Beatificación de trece mártires de la persecución religiosa en México
Acaecida en los años veinte del siglo pasado
CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 20 de noviembre de 2005 (ZENIT.org).- Benedicto XVI se hizo presente este domingo con un saludo en la beatificación de trece mártires de la persecución religiosa que tuvo lugar en los años veinte del siglo pasado en México.
En nombre del Papa, debía presidir a las cinco hora local de México --medianoche en Roma-- la celebración el cardenal portugués José Saraiva Martins, prefecto de la Congregación vaticana para las Causas de los Santos, en el Estadio Jalisco de Guadalajara.
Horas antes de la beatificación, al rezar el Ángelus, el pontífice dirigió un saludo en castellano a «mis hermanos obispos de México, a los sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles que, en la arquidiócesis de Guadalajara, participan en la beatificación de los mártires».
De los trece mártires, tres eran sacerdotes y diez laicos, incluido un adolescente de 14 años, José Sánchez del Río, asesinado por «odio a la fe». El más famoso de ellos, era Anacleto González Flores, padre de familia y abogado, quien fue asesinado al igual que siete compañeros mártires entre 1927 y 1928.
«En esta solemnidad de Jesucristo, Rey del universo, al que invocaron en el momento supremo de entregar su vida, ellos son para nosotros un ejemplo permanente y un estímulo para dar un testimonio coherente de la propia fe en la sociedad actual», aseguró el pontífice.
ZS05112005
Me acorde mucho de ti cuando lei la noticia.
Tambien hay una entrevista con un testigo del martirio de Jose Sanchez del Rio (ahora tiene 80 años), ¿la tienes?, esta en zenith
sino avisame para ponertela
¿Y por qué no la "cuelgas" aquí y así la leemos todos? ![]()
Entrevista con el padre Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo y del «Regnum Christi»
MÉXICO, domingo, 20 de noviembre de 2005 (ZENIT.org).- Entre los testigos del martirio de José Sánchez del Río, un muchacho mexicano de catorce años, beatificado este domingo en Guadalajara, se encontraba Marcial Maciel, un niño que no había cumplido los ochos años y que después se convertiría en fundador de la congregación de los Legionarios de Cristo y del movimiento «Regnum Christi».
La Legión de Cristo cuenta con cerca de 650 sacerdotes y 2.500 seminaristas; mientras que el movimiento de apostolado «Regnum Christi» se compone de unos 65.000 miembros, seglares --hombres y mujeres--, diáconos y sacerdotes, esparcidos por todos los continentes.
El padre Maciel, a sus 85 años, recuerda en esta entrevista concedida a Zenit el martirio de su amigo.
--Usted fue testigo del martirio de José Sánchez del Río en México. Después de casi ochenta años, ¿qué recuerda de aquellos momentos? ¿Cómo había conocido a José Sánchez?
--Padre Maciel: José Luis --como le llamábamos sus amigos-- era de Sahuayo, Michoacán, un pueblo no lejano de Cotija, mi pueblo natal. Mi abuela materna, doña Maura Guízar Valencia, tenía ahí su casa, y acudíamos a visitarla con frecuencia. Yo era seis años menor que José Luis. A él le gustaba organizar juegos para los niños, nos hablaba de Jesús, recuerdo que me llevaba a hacer visitas al Santísimo, era muy bueno. Cuando comenzó la persecución religiosa quiso unirse a los cristeros para defender la fe; pidió varias veces permiso hasta que por fin fue recibido. En febrero de 1928 --yo tenía siete años, casi ocho-- estaba en Sahuayo cuando supimos que José Luis había sido apresado y que lo habían encerrado en el bautisterio de la parroquia. Una ventana daba a la calle y desde allí le escuchábamos cantar «Al Cielo, al Cielo, al Cielo quiero ir» mientras esperaba su sentencia. Los federales estaban usando la parroquia como cárcel y también como corral. Rafael Picazo, quien dominaba el pueblo de Sahuayo, ponía como condición para liberarlo que delante de él y sus soldados renegara de su fe.
