capítulo-versículos es completamente artificial y posterior, y tiende a condicionarnos la separación de los textos.
-En la escritura antigua no existen las comillas, y si bien hay maneras de señalar dónde comienza y termina una cita, no siempre los escritores lo marcan, mucho más cuando, como en este caso, se dirigen a un público que conoce la carta previa y las cuestiones que Pablo está comentando.
Estos dos puntos-precauciones nos afectan:
El primero, porque Pablo viene de una invectiva muy fuerte contra el uso de la prostitución como medio de intercambio sexual, algo que, como sabes, en el mundo pagano estaba absolutamente normalizado, y por tanto parece que los convertidos del paganismo (y quizás alguno del judaísmo que entendió mal lo de la libertad frente a la Ley) no estaban muy dispuestos a renunciar. Esa invectiva ocupa 1Cor 6,12-20, y es el fragmento inmediato al que comienza en nuestro capítulo, que tiene precisamente que ver con la renuncia a la sexualidad matrimonial.
Allí Pablo recuerda algo que le han escrito, y que se va "para el otro lado": parece que lo mejor es "abstenerse de la mujer".
Este párrafo con el que comienza el cap. 7 es especialmente difícil de puntuar, por la segunda de las prevenciones de lectura que dije antes: hay una cita del escrito que le enviaron a Pablo (y al que Pablo está respondiendo) pero no sabemos qué decía el escrito. Voy a dar las tres posibilidades que se suelen considerar:
Dice Pablo: en cuanto a lo que me habéis escrito (y que no hace falta que yo repita), sí: bien le está al hombre abstenerse de mujer. No obstante, concedo que podría haber más impureza en ello, así que tienen permitido tener algo de relaciones sexuales en el matrimonio ("tener a la propia mujer" es un uso sexual del verbo tener: tener sexo con ella; y viceversa). Como en 1Cor 7,6 habla de que esto lo dice como concesión, parece cerrar el tema.
Sin embargo algo no cuadra, sobre todo que parece recomendar la abstinencia por poco tiempo, así que no queda muy coherente. Allí viene la segunda organización del texto:
Dicen los corintios: "bien le está al hombre abstenerse de mujer"
Pero Pablo les responde: "no obstante, en razón de la impureza...."
Esta forma de puntuar, agregando comillas que reconocen la frase como cita mejora la comprensión del pasaje, pero sigue siendo raro que Pablo recomiende el matrimonio "en razón de la impureza". Como bien dices: es un judío, y el matrimonio lo llevaban en el ADN, incluso cuando, como Jeremías, Jesús o él, decidan permanecer célibes, posiblemente por el valor testimonial y contracultural del signo.
Pero puestos a reconocer una cita, ¿dónde acaba? Allí viene la tercera propuesta:
Dicen los corintios (es decir: "en cuanto a lo que me habéis escrito"):
"Bien le está al hombre abstenerse de mujer, no obstante en razón de la impureza tenga (sexo) cada uno con su propia mujer, y cada mujer con su marido".
Y entonces Pablo, que es muy rápido para captar desviaciones en la perspectiva religiosa, les responde que el sexo en el matrimonio es débito matrimonial mutuo, no una concesión que cada uno se toma por su propio riesgo de impureza. Esta respuesta es ya de Pablo judío al 100%: la mujer no es dueña de su cuerpo ni el marido del suyo, porque al casarse se han hecho uno del otro, así que nada de fantasear con la asexualidad dentro del matrimonio. Les permite negarse mutuamente el débito matrimonial por un corto tiempo y para la oración, pero aún eso se los admite como concesión, no como precepto. Es decir: eso no lo ordena, sólo lo permite.
De la tres, esta, que es la tendencia actual en la interpretación de la carta, creo que es la más ajustada, tanto al contenido del texto, como al talante judío de Pablo. Lamentablemente aún no se ha hecho presente más que en notas al pie de algunas biblias, pero no como tendencia general de traducción.
La segunda está más instalada en las traducciones castellanas, aunque no en todas, que en muchos casos siguen aferradas a la primera, con un Pablo que concede el sexo en el matrimonio sólo a regañadientes.
