En nuestro país, para muchos, el sacerdote italiano fundador de los guanelianos es un completo desconocido, pero, como dice sor Luisa María López, «conocer la vida de Luis Guanella, vale la pena». La noticia de su canonización me llevó hasta esta religiosa de la Casa Santa Teresa, de Madrid, la única comunidad presente en España de las Hijas de Santa María de la Providencia.
La Casa Santa Teresa la integran un centro ocupacional y tres casas-familia para personas con discapacidad intelectual. Se trata de un hogar alegre en el que cuatro religiosas, con la ayuda de otras 16 profesionales de distintas áreas, sacan adelante este proyecto.
Aterrizar en la Casa Santa Teresa impacta, desde los carteles que reciben a las visitas y voluntarios, nada más atravesar el umbral de la puerta, hasta las fotos con sus rostros y los cuadros que adornan cada estancia elaborados en los talleres. «Son nuestros Picassos», afirman las religiosas.
La vida de Luis Guanella transcurrió entre dos siglos (1842-1915), en una época en la que surgieron numerosas congregaciones religiosas. Mantuvo, por ejemplo, amistad con san Luis Orione (fundador de la Congregación religiosa Pequeña Obra de la Divina Providencia, más conocida como Obra Don Orione), que estaría en su lecho de muerte, y una gran complicidad con san Juan Bosco (fundador de los salesianos), junto a quien estuvo tres años. De hecho, adoptaría en muchas de sus obras el famoso método preventivo, por ejemplo, que tanto define el estilo pedagógico salesiano con los jóvenes.
Un santo hogareño
Pero, para entender verdaderamente su carisma y el carácter hogareño y entrañable que posteriormente caracterizará toda su obra, es necesario referirse a la importancia que para él tuvo su familia. Nació en un pequeño pueblo cerca de los Alpes, Fraciscio, al norte de Italia, el mismo año en el que murió otro de los grandes santos de la caridad, José Benito Cottolengo. Luis era el noveno de trece hermanos. Sus padres le transmitieron la fe desde pequeño y de ellos aprendió, además del valor del trabajo, a ser generoso y comprometido con los más pobres.
Fue ordenado sacerdote en 1866 en la ciudad italiana de Como, y poco después comenzaría su labor pastoral en diversos lugares. Su presencia siempre supuso toda una revolución. Decían de él: «O es un loco, o es un santo». Fue su encuentro con un discapacitado arrinconado lo que suscitó en él su verdadera vocación: la atención material y espiritual de las personas con discapacidad y de los excluidos en general.
Mientras trabajan las 40 personas con discapacidad intelectual en los talleres de la Casa Santa Teresa, me cuentan las religiosas con entusiasmo que don Guanella fue un «campeón del bien, bien hecho». Ésta es una característica de su acción pastoral. El Beato Luis Guanella fue un hombre de corazón grande, de ojos abiertos y corazón universal, que cambió beneficencia por profesionalidad, para caminar al compás de los tiempos; siempre preocupado por su gente y aportando razones para la esperanza.
Una auténtica arca de Noé
Tenía 44 años cuando alcanzó su sueño en la ciudad de Como. Puso en marcha un centro que acogía a todo aquel que no tuviera un hogar; una auténtica arca de Noé, como lo llamaron algunos. A partir de este momento, vendrían más fundaciones, porque «no podemos cruzarnos de brazos mientras haya pobres que socorrer». El padre Alfonso Crippa, Superior General de los Siervos de la Caridad, al narrar esta época, afirma: «Con paciencia, con su palabra, con sus escritos, pero sobre todo con su testimonio, iba enseñando a sus seguidores que, en sus casas, todos tenían que sentirse como en familia; es decir, mutua fraternidad y ayuda mutua. Todos debían preocuparse por el bien material y espiritual del otro. Dad pan y Señor en abundancia -decía don Guanella-. Quería que su sistema educativo estuviera basado en el método preventivo. Y por ello, a tiempo y a destiempo, insistía en que la educación es obra del corazón».
Fue párroco, educador, formador, misionero y profeta de aquellos a los que nadie quería. Dotado de una extraordinaria sensibilidad para ver y comprender quién sufría, se hizo siervo de todos y comprometió su talento en su mejora material y espiritual.
La fuerza de sus ideas y su irresistible pasión por Dios y por la Humanidad que sufre contagió a otros y fundó las Hijas de Santa María de la Providencia, los Siervos de la Caridad, y los Cooperadores guanelianos.
La Familia Guaneliana atiende hoy a miles de personas en 21 países. Llegó a España en 1965 y actualmente está presente en Madrid, donde hay una comunidad de la rama femenina y otra de la masculina, que además encontramos presente en Palencia y Santiago de Compostela. La Fundación Luis Guanella, el Movimiento Laical Guaneliano y la ONG Puentes también forman parte de esa plataforma que se inspira en los valores e ideales vividos y promovidos por este sacerdote italiano.
Amparo Latre