Todos lo supimos y estábamos muy preocupados y en un estado de emoción y de tristeza tremendo. Sus amigos nos reuníamos para rezar por él. Llorábamos mucho, pidiendo a la santísima Virgen que no lo fueran a matar, pero al mismo tiempo que no abjurara de su fe. De hecho, José Luis no quería saber nada de esto. Y al cabo de dos días, por la tarde, supimos que lo habían llevado al mesón del Refugio. Aquella noche le cortaron las plantas de los pies y le obligaron a caminar descalzo hasta el cementerio, que se encontraba a varias cuadras de distancia. Nosotros --algunos pocos parientes, amigos, conocidos del pueblo-- lo seguíamos desde lejos. Recuerdo las manchas de sangre que dejaban sus pasos, él iba con las manos atadas a la espalda y recuerdo a los federales empujándole, insultándole y exigiéndole que dejara de gritar «¡Viva Cristo Rey!». Y su respuesta, siempre fue el grito: «¡Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe!». A nosotros sólo nos permitieron llegar hasta la tapia del cementerio. Lo colocaron junto a la fosa. Dicen que lo apuñalaron varias veces y que le seguían insistiendo que abjurara de su fe y él respondía: «¡Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe!». Su papá no estaba con nosotros, no estaba allí presente. Y le preguntaron burlonamente: «¿Qué mandas decir a tu padre?». Contestó: «que nos veremos en el cielo».
Por fin le dispararon en la sien. Yo escuché el disparo que terminó con su vida. Puede usted imaginarse la impresión profunda que este hecho dejó en nosotros, especialmente en los niños. Tengo un recuerdo muy hermoso, entrañable, de este amigo mío que dio su vida por Cristo, ha sido siempre para mí un testimonio de lo que significa el auténtico amor a Cristo. También lo recuerdo con algo de nostalgia, porque yo le decía a Nuestro Señor: «¿Por qué a él lo escogiste para mártir y a mí me has dejado?».
--¿Cómo influyó aquel testimonio de martirio en su vida personal y en la obra que después emprendería, la fundación de la Legión de Cristo y del «Regnum Christi»?
--Padre Maciel: Como le digo, el martirio de José Luis me dejó una huella profunda, imborrable: su muerte contribuyó a sembrar en mí la certeza de que la fe vale más que la vida misma, me hablaba del valor eterno de una vida totalmente entregada por amor a Cristo, me sembró un anhelo de eternidad? pero no sólo José Luis. En mi pueblo de Cotija, durante la guerra cristera, con frecuencia veíamos a los ahorcados en la plaza o presenciábamos fusilamientos de cristeros que habían muerto al grito de ¡Viva Cristo Rey! Dejaban atrás quizá una familia, unos hijos, una madre --¡cuántas alentaban a sus hijos a no renegar de su fe!--.
Presencié el martirio de Antonio Ibarra, un músico de mi pueblo, de Leonardo y de varios otros; tengo todavía grabados en la mente algunos de aquellos rostros y escenas; especialmente aquella cuando bajaron de la horca a Antonio y lo depositaron en los brazos y el regazo de su madre, doña Isabel Ibarra. Y eran toda clase de personas las que fueron martirizadas en muchos pueblos de México: niños, jóvenes y adultos, hombres y mujeres, ricos y pobres, sacerdotes y fieles laicos.
Yo creo que ese testimonio del martirio de tantos cristianos, que prefirieron derramar la sangre antes que traicionar a Jesucristo, sí influyó mucho en mi propia vida y en mi misión de fundador, pues era un testimonio que, por decir así, hacía revivir la fe heroica de los primeros cristianos. Ese testimonio me ayudó a comprender que la vida cristiana, para ser coherente, tiene que estar plenamente comprometida con Jesucristo. Un cristianismo a medias, de componendas, que «le enciende una vela a Dios y otra al diablo» (como dice el dicho popular), no es cristianismo.
A mi me hubiese gustado dar la vida, como lo hizo José Luis Sánchez del Río, como lo hicieron los centenares y millares de mártires cristeros; pero comprendí que a mí Dios me pedía otra clase de martirio, el de la vivencia del evangelio hasta las últimas consecuencias; y es esto, a fin de cuentas, lo que está detrás de la fundación de la Legión de Cristo y del Movimiento «Regnum Christi»: ayudar a que también otros hombres se comprometan a conocer, vivir y transmitir el amor de Jesucristo.
