ogotá, 14/02/06 (Colombia)- Luis Miguel Encabo cortó la única oreja en la quinta corrida de la temporada bogotana, que además sirvió para celebrar los 75 años de la plaza de Santamaría, enclavada en pleno corazón de la capital. La plaza fue inaugurada el 8 de febrero de 1931. Fue su constructor Ignacio Sanz de Santamaría, quien también fundó la ganadería de Mondoñedo. El cartel inaugural de la plaza estuvo conformado en aquel entonces por los diestros españoles Manolo Martínez, Ángel Navas, Gallito de Zafra y Mariano Rodríguez «El Exquisito». Ese día se lidió la primera corrida de Mondoñedo.
En cambio, el pasado domingo se lidió un encierro de la divisa de Juan Bernardo Caicedo, de muy buena presentación, aceptable cumplimiento con los caballos, pero desiguales de comportamiento en el último tercio.
La terna estuvo formada por los españoles Luis Miguel Encabo, Serafín Marín y el colombiano Paco Perlaza. En el primero de la tarde Encabo anduvo decoroso en los tres tercios. Lució bien con el capote, puso banderillas en buena forma y compuso un trasteo corto, pero efectivo coronado con una estocada entera. Recogió la ovación entre las rayas del tercio.
Nobleza. En el cuarto, mejoró su desempeño y después de andar bien con el capote y lucirse en banderillas, creó una faena bien hilvanada aprovechando la bondad del astado. Una estocada completa, de magnífica ejecución, fue el digno remate y la petición de oreja fue unánime, siendo la única de la tarde.
El colombiano Paco Perlaza, que había comenzado bien su labor con el capote, no pudo redondear la faena porque al parecer el toro sufrió una dolencia que lo hizo rodar y una vez incorporado, ante la inutilidad de su actuación, lo ultimó con tres pinchazos y media estocada. Silencio. En su segundo, después de cumplir con el percal, inició su trasteo con tres pases cambiados por la espalda en el centro del redondel. Prosiguió con templados muletazos sobre ambos pitones y dejó media estocada, pero no fue sufiente. Vuelta al ruedo.
Catalán. Menos suerte tuvo Serafín Marín, que pechó con un lote deslucido. Ante el tercero, derrochó voluntad, pero mediado el trasteo, el animal se apagó y recibió algunas palmas por sus buenas intenciones. No se acomodó con el sexto, su segundo, a pesar de su manifiesta voluntad, su labor no tuvo relieve alguno, razón por la cual el público demostró su descontento después que dejó dos medias estocadas, descabelló al sexto intento y fue despedido con pitos. La plaza registró dos tercios de entrada en tarde nublada.