15/09/2005
El objetivo de la presente edición es profundizar en la identidad y en los principales rasgos del testimonio en la vida monástica, no solo desde la tradición, sino sobre todo desde el desafío que nos presenta la sociedad actual.
Loyola (Guipúzcoa) 12/09/05 (Veritas) Mañana comienza en el Santuario de Loyola la XXX Semana de Estudios Monasticos, organizada por la Sociedad de Estudios Monásticos (SEDEM). Esta sociedad civil y cultural, constituida en el año 1963, tiene como objetivo el fomento o incremento de los estudios monásticos y la celebración periódica, bianual, de Semanas de Estudio y Espiritualidad Monástica.
Según explicó a Veritas la Hna. María Pilar Tejada, de la congregación de las Benedictinas y secretaria del SEDEM, ?durante bastantes años estas Semanas se orientaron fundamentalmente a realizar estudios científicos de los diversos aspectos de lo que podríamos llamar la tradición monástica. El nivel era de tal altura que participaban mayoritariamente personas eruditas muy especializadas en el tema. Exclusivamente varones: monjes y laicos cualificados?.
?Con el paso del tiempo un gran número de nuestros monasterios, sensibilizados a la importancia del tema de la formación empezaron a acudir a las Semanas, en concreto en la XX Semana celebrada en Valladolid donde hubo una presencia muy notable de monjas de las diferentes tradiciones y entraron a formar parte de la Asociación viéndose entonces la conveniencia de dar una nueva orientación y enfocar estas Semanas de cara a la Comunidades como un plan de formación de espiritualidad y profundización del carisma monástico, sin perder el carácter inicial de estudios?, añadió.
El objetivo de la presente edición es profundizar en la identidad y en los principales rasgos del testimonio en la vida monástica, no solo desde la tradición, sino sobre todo desde el desafío que nos presenta la sociedad actual.
Hablarán el profesor de la Facultad de Teología de Vitoria Saturnino Gamarra con el título ?Testigos del Dios de Jesucristo?; o ?Testigos en medio de la búsqueda plural? por Ramón Álvarez, osb. Del monasterio de Santo Domingo de Silos (Burgos). Otros ponentes serán: José García Paredes, cmf., Pius-Ramón Tragan, osb, y Joan-Carles Elvira del Monasterio de Montserrat, el abad primado, osb, y el abad General, ocso, llegados ambos desde Roma; Alejandro Masoliver, O. Cist., del monasterio de Poblet (Tarragona); María Reis, osb. del monasterio de Roriz (Portugal); Enrique Mirones, ocso. Sobrado de los Monjes (La Coruña).
Para María Pilar Tejada, ?las comunidades de vida contemplativa han sido siempre signos del evangelio en las sociedades en las que se han insertado. En la nuestra, caracterizada por el hedonismo, materialismo, creciente secularización, relativismo ético ausencia de valores y sentido, juegan un papel importante, como signos de la búsqueda radical de Dios?.
?Las comunidades contemplativas son lugares del Espíritu, del testimonio de que Dios es lo único necesario, y que desde el El la vida tiene pleno sentido. Signos de que la vida en Dios tiene un horizonte de Trascendencia. Son pues una respuesta al materialismo, al sinsentido social. Y recuerdan a la Iglesia su vocación profunda de Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo y Templo del Espíritu?, explicó.
?Por otro lado serían también signos proféticos de la novedad del Evangelio. En una sociedad inclinada a la homologación, al dictado de la moda, al dominio de los medios de comunicación, a los falsos valores, las comunidades contemplativas tratan del hacer florecer la novedad traída por el Señor Jesús, y de la renovación del mundo. Signos, pues, de lo esencial y de lo auténtico. Y recuerdan a la Iglesia su vocación de luz del mundo y sal de la tierra, por su fidelidad a la Buena Nueva de Jesús?.
?En tercer lugar serían signos de fraternidad profunda y verdadera. Uno de los grandes problemas del mundo actual es el individualismo, el "dominio del uno" aislado de los demás. Por sus votos religiosos, expresión de su vocación fraterna, las comunidades dan testimonio de una unidad de bienes que lleva a la unidad de corazones, fundada en el amor y la común convocatoria de Dios. Y recuerdan a la Iglesia su vocación de familia de hermanos, y levadura de la comunión fraterna de la Humanidad?.