Cuando llegó el momento de elegir nombre para la congregación que el Espíritu Santo me inspiró fundar, barajé en mi mente varios nombres, y el recuerdo del testimonio de los cristeros, fue un elemento que me ayudó a comprender que el nombre que mejor podría significar nuestra misión era el de Legionarios de Cristo: hombres que van a la lucha por el Reino de Cristo sin reservarse nada para ellos, dispuestos a dar su vida.
--José fue asesinado y el movimiento cristero que él apoyaba fracasó. ¿Fue una muerte inútil?
--Padre Maciel: En 1929 los cristeros depusieron las armas en obediencia al mandato de su Santidad el Papa Pío XI. Los gobernantes de entonces no cumplieron los acuerdos con la Iglesia y con los cristeros, y muchos cristeros desarmados fueron después asesinados. Todo acabó en nada. Parecería un fracaso. Pero como decía Tertuliano: «la sangre de mártires es semilla de cristianos». Juan Pablo II fue testigo en su primer viaje a México en 1979 --el primero de sus viajes como peregrino por el mundo--, del entusiasmo y la vida de la fe que en México se respira, sin duda regados por la sangre de sus mártires.
Un martirio no sólo no será jamás una muerte inútil, sino que será más bien una muerte fecunda, redentora. Es la muerte del discípulo que se asocia a la cruz de su Maestro, y que con Él ofrece su vida por la salvación de muchos hombres, incluidos sus mismos verdugos. Como Jesús, su muerte parece inmediatamente un fracaso, pero es un testigo luminoso de la resurrección y de la vida eterna que a todos nos aguarda. Es el triunfo del amor sobre el odio y de la vida sobre la muerte. He podido ver varias veces que desde la muerte de José Luis hasta el día de hoy, muchos visitan su tumba, le llevan flores, le ponen velas, y se detienen allí a orar, solicitando su intercesión. Como decía Jesús: «Dios no es Dios de muertos sino de vivos». Cuando rezamos a los santos, sabemos que hablamos con personas que viven, que han triunfado definitivamente y han alcanzado la felicidad con Dios hacia la que peregrinamos durante esta vida y a la que todos estamos llamados.
--Un niño, a los quince años, ¿es capaz de dar su vida por Cristo? ¿Puede un niño de 15 años conocer con claridad su vocación?
--Padre Maciel: Me pregunta usted si un adolescente de 15 años es capaz de dar su vida por Cristo. El mismo contexto de esta entrevista, el martirio de José Sánchez del Río, un niño de 14 años, es en sí una respuesta. En su segunda pregunta establece usted una hermosa relación, que encierra una gran verdad. El martirio es un llamado de Dios a dar toda la vida por Cristo en unos pocos minutos. La vocación es un llamado a dar toda la vida por Cristo también, pero día a día, minuto a minuto.
No podemos olvidar que es Dios el que llama, y Él escoge el momento para hacerlo. Es Dios el sembrador que deposita la semilla. Él puede hacer despertar la vocación sacerdotal en el corazón de un niño, como en el de un joven, como en el de un adulto; cuando le parece el momento oportuno Él sabe encontrar el modo de hacerles sentir en su interior de modo nítido su invitación a seguirle. Claro que, como sucede con todo proceso de maduración en la vida de un niño y de un joven, con el tiempo esta semilla debe crecer, y la llamada será estudiada y tendrá tiempo para ser ponderada y verificada. El camino hasta el sacerdocio o la vida consagrada pasará por diversas etapas de formación y la Iglesia admitirá a quienes sean aptos. Lo importante es poder ofrecer a estos niños y adolescentes que a temprana edad experimentan en su interior el llamado de Dios, un espacio de libertad y un ambiente propicio, una «tierra buena», el sol, el agua, el aire para que la semilla pueda germinar a su tiempo; esto es lo que tratamos de hacer en los centros vocacionales de la Legión y del «Regnum Christi».
Esta ha sido también mi experiencia personal: recibí el llamado al sacerdocio a los 14 años de edad, salí de mi casa al seminario a los 15 años; nunca he dudado de mi vocación, he sido y soy plenamente feliz en mi sacerdocio y ya tengo 85...
--¿Sabe que el fundador de otra congregación religiosa surgida en México también fue testigo de ese martirio?