Creo yo que muchas de las dificultades del capítulo se aminoran con esta lectura, es decir, realmente la primera parte, y el aparente rechazo paulino de la sexualidad en el matrimonio, condiciona mucho de lo que se lee después. Pero como puedes ver, no hay un Pablo asceta helenístico aquí, sino un Pablo judío que tiene que dar respuestas todavía judías en un contexto de valoración del matrimonio, del cuerpo y del sexo que es fundamentalmente helenístico.
Por eso es importante "saltar" hasta los versículos 17 al 24, donde está la clave hermenéutica del propio Pablo, es decir, aquello que hacía de Pablo un cristiano ("avant la lettre", porque aun no hay propiamente hablando, cristianismo): la tensión escatológica.
Este es el punto nodal del mundo paulino: san Pablo descubrió que en Cristo estaba ocurriendo la irrupción del ésjaton (lo último y definitivo) de la que había hablado Isaías (el que nosotros llamamos Tercer Isaías, Is 56-66). Eso implicaba la urgencia de abrir las puertas a los gentiles (Is 66,20-21), y no al modo como hacían prosélitos los judíos misioneros, sino de una manera nueva, en una irrupción final del Señor en un cielo nuevo y una tierra nueva (Is 66,22).
Es verdad que para la etapa de Corintios (quizás sobre el 56) Pablo ya abandonó la gruesa imaginería escatológico-apocalíptica que había desplegado en 1Tes 4,17 (inicios de la década del 50), pero no abandonó el fondo de esas imágenes que es, como dije, la irrupción en curso del ésjaton. En realidad esto es el corazón del pensamiento paulino, así que por abandonar no lo abandonó nunca, pero indudablemente fue cambiando de formulación conforme iba profundizando en la figura de Cristo y en el significado de su obra pascual. En la etapa de Corintios la expectativa es inminente, aunque sin imágenes apocalípticas; en la etapa siguiente, de Gálatas-Romanos, ya abandona la inminencia temporal: no es el Señor el que viene en el tiempo, sino que llega "existencialmente", es decir, que aquel que acepta a Cristo entra en una dimensión escatológica de la existencia humana (teólogos actuales de gran profundidad como Von Balthasar se apoyan en gran medida en esta comprensión para fundamentar la fe cristiana).
Pero volvamos a Corinto: el tiempo apremia, Cristo llega, y ya no hay tiempo para organizar la vida más que en aquello que atañe al inminente encuentro con el Señor. La cuestión del matrimonio, entonces, queda situado en ese contexto: no se trata de rechazar el matrimonio, sino de que es mejor, a los que la vida les dio celibato, que permanezcan así, porque de todos modos este mundo pasa pronto (1Cor 7,25-31). De la misma clase es la dialéctica final entre el que está "dividido" entre agradar al Señor y a su mujer, y el que sólo se preocupa de agradar al Señor (1Cor 7,32-33).
Yo creo que la praxis de la Iglesia debería tener presente este contexto al juzgar con demasiada rapidez que el precepto del Señor de que el separado no se vuelva a casar es de aplicación absoluta. El propio Pablo recuerda el precepto, pero en este contexto de urgencia escatológica (1Cor 7,7-9.10-11).
Finalmente, creo que es un fragmento brillante, y al que pocas veces se le da la importancia que merece, el de 1Cor 7,12-16, donde recomienda tratar de continuar con matrimonios religiosamente mixtos (pagano y cristiana o pagana y cristiano), si hay buena voluntad. Lo más interesante es la razón, que muestra que Pablo ha asimilado la lección de la vicariedad de Cristo en la cruz mucho más allá de lo que la solemos entender: para que la unión que proviene del matrimonio (son una sola carne) transporte santidad del miembro cristiano al pagano, de tal modo que así como uno murió por todos (los suyos), los suyos pueden llevar esa santidad a otros que aún no han aceptado a Cristo.
Creo que una lectura así trae también una respuesta fresca al problema de los matrimonios mixtos actuales, en la que muchas veces los dos miembros son bautizados y nominalmente cristianos, pero sólo uno practica la fe, y quizás se angustia por el otro: Pablo le diría: "le estás llevando salvación, con tu práctica de la fe". Pero además trae una noción de "salvación" menos individualista que a la que estamos acostumbrados: la salvación no la hacemos nosotros, es algo que Dios hace en el mundo en cuanto le abrimos, no ya una puerta, aunque sea un ventanuco.