?En cuarto lugar sería Signos de totalidad. En su experiencia profunda las comunidades contemplativas recogen la amplitud del Cosmos, la originalidad del hombre en él, el dilatarse de la historia, desde los orígenes, la providencia de Dios sobre todos los hombres tiempos y lugares. Y recuerdan a la Iglesia su vocación de fermento de la unidad de la Creación y de la vida?.
?Y por último, Signos escatológicos . Las comunidades contemplativas son testigos del mundo nuevo que Dios nos está preparando; del destino final de la Creación y de la Historia. Por su oración y dimensión contemplativa, por su búsqueda radical de Dios con la que empezamos estas reflexiones, las comunidades religiosas tienen presente el horizonte de consumación final de la realidad. Todo ha salido de Dios, y a É l debe volver?, concluyó.
fuente: Veritas
Probablemente pocos leeréis entero este artículo que he traído desde las noticias; como siempre, un poco largo cuando vamos con poco tiempo.
Además no son demasiados los cristianos que se relacionan frecuentemente o incluso esporádicamente con un monasterio. Muchos incluso se preguntan para que sirven hoy día estos "carcamales", en al Iglesia de hoy día, la Iglesia de los movimientos laicos y del "aggiornamiento".
He pasado una hora escribiendo sobre ello y en el momento de "enviar" se ha bloqueado la conexión y se me ha borrado lindamente todo. Algunos de nosotros sabemos lo desesperante que resulta cuando has dicho lo que deseabas decir y ¡zas! todo borrado en un santiamén... Sabes que aunque vuelvas a escribir ya no va a ser igual... Y, no obstante, no tendría sentido haber puesto este artículo, tanto si lo leéis como si no, si no os dijera algo sobre este tema.
Lo primero que me ha venido ganas de deciros que tiene interés comentar sobre el tema es que de los participantes que menciona conozco personalmente a cuatro de ellos (el mundo es muy pequeño!). Dos de ellos son personas de una sencillez y alegria interior que no desmerece en absoluto de su trabajo al servicio de la Iglesia. Cuando los conocí me dejaron profundamente impresionada. Y estoy segura que no son los únicos en esta semana monástica, por supuesto.
Así pues, ¿qué sentido puede tener la vida monástica para la Iglesia y para la humanidad en general? Desde mi punto de vista, naturalmente, os diré que los monjes son unos "locos de Dios", dentro de la sensatez constantemente cultivada, en un constante equilibrio entre la debilidad humana que todos llevamos y las aspiraciones más altas, la colaboración -o el choque- entre la Gracia del Espíritu Santo que lo trabaja y las propias limitaciones. En el AT encuentro imágenes muy evocadoras de la realidad monástica: la lucha de una noche entera de Jacob con el "Ángel de Yahvé" o el diálogo de Elías y Dios en el Horeb, intentando ver y escuchar verdaderamente al Dios que ya se le está manifestando desde el principio...
O bien en el misterio de la Transfiguración, símbolo de la específica experiencia monástica de alcanzar la visión de Jesús solo... como los discípulos, cuando despiertan de su visión, después de atisbar la gloria de Jesús conversando con Moisés y Elías, y la Voz del Padre reconociéndolo ante ellos e invitándolos a escucharlo y seguirlo. Ese Jesús, único, que nos revela al Padre y en el que podemos encontrar todo y a todos.
El camino del monje es el camino de un enamorado que encuentra su alegría en poner su libertad en las manos del Amado, de humildad obediente a la voluntad del Padre, realizada en un crecimiento constante de su libertad interior, un camino de configuración con Cristo, en quien se nos da el realizar lo que dice S. Pablo en 1 Corintios 3, 21-23
... todo es vuestro:...el mundo, la vida, la muerte, el presente, el futuro, todo es vuestro;
y vosotros, de Cristo y Cristo de Dios.
También se puede decir al revés: "Dios le ha confiado todo a Cristo Jesús y Él lo ha confiado todo a los suyos. El monje tiene en Cristo a Dios y a todo cuanto ha sido creado, Es el misterio de la comunión que lo transforma, uniéndolo a Cristo, en un hombre universal (católico) y amigo e hijo de Dios.