--Padre Maciel: Supongo que se refiere al padre Enrique Amezcua Medina fundador de la Confraternidad Sacerdotal de los Operarios del Reino de Cristo. Él es de Colima. No sabría decirle si fue o no testigo del martirio, me parece más bien que no, pero sí tengo entendido que su vocación sacerdotal se la debe a José Luis Sánchez, con el que se encontró en 1927, en plena guerra cristera. Él contaba que, cuando tenía 9 años de edad, al acercarse a José para conocerlo, José estrechaba contra el pecho la bandera de Cristo Rey y con mucho fervor hablaba de la santísima Virgen a un joven cristero desalentado... El padre Enrique --el niño Enrique-- se le acercó y le dijo que quería ser como él, soldado de Cristo Rey. José le sonrió y le contestó que era muy chico todavía, pero que lo que tenía que hacer era rezar mucho por él y por todos los cristeros. El padre Enrique recordaba cómo le clavó la mirada y le dijo: A lo mejor Dios te va a querer para sacerdote. Y si tú llegas a ser sacerdote algún día, podrás hacer muchas cosas que ni yo ni nosotros podremos realizar. Así que no te apures.
Hicieron un trato de rezar siempre el uno por el otro, y lo cerraron con un apretón de manos. Y se despidió de él José Luis: «Ahora, hasta que Dios quiera: hasta pronto, o hasta el Cielo...».
--¿Qué le pide usted a José Luis?
--Padre Maciel: Lo de siempre: que nos alcance de Dios a todos la gracia de ser fieles a nuestra fe y a nuestro amor incondicional a Cristo hasta la muerte. Le confío a todos los niños y adolescentes. Me parece que como lo fue para mí, José será para todos ellos un excelente modelo de amistad con Cristo y de fidelidad y coherencia cristiana.
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¡Toñi eres un "hacha"!
Me voy al trabajo
Un abrazo
Mª Carmen
Hablando de nuevos beatos, el fin de semana pasado beatificaron al hermano Carlos de Foucault.
A mi me hubiese gustado dar la vida, como lo hizo José Luis Sánchez del Río, como lo hicieron los centenares y millares de mártires cristeros; pero comprendí que a mí Dios me pedía otra clase de martirio, el de la vivencia del evangelio hasta las últimas consecuencias; y es esto, a fin de cuentas, lo que está detrás de la fundación de la Legión de Cristo y del Movimiento «Regnum Christi»: ayudar a que también otros hombres se comprometan a conocer, vivir y transmitir el amor de Jesucristo.
En dos palabras. al Padre Maciel; Dios le pidiò lo más dificil el martirio incruento de vivir el Evangelio.
Kanbei. En efecto ha sido beatificado Carlos de Foucault; para mí una sopresa porque hace tiempo que lo tengo " canonizado"; ahora nos falta Raoul Fallerau; el aposto de los leprosos.
Por cierto, el nuevo Beato es de los santos que me gustan; del grupo de San Agustín. bueno peor que San Agustín antes de ser lo, pues fue incluso expulsado del ejército francés por disoluto. Ahi es nada, un santo en él que se ve que Jesús hizo bien su Trabajo.
y volviendo al tema de los mártires cristeros. una pregunta para Alberto
¿ podría considerarse la guerra cristera una guerra de religión?
Y por último coincido plenamente con Mari Carmen en su observación sobre Toñí
Un abrazo
Maite
Maite: hace tiempo escribí una breve reseña sobre la Guerra Cristera. Te copio aquí una parte de ella, y lo que se escribió en ese momento lo puedes seguir en mis mensajes de esos días.
