Efectivamente, el Domingo I del tiempo Ordinario no existe, su lugar está ocupado por la solemnidad de Bautismo del Señor, así que existe la semana I pero no el domingo I.
Incluso la lectura semicontinua del evangelio que corresponde al ciclo (Mateo, Marcos o Lucas, según sea A, B o C) no comienza ni siquiera en Domingo II, sino en Domingo III del T.O., ya que el domingo II está ocupado siempre por una lectura del evangelio de Juan referida a la manifestación de Jesús a los suyos:
Ciclo A: Jn 1,29-34 (Este es el Cordero de Dios)
Ciclo B: Jn 1,35-42 (Hemos encontrado al Cristo)
Ciclo C: Jn 2,1-12 (Bodas de Caná)
En la antigüedad, la festividad de la Epifanía comprendía todas las manifestaciones de Jesús: a los paganos (magos de Oriente), a los judíos penitentes (bautismo) y a los suyos (Bodas de Caná). Aun sigue siendo así en las lecturas del oficio de lecturas de los días antes y después de Epifanía, que tratan los tres temas.
Pero avanzando el tiempo la epifanía fue quedando como concentrada en los magos de Oriente, por lo que la liturgia optó por compensar creando la solemnidad del Bautismo en el Domingo I, y -aunque no creó una solemnidad específica- reservando el Domingo II para la manifestación a los suyos.