Un ateo puso una pregunta en un grupo de Fb.
¿En el cielo existe sufrimiento y libre albedrío? Si es así entonces no es un lugar de gozo. Y sino es asi entonces Dios puede crear una creación sin sufrimiento.
¿Qué opinan?
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Mira, desde luego la pregunta es perfectamente legítima. La cuestión es que nuestra fe nos lleva a pensar el tema en términos no tan carnales. Dicho en carrerilla (y para desarrollar luego): entre esta vida y la vida venidera no hay solo una diferencia de duración, o incluso de grado, sino una diferencia más abismal, de tal modo que si bien nos referimos a ella como si fuera el mismo tipo de vida que la actual, pero más larga (eterna), más elevada (celestial), o más feliz (buenaventurada), la realidad es que la diferencia es de género: se trata realmente de una experiencia de vida que aun no tenemos, por tanto difícilmente la podemos imaginar.
San Pablo hace algunas comparaciones:
"Muere un cuerpo natural, resucita un cuerpo espiritual" (1Cor 15,44)
"El primer hombre, salido de la tierra, es terreno; el segundo [ie: Cristo], viene del cielo" (1Cor 15,47)
Pero la comparación más acertada, creo yo, es: "lo que tú siembras no es el cuerpo que va a brotar, sino un simple grano, de trigo por ejemplo o de alguna otra planta. Y Dios le da un cuerpo a su voluntad: a cada semilla un cuerpo peculiar." (1Cor 15, 37-38)
La vida eterna no es esta vida, pero más larga, sino una vida que difiere de esta como la planta de la semilla. No tenemos experiencia de una libertad redimida, sino solo de la libertad tal como la conocemos, "sometida a la vanidad", por tanto en realidad la libertad redimida solo la podemos pensar por símbolos y aproximaciones poéticas, no por descripciones.
Hay algo en nuestra existencia no redimida, que se nos escapa. Los filósofos hablaron mucho de ello: Sócrates (a través de Platón) consideraba que si el hombre conociera de verdad el sentido de sus actos, no obraría nunca mal: el mal obrar procede de la ignorancia.
Interesante perspectiva. De alguna manera convergente con la mirada de los profetas bíblicos para los cuales el mal es siempre un desconocimiento del Dios verdadero (Os 4,1; 6,6), de tal modo que auguran una edad del hombre en que la tierra estará llena del conocimiento de Dios (Habacuc 2,14), y por tanto de bondad, belleza, verdad...
Podríamos pensar que en el paraíso (demos por literal la historia bíblica, en realidad empapada de símbolo) el hombre conocía a Dios, y luego cayó, a pesar de ese conocimiento. Pero eso es leer la Biblia desde el mito de la edad de oro. NO. El hombre inicial es un hombre "surgido de la tierra" (como dice san Pablo), tiene en su centro un árbol del conocer (el propio Dios, en definitiva), al cual no puede comer, deberá ir alcanzando el conocimiento de Dios, pero falla en esa tarea. Tiene una tarea a su cargo, y falla. Es el origen del sufrimiento, es el núceo del sufrimiento: la única tarea a la medida del hombre, resultó fallida, terrible verdad que no nos deja sino sufrimiento.
Se me dirá que la culpa la tiene Dios por darle el conocimiento de Dios como tarea y no como realización. Pero eso sería tanto como no hacerlo hombre. El hombre es para la búsqueda del conocimiento, y la búsqueda del conocimiento para el hombre.
Por eso en la historia de ese hombre no redimido, el Hijo del hombre (e hijo de Dios) viene a realizar el conocimiento pleno de Dios; en medio de la historia de los hombres, viene a hacerlo con medios humanos: resulta que conocer a Dios consistía en donarse del todo a sí mismo. La gran revelación es que Dios no es poderío, ni fuerza, ni dominio. Eso era lo que debían descubrir en el paraíso y perdieron la oportunidad: Dios es vacío de sí, y solo lo conoce un hombre capaz de vaciarse de sí, no de llenarse.
El hombre redimido es hecho a imagen y semejanza de Cristo, de Dios manifestado en su vaciamiento, en la cruz y la autoentrega total. Por eso la nueva libertad que adquiere de una vez para siempre es una libertad que proviene del conocimiento de Dios, no del desconocimiento, es una nueva forma de libertad, a la cual apenas podemos entrever y saludar de lejos, cantar y celebrar, pero no aun experimentar más que en momentos puntuales. Cada vez que, ya en esta vida, experimentamos el vaciamiento personal, entramos en la dimensión de la nueva libertad en forma de anticipo y degustación.