La Guerra Cristera en México por: Alberto(i) (200.65.0.---) / 08/06/2004 14:25:52
Amigos (as) foristas : a petición de Maricruz abro este nuevo foro para hablar un poco sobre algo que me ha interesado siempre: LA GUERRA CRISTERA. Mis padres la vivieron y sufrieron en su momento y de ellos mis hermanos y yo escuchamos narraciones que a veces nos atemorizaban y a veces nos hacían ver lo difícil que resultaba ser católico en esos días y nos despertaba un sentido de lo heroico que se puede ser en momentos difíciles. Comenzaré por dar algunos detalles sobre mi familia para que se entienda mejor cómo me nació el deseo de estudiar ya de joven y adulto todo lo posible referente a ese tema. -- Mi padre: Era el hijo mayor de una familia muy cristiana. Vivíamos entonces en un pueblecito muy lindo del estado de Michoacán en el centro de la República. (Adelanto que fueron sobre todo los estados del centro los que tuvieron mayor participación en la guerra cristera). Aparte de la formación que recibió de mis abuelos fue estudiante destacado del Seminario Conciliar de Zamora donde cursó hasta Filosofía. Ahi afianzó mas su fe. En 1915 tuvo que abandonar el Seminario durante la Revolución Mexicana (comenzó en 1910)por las dificultades que surgieron en ese momento y se fue a vivir y trabajar por algunos años a los Estados Unidos. Cuando regresó conoció a mi madre y se casaron. Mi padre fue cristero, no porque haya tomado las armas, sino que se unió a los grupos de personas que ayudaban a los soldados cristeros enviándoles dinero para armas y municiones, alimentos, ropa, medicinas, etc. Mi padre perdió una pierna en un accidente de trabajo en los EE.UU., si no fácilmente se hubiera unido a los combatientes. Muchas veces nos mostró una fotografía de un jefe cristero que fue fusilado cerca de nuestro pueblo por los "pelones" (así llamaban entonces a los soldados del Ejército Mexicano por su corte de pelo casi a rape). No recuerdo su nombre pero sí su apellido: Aguilar. Nos contaba también el peligro que tuvo que correr en varias ocasiones al tratar de ayudar a los cristeros. Nunca dejó de ser un luchador social: más tarde se opuso al caciquismo de algunos alcaldes del pueblo, lo que le valió ser amenazado de muerte y estar en prisión varias veces, no por delitos sino por su lucha en favor de la libertad. -- Mi madre. También de una familia católica practicante. Ella llegó a mi pueblo como maestra de Primaria junto con otras de sus hermanas que también siguieron esa carrera. Se casó con mi padre y empezaron formar una familia. Cuando Lázaro Cárdenas (antiguo General en el Ejército Mexicano que luchó contra los Cristeros) llegó a ser Presidente de la República (1934 -1940) dio una ley imponiendo la educación socialista varios de los familiares se negaron a enviar a sus hijos a la escuela oficial y le pidieron a mi madre que abriera una escuela particular y que ellos ayudarían económicamente a su mantenimiento. Por ahí pueden ver que la gente de mi pueblo no se doblegaba tan fácilmente. Por eso mi casa se volvió escuela. De hecho yo hice casi toda mi Primaria en casa bajo la instrucción de mi madre. Cuando se anunciaba la llegada de algún inspector oficial al pueblo, el mismo Presidente Municipal mandaba a escondidas a un mensajero para avisalre a mi madre que cerrara la escuela para evitarse problemas y quizá hasta posible arresto. Se les pedía a los alumnos (éramos unos 35) para que fueran saliendo en grupitos de dos o tres, sin mochilas y sin libros para ir a sus casas por diferentes calles para que no se notara que venían de clases. Todo mundo sabía en el pueblo que funcionaba una escuela particular, pero nunca hubo ninguna denuncia. Solidaridad pura por defender sus ideales!!! Mi madre nos motivaba recrodándonos cómo los primeros cristianos se ocultaban en las catacumbas para los oficios litúrgicos y cómo nosotros estábamos pasando algo semejante. Por eso y por muchas otras cosas guardo de mi madre un recuerdo muy profundo, una admiración grande y un agradecimiento enorme hacia ambos. Me detengo por ahora para no aburrirlos. Coninuará.
Impresionante, Alberto. Gracias por traerlo aquí de nuevo.
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Hola Alberto: Te respondo, mejor dicho te pregunto con muchisimo retraso.
Me parece admirable todo, lo que nos has contado de los mártires ?cristeros?, y sobre todo el heroico comportamiento durante su martirio, del joven José.
Y como no, el ejemplar comportamiento de tu madre, dando clases a los niños.
Pero a mi me sigue ahí una pregunta, los mártires cristeros fueron en su mayoría primero soldados, es decir tomaron las armas para defender su fe, y mi pregunta es.