¿Es el camino monástico un camino escogido, diferente? No lo creo. Es precisamente el camino cristiano intentando llevarlo hasta sus más "lógicas" consecuencias.
Encomendemos esta Semana monástica en nuestras oraciones para que los monjes sean lo que Dios quiere que sean: testigos de lo Absoluto, amigos y hermanos de toda la humanidad, transmisores de la paz y la alegría cristianas.
Un abrazo
Lo primero que me ha venido ganas de deciros que tiene interés comentar sobre el tema es que de los participantes que menciona conozco personalmente a cuatro de ellos (el mundo es muy pequeño...
Cuando leí este artículo lo primero que me dije fué : Esta noticia la pego porque es muy interesante por varios motivos. El primero porque quienes tenemos relaciones con monasterios sabemos de qué viene , y los que no conocen nada de este tipo de vida , tal vez los acerque un poco más, y segundo porque seguro que Maricruz los conoce.
¿Intuición? !Una pegada!
¿Qué sentido tuvo y tiene apartarse del mundo para vivir una vida llena de sacrifios?
¿Qué sentido tiene la oración, el trabajo en comunidad, la soledad, el trabajo deela tierra,las pocas horas de sueño, pasar frio y privaciones, estar sometidos a una regla inventada hace cientos de años, regidos por un abad, o una priora, conviviendo con personas dentro de cuatro paredes?
La vocación a la vida religiosa es un llamado que no carece a lo largo de la vida de cruces, de sombras, de sacrificios, de arideces..de sombras y también luces.
Pero pasa lo mismo en la vida matrimonial.
Y cada uno en lo suyo, en el deber de estado en que Dios lo ha puesto deberá dar el ciento por uno.
Pero socialmente ante la posibilidad de un matrimonio o de una vocación, las personas por lo general se espantan ante la idea de que una chica o un chico entren en vida religiosa o sacerdotal.
Las reacciones son simpre más o menos las mismas. !Qué desperdicio, que locura, de dónde vienen esas cosas. ¿no ha tenido novio? ¿ha tenido una mala experiencia? etc, etc.
Sí son locos, locos de Dios. Locos de amor de Dios.
Se apartan del mundo. Pero justamente en cuanto más se apartan más lo poseen. En el trato íntimo y asiduo con el Creador transforman al mundo.
Encomendemos esta semana monástica, por su frutos y como hermanos en Cristo Jesús que son.
Andrea.
Cuanto más buscarlo quiese con tanto menos me hallé
Sí son locos, locos de Dios. Locos de amor de Dios.
Y quien más loco, que el mismo Dios que siendo Infinito y transcendente, se rebajo hasta tomar la forma de un simple embrión humano, si no hay nadie que le gane en hacer locuras de Amor a la Trinidad.
Es verdad que no se entiende en el mundo de hoy la vida de los contemplativos, no se entiende, porque no se entiende el amor, la gente piensa que sabe lo que es el amor pero no tiene idea, confunden amor con capricho, con sexo, con sentirse bien.
gracias por eso locos benditos, que hacen que el pararrayos de Dios, no destruya el mundo, por esas antenas que atraen sus gracias.
gracias por los monjes y monjas de clausura, a las ONG puede sustituirlas un ejercito, a éstos hermanos y padres sólo Jesús y María
Maricruz, gracias por tu articulo, y por ser de esos locos benditos
Un abrazo
Maite
Hola he pasado dos dias en un monasterio carmelita, donde he acompañado en la profesión de sus votos a mi amiga Bea, una joven bellisima e inteligente y joven, que entrega su vida al Señor por entero.
En la comunidad, sobre 15 monjas, la media de edad no supera los treinta y pocos, ¿que es lo que tiene de atractivo este tipo de vida para esas monjas??
Lo dejo así para suscitar dialogo.
Muchas gracias Maricruz, para mi, como debe ser para todos los cristianos, es una buena e importante noticia.
