Tertuliano nació en Cartago antes del año 160, y se dedicó desde muy joven a la retórica y al derecho. Pasó a Roma, donde parece que ganó reputación como jurista, aunque esto no acabó de satisfacer su temperamento idealista y apasionado. Hacia el año 195 se convirtió al cristianismo, y desplegó una incansable actividad literaria en defensa y explicación de su nueva fe. Sin embargo, ni aun en ella encontraba fácilmente satisfacción aquel africano ardiente a quien toda perfección parecía poca: pronto se dejó atraer por las tendencias más espiritualistas y rigoristas dentro del cristianismo, y finalmente, hacia el año 207, adhirió abiertamente a la secta herética de Montano (llamada montanismo), que pretendía ser un cristianismo más purificado por medio de una nueva encarnación del Espíritu de Dios en sus miembros.
Los escritos de Tertuliano reflejan todo el apasionamiento de su alma. La doctrina cristiana se expresa en ellos con una fuerza extraordinaria, pero también de una forma extremosa, desmesurada y, a veces, llena de contradicciones. Los escritos montanistas del último período de su vida manifiestan una actitud rigorista y espiritualista que contradice las posturas más moderadas de sus primeros años. Aun así, los escritos de Tertuliano ejercieron un influjo incalculable en la formación del pensamiento teológico.
Al revés que los alejandrinos, Tertuliano afecta repudiar totalmente la cultura pagana, lo cual no quiere decir que sus propios modos de pensar y de expresarse no estén profundamente influidos por la retórica y la filosofía de su tiempo. Antes de entregarse al espiritualismo montanista, Tertuliano está convencido de que la única verdad es la que se contiene en la tradición apostólica que se conserva en la Iglesia. Ni siquiera la Escritura es por sí misma garantía suficiente de verdad, puesto que todas las sectas apelan a ella: el verdadero sentido de la Escritura nos lo da la regla de fe de la Iglesia. Más adelante, cuando él mismo haya caído en la secta montanista, Tertuliano repudiará la regla de fe y de vida de la Iglesia, para buscar la verdad únicamente en la inspiración carismática de los que se sienten arrebatados por una extraña nueva efusión del Espíritu.
Contra el marcionismo, que negaba la identidad entre el "Dios del AT" y el "Dios del NT", Tertuliano defenderá la unicidad del Dios creador y redentor, del Dios del Antiguo y del Nuevo Testamento. La misma creación material es en sí buena, manifestando en su orden y belleza la bondad de Dios, que la hizo para bien del hombre. En el tratado contra Práxeas, hereje monarquianista, Tertuliano defiende la doctrina trinitaria con fórmulas que preludian el definitivo pensamiento agustiniano en esta materia: aunque se encuentra todavía con dificultades de expresión por falta de un lenguaje teológico preciso, Tertuliano expresa la verdadera unidad de naturaleza y de sustancia en Dios juntamente con la verdadera Trinidad de personas, y al combatir el monarquianismo no cae, como los padres griegos, en expresiones de tendencia subordinacionista. En él se encuentra ya el germen de lo que será la explicación psicológica de la Trinidad que desarrollará san Agustín. El misterio de la Encarnación es explicado magistralmente por Tertuliano en el tratado De carne Christi, en el que combate las tendencias docetistas siempre amenazantes. La antropología de Tertuliano es original y vigorosa, y puede estudiarse particularmente en su tratado De Anima, el primer libro que un autor cristiano dedicara especialmente a esta cuestión. El alma es imagen de Dios, libre, e inmortal. Respecto al origen de las almas individuales, Tertuliano se inclina por lo que luego se llamó traducianismo, es decir, por la explicación según la cual el alma se transmitiría y se multiplicaría a través del semen paterno en el acto de la generación. A partir de la doctrina cristiana de la resurrección Tertuliano corrige el espiritualismo de la tradición platónica, y defiende la dignidad de la carne y del cuerpo humano, que ha de servir a Dios juntamente con el alma, y que con ella ha de recibir el premio de la vida bienaventurada.