¿si a un cristiano le es dado luchar por su fe?, personalmente pienso que no, bueno luchar si, pero sin armas ofensivas, pienso como Gandhi, de que hay razones para morir, pero ni una sola para matar, y esta claro que si los soldados cristeros( no los mártires que éstos no mataron los mataron) tomaban las armas, era con intención de matar con ellas, si era preciso, y eso me suena a guerra santa, desde luego los primeros mártires no se organizaron en bandas armadas contra el Imperio.
Quiero que sepas que mi admiración y veneración por los mártires de tu país, es sincera, sólo me asalta la duda, en el terreno de la lucha armada
Y ya puestos te hago otra pregunta, el famoso ? Pancho Villa, y el famoso Zapata? ¿ eran de los buenos, o de los malos; es decir fueron de los que persiguieron, o provocaron con su anti catolicismo, la guerra cristera, o estaban del otro lado?
Un abrazo
Maite
Hola a todos
NO quiero que piensen que soy de la familia contrera y que a todo le veo contra.
Soy un cristiano catolico, 38 años de edad, casado, padre de dos hijos, con una empresa que elabora productos quimicos, cosmeticos y de limpieza, con estudios universitarios y no vengo aca ni a molestar ni a fregar la vida, vengo a compartir mi fe y a aprender de lo que ustedes ponen aca.
1. Vivimos en tiempos de nueva evangelizacion, si comparamos nuestro tiempo con la historia podriamos encontrar un paralelismo, guardando las distancias, con los tiempos de la Reforma. Efectivamente hoy, en america latina, vemos que en desbandada los catolicos salen de la iglesia y se refugian en las sectas, en menos de 30 años hemos pasado del 95% de catolicos al 75% y seguimos a la baja.
2. Pero nuestros tiempos son diferentes a los tiempos de la Reforma, hoy la informatica, la telematica y la robotica estan cambiando la forma de pensar, trabajar y vivir en el mundo, el concepto de aldea global es cada vez mas evidente.
3. En tiempos de la reforma a los Obispos le importaba mantener en la Fe catolica a Reyes y a Principes, porque logrado esto todo el territorio de estos señores se mantenia catolico.
4. En tiempos de nueva evangelizacion no es asi, la evangelizacion debe de ser personalizada, la gente decide por su cuenta a que Fe seguir, ya no es mas el vivir de los tiempos antiguos y esto debe de ser urgentemente entendido por nuestros Obispos, nuestros Obispos son los llamados a ser los lideres para el evangelio.
5. Alberto pone este tema de la beatificacion de los trece martires de la persecucion religiosa en Mexico, ojala y el mismo Alberto luego conteste este mi comentario. En muchos otros temas que yo comento no responde el que pone el tema
6. Mira Alberto, es verdad, estos trece (y muchos otros mas) fueron asesinados, vilmente asesinados, estos trece (y muchos otros mas) defendian con sinceridad a nuestra Fe, y merecen por lo tanto estar en los altares, son modelos de santificacion.
7. Pero que en Mexico se haya desembocado a la guerra de los cristeros tiene un trasfondo politico, hoy, a cien años de estas guerras se sabe que quienes instaban a tomar las armas a los cristeros eran los terratenientes y una parte del clero que no buscaban evangelizar, su prioridad era mantener las prebendas del alto clero y de un determinado sector de la sociedad
8. Si revisamos lo que pasaba en aquel entonces, veremos que estas mismas guerras ocurrieron en otros paises latinoamericanos, sino que aca se llamo guerras liberales, en estas eran los liberales los que atacaban a los conservadores, en las filas de los conservadores estaban alineados muchos del alto clero, en la de los liberales alguno que otro del alto clero.
9. ¿Es licito que nuestro clero, por defender sus prebendas, aupen a los fieles cristianos a que se maten entre si?. No, mil veces no.
10. Nuestro alto clero, los Obispos, deben, o deberian de ser los lideres de la evangelizacion, esa es la funcion de ellos.
Ojala y este reconocimiento en los altares a los martires de las guerras cristeras no sirvan de pretexto para que determinado alto clero inicie agitaciones sociales.
A los altares van estos trece martires, la pregunta es ¿a donde podemos enviar a este alto clero que junto a los terratenientes encrisparon los animos que dieron como origen las guerras cristeras?.
Sabemos que los terratenientes tenian como objetivo mantener a los campesinos en la ignorancia.