Abrazos
Le he suscitado del norte, y viene, del sol naciente le he llamado por su nombre. Is 41,25
Encuentro que es una bonita noticia, Alex. Y la media de edad indica que es un monasterio en plena "resurrección". No es el único.
Os explico que un dia me lamenté con pesar en un monasterio como iban disminuyendo los monjes debido a la abundancia de ancianos y las menores entradas de jovenes. Si bien entran, no son tantos como antiguamente, de manera que la comunidad, aunque grande va disminuyendo lentamente. Me encantó la inmediata respuesta del monje: "Hubo tiempos en que fuimos dos o tres... y otros, más de doscientos. No es importante, los monasterios siguen el ritmo de la historia que viven. Dios dispone las cosas. Lo que importa es que los que vivimos seamos fieles a Cristo. El resto es secundario".
El monje es alguien que ha sentido la llamada de Dios como Absoluto, y como los discípulos en otro tiempo, va y lo deja todo para seguir a Jesucristo. Que sea él solo o una multitud, esencialmente, no debe afectar para nada su camino, un camino en que el Espíritu va conduciendo la ruta y marcando las etapas, solitario, y a la vez profundamente implicado en todas las situaciones eclesiales y humanas, no por realizar pocas o muchas actividades, sino por la comunión, esencial en toda vida consagrada a Dios, sea la de un monje, sea la de cualquier cristiano. Así lo veo...
Así lo veo...
:-) yo tambien.
Lo que importa es que los que vivimos seamos fieles a Cristo. El resto es secundario
Es una manera directa y sencilla de decirlo.
El monje es alguien que ha sentido la llamada de Dios como Absoluto, y como los discípulos en otro tiempo, va y lo deja todo para seguir a Jesucristo.... un camino en que el Espíritu va conduciendo la ruta y marcando las etapas, solitario, y a la vez profundamente implicado en todas las situaciones eclesiales y humanas...
Es la mejor "definición" de lo que es un monje que he leido en mi vida.
Gracias Maricruz.
He visto una comunidad plena de Fe, Esperanza y Caridad en Cristo, de cuidado y atención hacia los demas, y de profundo amor a Dios expresado en la vida liturgica (que fué lo que he podido compartir durante dos dias...
Un abrazo
Le he suscitado del norte, y viene, del sol naciente le he llamado por su nombre. Is 41,25
Acabó la semana... tomado de Ecclesia digital
La vida monástica pone de manifiesto la fuerza testimonial de su presencia
Con el lema ?Seréis mis testigos? se ha celebrado en Loyola, del 13 al 19 de septiembre, la XXX Semana de Estudios Monásticos, que ha vuelto a superar el centenar de participantes entre monjas y monjes de España y Portugal, y un nutrido grupo de seglares, que se va consolidando a lo largo de las últimas Semanas y que pone de manifiesto el interés que este carisma va tomando en el campo eclesial. Image
Con este tema las Semanas de Estudios Monásticos han completado una trilogía temática, que habían iniciado las anteriores ediciones, con la que el monacato de nuestra península ha querido ofrecer una serie de elementos nucleares y de disposiciones básicas desde los cuales la vida monástica quiere afrontar los retos que el nuevo milenio impone desde su especificidad, presentándose incluso como referencia, según expresaba la presidenta de la Sociedad de Estudios Monásticos, Kandi Saratxaga, en la apertura de la Semana.
Para Saratxaga la vida monástica está obligada a ser hoy significativa ante el mundo desde los valores evangélicos a los que hace referencia, encarnándolos y haciéndolos ?vida comestible? para el hombre de hoy. Un hombre que definía como de ?pasiones tristes?, que forma parte de una cultura que no acierta a encarar la responsabilidad del sentido y lo reduce todo ?a la funcionalidad del homo economicus?, pero que no puede ocultar una sed de trascendencia.
Por su parte, Mª Pilar Tejada, secretaria de la Sociedad, afirmaba que todo este trabajo y análisis, se quería realizar no desde la superioridad, sino desde la autocrítica sincera y la conversión.
TESTIGOS DEL DIOS DE JESÚS
Con estos objetivos definidos se fue desarrollando toda la semana que en su dinámica de funcionamiento armonizó las ponencias con mesas redondas y trabajos en grupos.