Por eso, aunque la pregunta es legítima, no tiene mucho sentido: en la nueva creación el sufrimiento no es denegación de la verdad creatural, sino momento de la total y eterna autoentrega. Por algo el gran símbolo del hombre eterno es, en el Apocalipsis, el Cordero eternamente degollado, y vivo para siempre.
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«Busca a Dios, entonces hallarás a Dios y todo lo bueno.» (M. Eckhard)
Digamos que entonces el conocimiento de Dios es algo historico... yo había escrito lo siguiente en mi cuaderno personal:
¿Por qué Dios no nos da eso desde el principio? Porque tenemos que elegir, la Gracia perfecciona, pero requiere nuestra cooperación, necesita una dirección del corazón.
Lo que quiero decir con eso es que ese "grano" del que tu hablas que se siembra, debe ser un grano con el que Dios pueda trabajar, si es una persona que no ha aceptado nada de Dios (vamos el que teóricamente se va al infierno) Dios no puede hacer nada.
Pero hay un contra-argumento que yo mismo doy, y es que si para la nueva vida (la resurrección) se requiere algun movimiento del hombre, alguna dirección de su corazón (sin caer en pelagianismos, Cristo es quien abre el camino que es Él mismo), pero si esa acción o dirección de cada hombre es necesaria ¿qué pasa con los no-natos, los bebes, que nunca pudieron tomar ningun tipo de conocimiento de Dios y menos de una dirección de sus corazones?
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Por eso los confiamos a la misericordia de Dios.
El bautismo nos pone en el camino de Cristo, nos hace a imagen de Cristo, pero además del bautismo sacramental hay otras formas de bautismo: de sangre, de deseo, ¿y por qué no vicario? (1Cor 15,29, esta práctica no existe formalmente en la Iglesia, pero ¿acaso no podría extenderse en relación a los sufragios por los muertos que rezamos habitualmente?)
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«Busca a Dios, entonces hallarás a Dios y todo lo bueno.» (M. Eckhard)
Digamos que entonces el conocimiento de Dios es algo histórico... yo había escrito lo siguiente en mi cuaderno personal:¿Por qué Dios no nos da eso desde el principio? Porque tenemos que elegir, la Gracia perfecciona, pero requiere nuestra cooperación, necesita una dirección del corazón.
¡Exactamente! hay una temporalidad en el encuentro con Dios, porque todo aquello que tiene que ver con el hombre se despliega en el tiempo, así que también Dios, en tanto entra en trato con el hombre, lo hace al modo de su receptor, nosotros: en el tiempo.
Nosotros no amamos mucho el tiempo, le tenemos cierto entre cuidado y desprecio, incluso quizás fantaseamos con que si no estuviéramos sometidos al tiempo todo sería mejor.
"Tempus amoris cubiculum non est", dice el poeta Catulo, un poquito anterior a Jesús: "el tiempo no es la habitación del amor". Poeta desesperado que resume la desesperación propia del paganismo.
Ahora bien, ¿piensa Dios lo mismo? ¡Dios ama el tiempo! ¡creó a un hombre que se despliega en el tiempo, que madura y va descubriendo. Y de allí llegamos a la revelación que siempre nos dejamos sin asumir: ¡Dios mismo tiene un tiempo!, el tiempo de Dios, que, como dice el poeta cuyo himno utilizó Bach: "El tiempo de Dios es el mejor de todos los tiempos" (es el primer poema y el título de una cantata de Bach, bellisima).
El tiempo de Dios es el tiempo en el que nos encuentra y nos cura de las heridas del viaje, como el buen samaritano cura al hombre atacado por ladrones en el camino. Sin duda que sería bueno que no lo hubieran atacado ladrones. Sería bueno, pero es mucho mejor que se haya encontrado en el camino con el buen samaritano, su vida es mayor después de eso, por eso incluso los ladrones resultaron (sin quererlo ellos) ocasión de gracia: "Feliz culpa, que nos mereció tal redentor".
Te darás cuenta que la vida que recogeremos en la eternidad es infinitamente más rica que cualquier vida inicial que hubiera podido haber en el paraíso, o en nuestra existencia personal.
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«Busca a Dios, entonces hallarás a Dios y todo lo bueno.» (M. Eckhard)