En cuanto a la vida cristiana, Tertuliano subraya en ciertos momentos con intención apologética que los cristianos son en todo como los demás hombres, dedicándose a toda suerte de ocupaciones y orando por los emperadores. En cambio, en otros momentos, y sobre todo a consecuencia del rigorismo montanista, parece exigir una rigurosa ascética de apartamiento del mundo, negando que el cristiano pueda prestar servicio militar y ocuparse en cosas temporales. A pesar de sus expresiones, a menudo intolerantes, Tertuliano es uno de los primeros escritores cristianos que, por razones apologéticas, proclama los principios de la libertad religiosa, por los que ningún culto particular puede ser impuesto a nadie por la fuerza, y declara la absoluta igualdad de todos los hombres ante Dios. (J. Vives)
De entre la larga lista de escritos de Tertuliano, sobresale sin duda el «Apologeticum», obra de, como su nombre lo indica, defensa de la fe cristiana y de los cristianos ante las persecuciones del Imperio.
Quienes deseen profundizar en este imprescindible autor no deben pasar por alto el amplísimo «The Tertullian Project», realizado por Roger Pearse, que contiene obras, listados, citas, testimonios, discusiones, fundamentalmente en inglés, pero también en otros idiomas; las obras están siempre en latín, y en las traducciones de dominio público que es posible conseguir en varios idiomas europeos, incluyendo el español.
Obras
en su posible orden cronológico (listado establecido por John Kaye, Obispo de Lincoln en el s. XIX, tomado de Wikipedia en inglés)
Católicas, pre montanistas:
1. De Poenitentia (Sobre la penitencia)
2. De Oratione (Sobre la oración)
3. De Baptismo (Sobre el bautismo)
4.,5. Ad Uxorem, lib. I & II, (A su esposa),
6. Ad Martyras (A los mártires),
7. De Patientia (Sobre la paciencia)
8. Adversus Judaeos (Réplica a los Judíos)
9. De Praescriptione Haereticorum (Prescripciones contra los heréticos),
Indeterminadas:
10. Apologeticus pro Christianis (Defensa de los cristianos)
11.,12. ad Nationes, lib. I & II (A las Naciones)
13. De Testimonio animae (Del testimonio del alma)
14. De Pallio (Sobre el palio ascético)
15. Adversus Hermogenem (Contra Hermógenes)
Probablemente post montanistas:
16. Adversus Valentinianus (Contra los Valentinianos)
17. ad Scapulam (A Scapula, Proconsul of Africa),
18. De Spectaculis (Acerca de los espectáculos),
19. De Idololatria (Acerca de la idolatría)
20., 21. De cultu Feminarum, lib. I & II (De la vestimenta de las mujeres)
Con certeza post montanistas:
22. Adversus Marcionem, lib I (Contra Marción, Libro I),
23. Adversus Marcionem, lib II
24. De Anima (Sobre el alma)
25. Adversus Marcionem, lib III
26. Adversus Marcionem, lib IV
27. De Carne Christi (Acerca de la carne de Cristo),
28. De Resurrectione Carnis (Sobre la resurrección de la carne)
29. Adversus Marcionem, lib V
30. Adversus Praxean (Contra Praxeas),
31. Scorpiace (Antídoto contra la mordeura del escorpión)
32. De Corona Militis (Sobre la corona d elos soldados),
33. De velandis Virginibus (Sobre el velo de las vírgenes),
34. De Exhortatione Castitatis (Exhortación a la castidad),
35. De Fuga in Persecutione (De la huída en las persecuciones)
36. De Monogamia (Sobre la monogamia)
37. De Jejuniis, adversus psychicos (Sobre los ayunos, contra los materialistas),
38. De Puditicia (Sobre la modestia)