Los ponentes que se fueron sucediendo a razón de dos conferencias por día a lo largo de las mañanas fueron los teológos José C.R. García Paredes y Saturnino Gamarra; los benedictinos Pius Tragán, Joan Carles Elvira, Notker Wolf, primado benedictino, Ramón Álvarez, María Reis, y Montserrat Viñas; y los cistercienses Alejandro Masoliver, Enrique Mirones, Cándida Saratxaga y Bernardo Olivera, abad general de los cistercienses de la Estrecha Observancia.
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Con el lema ?Seréis mis testigos? se ha celebrado en Loyola, del 13 al 19 de septiembre, la XXX Semana de Estudios Monásticos, que ha vuelto a superar el centenar de participantes entre monjas y monjes de España y Portugal, y un nutrido grupo de seglares, que se va consolidando a lo largo de las últimas Semanas y que pone de manifiesto el interés que este carisma va tomando en el campo eclesial. Image
Con este tema las Semanas de Estudios Monásticos han completado una trilogía temática, que habían iniciado las anteriores ediciones, con la que el monacato de nuestra península ha querido ofrecer una serie de elementos nucleares y de disposiciones básicas desde los cuales la vida monástica quiere afrontar los retos que el nuevo milenio impone desde su especificidad, presentándose incluso como referencia, según expresaba la presidenta de la Sociedad de Estudios Monásticos, Kandi Saratxaga, en la apertura de la Semana.
Para Saratxaga la vida monástica está obligada a ser hoy significativa ante el mundo desde los valores evangélicos a los que hace referencia, encarnándolos y haciéndolos ?vida comestible? para el hombre de hoy. Un hombre que definía como de ?pasiones tristes?, que forma parte de una cultura que no acierta a encarar la responsabilidad del sentido y lo reduce todo ?a la funcionalidad del homo economicus?, pero que no puede ocultar una sed de trascendencia.
Por su parte, Mª Pilar Tejada, secretaria de la Sociedad, afirmaba que todo este trabajo y análisis, se quería realizar no desde la superioridad, sino desde la autocrítica sincera y la conversión.
TESTIGOS DEL DIOS DE JESÚS
Con estos objetivos definidos se fue desarrollando toda la semana que en su dinámica de funcionamiento armonizó las ponencias con mesas redondas y trabajos en grupos.
Los ponentes que se fueron sucediendo a razón de dos conferencias por día a lo largo de las mañanas fueron los teológos José C.R. García Paredes y Saturnino Gamarra; los benedictinos Pius Tragán, Joan Carles Elvira, Notker Wolf, primado benedictino, Ramón Álvarez, María Reis, y Montserrat Viñas; y los cistercienses Alejandro Masoliver, Enrique Mirones, Cándida Saratxaga y Bernardo Olivera, abad general de los cistercienses de la Estrecha Observancia.
Un peso específico tuvieron las mesas redondas que trataron de presentar la visión de la vida monástica desde la percepción que se tiene desde fuera de ella, en sus luces y sombras, por lo que una mesa estuvo formada por seglares; por otra parte, la experiencia desde dentro de la misma vida monástica pero percibida desde las diferentes situaciones generacionales; y, entre ellas, el testimonio de vida concreto de varios monjes.
Resonó en la asamblea el convencimiento de que si todos los siglos han podido gozar de una vida monástica que respondía a sus necesidades, también el siglo XXI merece contar con un monacato que responda a la nueva situación para que sea significativo, y toda la Semana traslució ese deseo partiendo de la conciencia de todas las dificultades que pueden condicionarla, históricas, institucionales, de mentalidad, de la disminución vocacional y envejecimiento de muchas comunidades.
Desde esos sentimientos y presupuestos, en el recorrido de las ponencias quedó resaltada y definida en parte la dimensión testimonial de la vida monástica apoyada en la vivencia y anuncio del Dios de Jesucristo en medio de la Iglesia y de la sociedad actual plural e indiferente, desde la propia fragilidad, pero constante a lo largo de su historia secular, siempre en comunión concreta con el mundo en el que le ha tocado vivir, desde su propio ser, su capacidad de escucha, de acogida, de fraternidad, de apertura al Misterio.